23 mar 2016

Crónicas del Heineken JazzFest 2016


Maestro Ray Santos


La semana siguiente al Día Nacional de la Zalsa, en Puerto Rico tiene lugar el Heineken Jazz Fest, fiesta dedicada al jazz latino.

Este año se rindió homenaje al Maestro Ray Santos, a través de un programa de cuatro noches de buena música.

A continuación repasamos las crónicas del Festival del presente año, escritas por Jaime Torres Torres para la página de la Fundación Nacional para la Cultura Popular de Puerto Rico

Fuente: Fundación Nacional para la Cultura Popular. Por: Jaime Torres Torres




Loas al Dr. Ray Santos

Observar al productor Luis Álvarez contener las lágrimas al presentar al maestro Ray Santos es un signo elocuente de lo mucho que representa el arreglista de ascendencia puertorriqueña para el jazz y la música latina en general.

Durante la conferencia de prensa celebrada esta tarde en el Club Tropicoro del Hotel San Juan en Isla Verde, el empresario de Méndez & Compañía agradeció a Humberto Ramírez que lo conectara con Ray, a quien se le dedica la vigésimo sexta edición del Puerto Rico Heineken Jazzfest que arranca el jueves en el Anfiteatro Tito Puente del Parque Luis Muñoz Marín en Hato Rey.

Alvárez, quien describió a Ray como una “enciclopedia de experiencias”, resaltó que el trabajo del arreglista pasa inadvertido, pero realmente es el héroe anónimo de la música que interpretan cantantes y solistas.

“Pocas veces el arreglista recibe el mérito que necesita. La celebración de este festival, reconociendo a Ray Santos, es una importante, necesaria y posiblemente obligatoria labor porque es reconocer el trabajo que este señor ha hecho por tantos años con tantos músicos. Los dejo a ustedes con el señor que el domingo le tendremos que llamar Dr. Ray Santos”, dijo Alvárez al reprimir las lágrimas mientras Paquito D’ Rivera, Charlie Sepúlveda, Ralph Irizarry, Humberto Ramírez, Eguie Castrillo y Furito Ríos, entre otros músicos, lo aplaudían, junto a todos los presentes en el Club Tropicoro.

Ray expresó que se siente muy emocionado de estar en Puerto Rico, la tierra de sus padres. “Mi mamá es de Vega Alta y mi papá era de Rincón. Entonces, estoy viajando a Puerto Rico desde 1955. La primera vez que vine fue a tocar con la orquesta de César Concepción y tuve el privilegio de vivir aquí por dos años, de 1960 a 1962. Regresé en 1966 y me quedé 18 años. Tres de mis hijos nacieron aquí. Y siempre me siento espiritualmente elevado cuando bajo del avión para llegar a la tierra de mis padres. Me siento puertorriqueño, aunque nací en Nueva York y soy lo que dicen ‘niuyorrican’, pero siempre respeto mis raíces. Es bueno ser boricua”, expresó Ray, en un español perfecto y bien articulado.

El legendario arreglista recordó que la última vez que estuvo en la tarima del Tropicoro del Hotel San Juan fue hace 55 años y acompañó a Nat King Cole y Sammy Davis Jr. Entonces, era un desafío para él porque la música cambiaba semanalmente.

“Eso de leer música a primera vista, eso lo desarrollé aquí en Puerto Rico porque era música nueva todas las semanas. Cuando salí de Puerto Rico, regresé a Nueva York como mucho mejor músico”, dijo Ray al aceptar el homenaje de Luis Álvarez, quien le conferirá, en coordinación con Berklee, un grado doctoral Honoris Causa por su contribución a la música.

En la rueda de prensa, los músicos que desfilarán por el festival se desbordaron en elogios hacia Ray Santos. Humberto Ramírez, cuyo “big band” será dirigido por Ray el domingo 20, reiteró que el homenaje es muy merecido.

“Conocí a Ray Santos a través de los músicos que mi papá escuchaba en mi casa de las tres grandes orquestas (Machito y Los Dos Tito) y los trabajos del maestro […]. Siempre mi deseo fue escribir para ‘big band’. El domingo estaremos para interpretar su música, pero ese será su show. Escucharán música clásica del mambo y el jazz; de lo que llaman jazz latino. Puerto Rico se debe sentir muy orgulloso por tener a este maestro que es único en su clase y una leyenda viviente”, expresó Humberto Ramírez.



Entrevista a Humberto Ramírez

Puerto Rico no tiene idea de la figura que en estos días regresa a nuestro su suelo.

Así se expresó el trompetista Humberto Ramírez al aludir al maestro Ray Santos, la leyenda que ha vivido diferentes épocas en la historia de la música popular nacional y que ha definido, como arreglista y compositor, diferentes eras del jazz.

Humberto reconoce que el jazz le ha concedido el privilegio de, en poco más de un año, compartir en dos ocasiones la música del mítico arreglista Ray Santos, el homenajeado de la vigésimo sexta edición del Puerto Rico Heineken Jazzfest.

El Festival cerrará con broche de oro con la presentación del Big Band de Humberto, dirigido por el flamante maestro que arregló para los Reyes del Mambo, Tito Puente, Machito y Tito Rodríguez.

“Este homenaje es muy merecido para el maestro. Siento una gran admiración, cariño y respeto por él. Para mí es una escuela. Conozco a Ray hace 22 ó 23 años. Lo llamaba para aprender, para hacerle preguntas de las grandes orquestas. A través de los años desarrollamos una amistad por teléfono y en persona cuando viajaba a Nueva York. Ver que ahora se le dedica este homenaje es un gran orgullo porque él representa mucho para nosotros”, dijo Humberto, quien el año pasado le dedicó el Puerto Rico Jazz Jam en el Teatro Tapia.

Desde los siete años, Humberto está conectado con la música de Ray Santos, gracias a su padre Humberto Sr., quien escuchaba y estudiaba sus arreglos.

Para la función del domingo 20, Humberto y sus músicos estrenarán algunos arreglos de Ray, como “Flamenco Mood”, grabado por Tito Puente en el elepé “Mucho Puente” de 1964.

“Tiene música nueva y un tema que tocó en Nueva York durante su etapa como profesor en el City College. También me envió un tema que César Concepción y Machito grabaron, que originalmente se llamaba “Broadway Chacha” y ahora se conoce como “Gershwin”.

La orquesta de Humberto es la misma configuración que por poco más de siete años los lunes dirige en el restaurante Yerba Buena en el Condado. Es decir, que el “big band” llegará a la tarima del PRHJF ensayado a la perfección.

“El personal es el mío de Yerba Buena. Toda la música que se tocará es la del maestro Ray. La vengo tocando desde hace varios, como ‘Caribe’, ‘Sunny Ray’ y ‘Azulito’ que son parte de mi libro.


Conferencia de Prensa del Puerto Rico Heineken JazzFest 2016


Llevamos tiempo tocando esta música. Lo que haremos es repasar esa música, que está bien ensayada. Ensayaremos los temas nuevos, sin descartar algunos de los movimientos de su suite ‘Palladium New Millenium”, explicó Humberto al destacar que el domingo será la noche de Ray Santos, por lo que el maestro, de 87 años, dirigirá parte de la función.

De otro lado, Humberto Ramírez sigue cultivando laureles en el jazz nacional. Su contribución más reciente es el concepto “Bohemia Jazz” que reúne a varios cantantes del patio, como Nydia Caro, Dagmar, Chucho Avellanet y Andy Montañez. La noche de su estreno durante la reciente presentación del Puerto Rico Jazz Jam en el Teatro Tapia resultó inevitable percibir la presencia espiritual de Lucy Fabery en el escenario.

“Ese disco lo vengo planificando hace tres años y medio. Antes de que a Lucy le diera el derrame en diciembre de 2014, estuvimos en Las Vegas, cuando asistimos a la ceremonia del Grammy Latino. Hablamos de hacer un disco con orquesta para ella porque así comenzó en Cuba y México. Ese era otro proyecto. Pero sí. Lucy era parte de ‘Bohemia Jazz’, con los otros cantantes”.



Como embajador del jazz puertorriqueño, Humberto se encamina a la celebración del vigésimo quinto aniversario de la fundación de su Jazz Project. El sábado 6 de agosto del año en curso celebrará en grande con un concierto en el Teatro Tapia con varios invitados especiales. Esa noche espera documentar la función con lo que posiblemente resulte su primer cedé y devedé en vivo.

“Este año son mis 25 años. Es increíble que haya pasado todo este tiempo desde mi primera grabación”, señala Humberto, que ha editado 26 discos, como un legado fehaciente del desarrollo del jazz en Puerto Rico en las postrimerías del Siglo XX y durante las primeras dos décadas del tercer milenio.

25 años después de la oportunidad que le brindó el fenecido Ralph Mercado de inaugurar la disquera Tropi Jazz con el lanzamiento de su Jazz Project, Humberto califica el desarrollo del género como sólido.

“El jazz en Puerto Rico estoy seguro de que está en uno de sus mejores momentos porque los músicos están conscientes de la música que están haciendo; la están estudiando, escuchando y analizando. No se tiran a tocar jazz a lo loco. Se educan para eso. La forma en que trabajan los medios de comunicación ha cambiado tanto, que nos brinda la oportunidad de que mucha más gente pueda tener acceso al jazz de Puerto Rico”.

Los 26 años del Puerto Rico Heineken Jazzfest; las siete ediciones de su Puerto Rico Jazz Jam y el undécimo aniversario del festival de jazz de Carolina son, indirectamente, fruto del esfuerzo y las puertas que sigue abriendo Humberto Ramírez con su pasión y consistencia.

“Así visualizaba el jazz cuando empecé. Aquí lo que hace falta son talleres y tarimas para que los exponentes del jazz puedan tocar”.

En los pasados 25 años Humberto Ramírez ha grabado discos memorables como “Dos almas”, “Miles Latino”, “Paradise”, “Best Friends” y los dos volúmenes junto a Lucy Fabery, entre otros.

También se ha dedicado a la docencia y ha divulgado su pasión por el jazz en programas en vivo como “Jazz íntimo”, los miércoles de 7:00 a 8:30 p.m. por Radio Oro 92.5 FM, y recientemente, por Radio Universidad 89.7 FM, “Que la música te acompañe”, los viernes de 12:00 a 1:00 p.m.

Lo que le resta, entre otros proyectos, sería un libro sobre sus memorias con luminarias del jazz, como Lucy Fabery y Tito Puente, y grabar un disco sinfónico orientado al “third stream” o fusión del jazz con los sonidos clásicos, en la onda de los arreglos de Gunther Schuller, Bill Evans, Lalo Schiffrin y Michel Legrand.

“Tengo muchas notas y documentos. Tengo un archivo de notas y cosas que han pasado a través de los años. Es algo que está en mi mente, entre tantos proyectos que quisiera desarrollar, como el disco sinfónico que hiciera hacer, que es más complicado y me tomará más tiempo”, terminó diciendo.



Reseña de la Primera Noche: ‘Usted y tenga’ para Henry Cole

El telón de la vigésimo sexta edición del Puerto Rico Heineken Jazzfest se alzó anoche con el concepto experimental The Lab, que reunió, en una jornada no muy concurrida, al baterista Henry Cole, a Pirulo y DJ Guti.

La presentación del baterista Cole, indiscutiblemente, será recordada como la más creativa y de mayor sustancia jazzística de la primera jornada del evento que finalizará el domingo con el homenaje al maestro Ray Santos.

Sin considerar el “big band” de Humberto, la configuración de Villa Locura, de Cole, fue la más numerosa del festival, lo que conllevó largas horas de ensayo de un repertorio caracterizado por arreglos elaborados de singular complejidad que propiciaron una dinámica musical de ensueño por los continuos giros melódicos y solos de la combinación de los trompetistas Piro Rodríguez y Jonathan Powell, con los saxofones barítono de Ricardo Pons y tenor de Mario Castro.


Henry Cole, el baterista que se presentó en la primera noche del Heineken JazzFest


Fue un recorrido imaginario de las aceras de Harlem a los callejones de La Perla y San Antón. De una intensidad rítmica avasalladora, con Cole desplegando en la batería su dominio de los patrones de la música tradicional y contemporánea, los presentes disfrutaron de un concepto jazzístico a veces irreverente, desafiante e impredecible.

La propuesta de Villa Locura, en interpretaciones como “Biol”, “If We Art Related, We Shall Meet” y “Kobe Bryant”, dedicada a la estrella de la NBA, desafía el intelecto por su amalgama de imágenes y emociones, hábilmente hilvanadas en la fusión del rock, el funk, el soul y otros sonidos de los 70, con la bomba, la plena, la rumba y el reggae, como se aprecia en “If We Are Related”.

Su versión de “El diablo”, estampada por Ray Barretto en el disco “Indestructible” grabado en 1973 con Tito Allen, integra toques de bomba con funk, abordando por breves compases matices del swing y dejando el resto a la imaginación. El cantante Jeremy Bosh, de la Spanish Harlem Orchestra, aportó lustre a la presentación de Henry Cole, un genio de la batería de una creatividad soberbia que a la hora de componer pensando en la vanguardia que propone The Lab hay que decirle ‘usted y tenga’.

La función continuó con el esperado debut de Pirulo y La Tribu en el PRHJF. El timbalero y cantante dedicó su presentación a músicos que se encuentran, según dijo, quebrantados de salud, como Dave Valentín, Giovanni Hidalgo, Eric Figueroa y Pablo Rosario.




Con un despliegue irresistible de su dominio de los rudimentos del timbal y sin olvidar la gozadera de “Ya llegó” y el son-chachá “Déjalo que se cocine”, Pirulo satisfizo las expectativas del soberano con su acercamiento al jazz latino mediante composiciones originales y otras, como el estándar “Maiden Voyage” de Herbie Hancock, orientada a la rumba y al chachachá, con solos de Kalani Trinidad en el saxofón y Piro Rodríguez en la trompeta.

Pirulo fue ovacionado de pie y ante la solicitud de una ñapa, regresó al escenario, agradeciendo la oportunidad a la producción del Festival y poniendo a bailar con su gozadera a parte de los presentes con “Pa’ llá, pa’ llá”.





El telón descendió con la esperada presentación de DJ Guti Talavera y su Hip Hop Jazz Live Show. Si bien es un virtuoso del “tornamesismo”, su propuesta descansa en términos jazzísticos en el flautista, saxofonista y clarinetista Damian J., con el complemento rítmico de Joel Pierluisi en la percusión.

Con el uso de un archivo de sonidos pregrabados, de primera instancia, al tocar “My Funky Self” y “Some Kind Of Jazz”, la propuesta resulta atractiva, pero la ausencia de un rapero, que aporte un discurso social a través del “spoken word”, tornó bastante predecible y redundante el resto de su presentación. De todos modos, la propuesta de Guti en el jazz es una en desarrollo a la que le auguramos mucho éxito, preferiblemente, si incorpora el rap.


Entrevista a Ralph Irizarry, Timbalaye: bandera latina en Nueva York

Es la bandera del jazz latino en Nueva York.

En 1996, durante tres meses y sin dinero, el timbalero Ralph Irizarry asumió el reto de organizar su primera banda y, con material inédito, ensayó a Timbalaye.

Entonces, su mensaje a los músicos fue: ‘Señores, no tengo guisos ni tengo dinero, lo que tengo son ensayos’.

Algunos se quitaron, porque necesitaban generar ingresos, pero otros, como Luis Perdomo y Bobby Franceschini, se unieron a la aventura de Ralph que produjo tres discos, como “It’s Time”, y en semanas recientes, “20th Anniversary”.

20 años después de su incursión en el Puerto Rico Heineken Jazzfest, con su peculiar sentido del humor Ralph bromea al decir que debutó a los 40 años y regresa a los 60.

“Es así, ahora estoy en los 60, pero lo bueno es que Luis Álvarez (productor del PRHJF) entendió que la primera vez que fui no pude ofrecer el repertorio que había ensayado porque pasó una tormenta. Al otro día me dejaron tocar tres o cuatro temas, pero me fui de la Isla queriendo tocar un show completo para el público puertorriqueño. Y ahora que salió el disco del ‘20 aniversario’, Luis lo escuchó, le gustó el material y entendió que tenemos un compromiso hace tiempo”, dijo Ralph poco antes de viajar de Nueva York a Puerto Rico.

Esta noche, a segunda hora, le acompañarán los músicos Roberto Quintero, Alex Ayala, Ommy Ramos, Aníbal Rojas, Dennis Hernández y Adam Pérez.

“Lo único que voy a tocar es música de Timbalaye. Material de todos mis discos. Yo rompí el grupo por 12 ó 13 años y hay una generación que nunca ha escuchado a Timbalaye y el repertorio le resultará fresco y nuevo. Por mi trabajo con Rubén Blades tuve que desarmar el grupo, pero gracias a estos músicos jóvenes, que deseaban ver a Timbalaye en vivo, estamos aquí porque los invité a aprenderse el repertorio y a tocar”.

La contribución de Timbalaye al jazz latino es muy importante porque después de la salida del Fort Apache Band ha venido a enarbolar la insignia del jazz latino en la Ciudad de los Rascacielos.

De algún modo, Ralph es receptivo al legado de Tito Puente y al aporte de los virtuosos Willie Bobo y Mongo Santamaría cuando grabaron con Cal Tjader el clásico “Latino”.

“El Fort Apache era el sonido de Nueva York. Jerry se fue para España y este grupo no está aquí. Pienso que Timbalaye es el sonido de Nueva York en latin jazz y un verdadero latin jazz porque nosotros usamos los formatos de hacer un verdadero tema de jazz con la improvisación, los acordes y la estructura que se usa, pero con instrumentos de percusión. Como Tito Puente me dijo, en el mundo entero a la gente le gusta la percusión latina. Digo esto porque Timbalaye no es un grupo de salsa instrumental, que con mucho respeto es lo que tocan algunos que dicen que tocan jazz. Timbalaye es una buena representación del jazz latino en Nueva York”.

Lo que Ralph Irizarry es como músico y director es el resultado de muchas influencias. Chago Martínez, en Ponce, lo enseñó a leer música para percusión. Eso le acondicionó el camino para ser reclutado en Nueva York por Ray Barretto, su padre musical.

“En 1977, Barretto me descubrió tocando con la Charanga Novedades. Tres semanas después empezamos a ensayar la música de “Rican Struction” y fue el primero de cinco discos con él. Una de las sillas más famosas era a la derecha de Ray como timbalero. Los timbaleros de Ray siempre fueron muy importantes. Orestes Vilató, Little Ray Romero y Jimmy Delgado. Para mí ha sido una de las cosas más importantes”.

De Rubén Blades, con quien trabajó alrededor de 15 años, aprendió a conocer el negocio de la música y a desarrollar carácter como director. “Con Barretto y Rubén recibí la preparación para ser director de mi grupo. Ellos no le ataban las manos a nadie. Pensaban en la creatividad y te dejaban crear. Aprendí mucho del negocio y de la ética. El dinero no era todo. Tenían unos principios que preferían no aceptar un guiso por su integridad. Eso lo adapto en lo que hago”.

Otro capítulo trascendental en la trayectoria de Ralph Irizarry es el concepto bailable de Son Café, en particular su segundo disco “Tributo”.

“Cuando decidí hacer música bailable, pensé en seis músicos y en una pareja de cantantes. Ray Barretto siempre hacía una investigación de música vieja para escoger material para sus discos. Eso hice, con temas de los años 20 y 30 del siglo pasado. En el segundo disco ‘Tributo’ le dedico popurrís a Pete Conde, La Lupe, Tommy Olivencia, Charlie Palmieri y la Sonora Matancera. Eso no lo había hecho nadie en la música”.

Otra de sus aportaciones es el concepto Los Viejos de la Salsa, cuyo cedé “Viejos pero sabrosos” envió un mensaje contundente: los músicos veteranos pueden aportar calidad irrespectivamente de sus edades.

“Llegó un momento en que dije: ‘Ay, Dios mío, tanta música de la nueva generación’. Pensé: ‘¿esta gente se habrá olvidado de que músicos como yo, Reinaldo Jorge, Eddie Montalvo y José Mangual todavía estamos vigentes y podemos tocar? Nosotros, que estamos haciendo esto desde los años 60, todavía podemos y queremos tocar un baile. Y decidí hacer un disco con puros viejos de la salsa, que llevamos 40 y 50 años en esto”.

Si alguien aún lo duda, Ralph Irizarry toca de todo.

Pero esta noche le someterá al jazz en una velada que promete.


Charlie Sepúlveda y Deddie Romero en la segunda noche del Festival


Entrevista a Charlie Sepúlveda

Es profesor del Conservatorio de Música de Puerto Rico.

Es libretista y animador del programa “Yunque Jazz”.

Es productor del Luquillo Jazz Festival.

Y dirige, desde hace 25 años, su banda The Turnaround, que le acompañará, 10 años después de su más reciente presentación, a la tarima del Puerto Rico Heineken Jazzfest, el esta noche, desde las 8:00 p.m. en el Anfiteatro Tito Puente del Parque Luis Muñoz Marín en Hato Rey.

En una breve, pero muy reveladora entrevista, el trompetista Charlie Sepúlveda adelantó detalles de dos proyectos muy importantes en su carrera: el disco “Mr. E. P.”, que dedica a su mentor Eddie Palmieri, y el homenaje de Jon Secada a Beny Moré que produjo con arreglos del legendario Ray Santos, homenajeado de la vigésimo sexta edición del PRHJF.

“Tengo dos discos nuevos que van a salir y ya están grabados. Uno es el homenaje a Palmieri, ahí hice una combinación con el rapero 79, que comienza con la melodía de ‘Vámonos pal monte’. Eddie Palmieri grabó con nosotros. Me escribió la canción ‘Charlie’s Whole Tunes Blues”, adelantó.

A inicios de junio BMG distribuirá el tributo a Beny Moré que el cantante cubanoamericano Jon Secada grabó dirigido por Charlie. “Es bailable. Ray Santos me hizo todos los arreglos. Es la orquesta que uso todos los sábados en el Hotel San Juan. Grabamos temas como ‘La culebra’, ‘Bonito y sabroso’, ‘Francisco Guayabal’ y varios boleros, como el dúo de Jon con Beny Moré en ‘Como fue’, gracias a la tecnología y con arreglo de Ray Santos. Que me escogiera Jon para hacer el disco de Beny es una sorpresa grandísima. Primero, no soy cubano y tampoco conocía a Jon. Lo conocí a través de Julio Bagué, de Peer Music. Grabamos en vivo como se hacía antes, con la banda y los coros. Grabamos en Alfa Studios”.

El estreno del disco que le produjo a Jon Secada será el domingo 29 de mayo en el marco del Luquillo Jazz Festival, en la plaza de recreo de la Capital del Sol.

“Me reuní con la junta del festival. El año pasado asistió mucha gente y superamos las expectativas. Este año vamos a tener a William Cepeda con su AfroRican Jazz, el quinteto del saxofonista Jonathan Suazo, el cuarteto del baterista Roy Rodríguez y el cierre será el homenaje a Beny Moré con el ‘big band’ y Jon Secada”.

A corto plazo, empero, Charlie Sepúlveda regresará al PRHJF con The Turnaround, septeto sumamente compenetrado porque trabaja unido desde hace alrededor de una década.

“Estamos tocando canciones nuevas. Vamos a estrenar algunos temas que escribí el verano pasado”, dijo Charlie en alusión a “Liberty”, basada en los primeros compases de “La libertad/Lógico” de Eddie Palmieri, “My Dear One” y el blues “Mr. E. P.”, en la onda que identifica como ‘latin hard bop’.

“Es que el grupo está muy bueno y esta vez decidí ir sin ningún invitado. Tener unido un grupo de jazz latino por tanto tiempo no es fácil”, añadió Charlie al reconocer la labor de Gabriel Rodríguez (bajo), Norberto Ortiz (saxofón), Gadwin Vargas (congas), Francisco Alcalá (batería) y Bienvenido Pimzey (piano).

Aunque trabaja regularmente en San Juan y esporádicamente viaja al exterior, Charlie Sepúlveda ha sido un embajador del jazz en la región Este de la Nación.

Los sábados, de 4:30 a 6:00 p.m., presenta “Yunque Jazz” por Yunque 93 (92.9 FM). La divulgación de la cultura del jazz en el Este la describe como desafiante y complaciente. “La gente llama y le dicen a Raúl Rivera, que es el programador, que le gusta mucho. La programación es muy comercial. En mi espacio toco los discos de mi colección personal y pongo un poco de todo, de Brasil, ‘latin jazz’ de Puente, Poncho y Palmieri, y le doy oportunidad a los muchachos nuevos, como los estudiantes del Conservatorio que hacen sus discos”, detalló Charlie, posiblemente el primer trompetista boricua que fusionó el jazz con el hip-hop, a través de la producción “Watermelon Man” de 1996, en cuya interpretación homónima, de la autoría de Herbie Hancock, se destacan los raperos Kenny Reyes y Roberto Kilo de 3X.


Reseña de la segunda noche: Noche de Fusión y Descargas

El jazz de The Turnaround de Charlie Sepúlveda fluye con una naturalidad pasmosa.

La compenetración del septeto y la experiencia acumulada por sus actuales integrantes, por poco más de una década, garantizan un deleite al sentido de la audición por su precisión y eficacia.

Así fue comprobado en su regreso, tras una década, a la tarima del Puerto Rico Heineken Jazzfest, cuya segunda jornada, anoche, no fue muy concurrida, resultando evidente que la recesión en la economía también impacta a los eventos de jazz.

La noche despegó con aplomo con las interpretaciones de “Sepúlveda Boulevard” y “Liberty”, basada en los primeros acordes de “La libertad/lógico” de Eddie Palmieri y en las que sobresalieron con solos muy articulados el saxofonista Norberto Ortiz, el pianista Bienvenido Dinzey, el conguero Gadwin Vargas y el propio Sepúlveda en la trompeta.

Acto seguido, el líder presentó a sus músicos, incluyendo al baterista Francisco Alcalá y al bajista Gabriel Rodríguez, quien lleva 20 años a su lado. Gabriel es la columna armónica que sostiene el septeto, como se pudo apreciar en su sólido acompañamiento y solo en el estándar “Come Together” del repertorio de Los Beatles, en una versión que The Turnaround orienta al blues y al funk, cuyo intercambio de solos de trompeta y saxofón, con contrapuntos y frases disonantes, la hizo memorable.

El regreso de Charlie Sepúlveda y The Turnaround fue oportuno para el debut en la tarima del prestigioso festival de la novel vocalista Didi Romero, biznieta de Papá Candito, nieta de Sonia López e hija de Deddie Romero, quien hace unos años grabó un disco con Sepúlveda. La jovencita interpretó en correcto inglés el clásico “Summertime” que la inolvidable Lucy Fabery cantaba con un temperamento inigualable.

La trompeta con ‘plunger’ y el solo de Bienvenido en el piano, con el sentimiento del blues, complementaron la versión de Didi, que anoche, a sus 17 años, fue objeto de una fuerte ovación en aprobación a su excelente interpretación.

De “Luquillo Blues”, con un buen solo de congas de Gadwin Vargas, Charlie Sepúlveda y The Turnaround pasaron a “My Dear One”, balada jazz inspirada en su hija Carmen, y a su versión de “Puerto Rico” de Eddie Palmieri, en la que nuevamente sobresalió Gadwin.

Tras una pausa de varios minutos, el ‘master’ timbalero Ralph Irizarry regresó a Puerto Rico para exponer su talento, dos décadas después de la fundación de su ‘ensemble’ Timbalaye.

El saque, con “Ayer y hoy”, fue suficiente para reconocer que Irizarry es un maestro del timbal que domina la percusión menor (la clave, la campana, los platillos, etc.) y las técnicas de la ‘cáscara’, el ‘baqueteo’ y el ‘abanico’, además de un manejo muy ingenioso del silencio durante sus solos.

“Ocean Parkway”, de su nuevo cedé “20th Anniversary”, literalmente fue una clínica de timbal, enmarcada en un feroz masacote en el que la armonización de trompeta, saxofón y trombón, imparte un sonido robusto, tipo ‘big band’, a Timbalaye, banda que también domina los patrones rítmicos del folclor afroboricua, como Irizarry evidenció en “Bomba mundo”.

El dominio de la tradición cubana, como demostró en el chachachá jazz “No Apparent Reason”, de una lectura precisa, es otro de los atributos de Ralph Irizarry. En “Piesote” y “Rumba Jazz” confirmó que es un percusionista que, en la conceptualización de “Timbalaye”, se ha nutrido mucho del acercamiento al jazz de pioneros como Willie Bobo, Mongo Santamaría, Sabú Martínez y Cándido Camero, pero que en su formación como timbalero sus referencias son evidentemente Tito Puente, Manny Oquendo y Orestes Vilató.

Aplaudido de pie y ante al clamor del soberano por otra interpretación , Ralph y Timbalaye se despidieron con la composición “Monte adentro” de Ricardo Pons, estructurada en torno a la tonada de un seis chorreao, cuya dinámica nuevamente propició el despliegue del swing del colectivo, sobresaliendo el trombonista Omi Ramos y el bajista Alex Ayala.

La segunda noche del Puerto Rico Heineken Jazzfest finalizó con el debut del quinteto de Luis Salinas, una de las sensaciones de la guitarrística latina que escala peldaños en el jazz posmoderno.

El repertorio sudamericano es recurrente en sus recitales. Anoche se acercó al clásico “El día que me quieras”, de Gardel y Lepera, y también al bolero “Cuenta conmigo” que interpretó con perfecta dicción y afinación, ampliando su versión con ‘scats’ al igual que en “Cha cha rock”.

En “Para Cheo y Papo”, Salinas canalizó su afición por la salsa en una adaptación de la composición “No vuelvo más” de Rubén Blades que Cheo Feliciano grabó en 1975 en el elepé “The Singer”, con un arreglo de Papo Lucca.

Luis Salinas, después de la explosión de ritmos de Ralph Irizarry, aportó la nota sutil e íntima de la velada con un concepto, en ocasiones, más ‘smooth’ y que amplió con fusiones con el rock, como en “Vamos por ahí”, en la que el intercambio con su hijo Juan Salinas, ambos en la guitarra eléctrica, condujo a una dinámica electrizante que levantó a muchos de las gradas con la incorporación de Roberto Quintero como invitado con un solo de tumbadoras que desembocó en otro del baterista Argenis Peña.

Al filo de la medianoche, Salinas tocó “Alfonsina y el mar” y minutos después el quinteto se reforzó con Quintero en las congas (luego entró Gadwin Vargas por él), Ralph Irizarry en el timbal, el saxofonista Aníbal Rojas de Timbalaye y otros músicos, concluyendo la segunda jornada del festival con una sabrosa e inolvidable descarga, posiblemente el segmento más excitante registrado hasta anoche en el evento, conforme a la intensidad de los aplausos.

La vigésimo sexta edición del PRHJF continuará esta noche con Furito Ríos y su Standard Bomba, la música del baterista Antonio Sánchez y el regreso del saxofonista cubano Paquito D’ Rivera.



Entrevista a Furito Rios

El saxofonista José “Furito” Ríos presentará su más reciente trabajo discográfico, titulado “Standard Bomba”, en la apertura de una velada que amenizarán los grupos del baterista Antonio Sánchez y del veterano saxofonista cubano Paquito D’ Rivera.

Pero no será cualquier apertura.

Furito ha logrado una integración profunda entre la herencia africana del jazz, que radica en la esencia del blues, y el ritmo de la bomba, en su diversidad de seises o toques. Y debutará con su concepto en la tarima del Puerto Rico Heineken Jazzfest con una banda muy aceitada, que conforman el pianista Juan Luis Angleró, el contrabajista Junior Irizarry, el baterista Héctor Matos y los barrileros Héctor Calderón, Omar ‘Pipo’ Sánchez, Víctor Emanuelli y Mariela Mendoza.

“Lo primero que puedo decir de ‘Standard Bomba’ es sobre la plena, que es un ritmo mucho más joven que la bomba. Son los dos géneros que nos abarcan, como también es la música jíbara. Hemos logrado que al público que le gusta el folclor vean su ritmo expuesto de otra manera, pues tienen la misma raíz africana. Hay un punto en que convergen los dos ritmos y ese punto es ‘Standard Bomba”, dijo Furito a la Fundación Nacional.

La receptividad de los puristas o el sector más conservador de los seguidores del folclor afroboricua ha sido muy positiva hacia su trabajo, según la describe. “Es mi apreciación. Lo han tomado como suyo. Quizás sea porque yo no le digo ‘bomba jazz’ o ‘jazz con bomba’, sino que al decir ‘Standard Bomba’ estoy acudiendo al repertorio clásico del jazz y sus estándares, pero trayéndolos al ritmo de bomba, pero no como se enseña. Ambos ceden un poco de su acento. Por eso no puede decir jazz ni bomba, sino ‘Standard Bomba”, explicó Furito, quien creó sobre la base melódica de clásicos de la era del be-bop originales de Charlie Parker, Dizzy Gillespie y Freddie Hubbard como “Confirmation”, “Hot House” y “Birdlike”, entre otros.

De hecho, las experimentaciones jazzísticas de Furito con los ritmos autóctonos de Puerto Rico se remontan a mucho antes de su Festival de Jazz Borikén, parte de su legado a la cultura nacional. Aunque no extraña dicho taller, sí le complace su contribución al jazz puertorriqueño, con la diversidad de retos y limitaciones que encontró a su paso.


José Furito Ríos


“Las cosas se hacen y tienen un espacio y tiempo. Ya pasó, pero trajimos a la escena musical unos conceptos que de allá para acá se han desarrollado, como el jazz con cuatro, aparte del Jíbaro Jazz de Pedrito Guzmán. Mi propuesta era completamente diferente. Uno se siente a gusto al saber que su trabajo tuvo un alcance como ese. Claro, si hubiéramos estado en Estados Unidos hubiéramos logrado un respaldo monetario para seguir trabajando y ese no es el caso de nuestro país”.

El Festival de Jazz Borikén no redundó en ganancias en metálico, pero sí en un millón de satisfacciones artísticas y personales. “Es una satisfacción bien grande saber que es un ente de cambio en muchas cosas, no solo en el trato hacia los músicos, desde cómo se les paga y cómo se les trata”.

A su entender, el Festival de Jazz Borikén impulsó el trabajo de talentos como Papo Vázquez, Henry Cole, Paoli Mejías y otros. “Henry Cole nadie lo conocía y el primer trabajo importante que hizo en el jazz lo hizo con nosotros. Fue un ente que afectó la escena musical del País. Tuvo su tiempo y su espacio. No lo echo de menos porque fue mucho trabajo para nosotros. Las ganancias profesionales fueron demasiadas”.

Respeto a “Standard Bomba”, es indiscutible su potencial de proyección internacional. No ha trascendido, empero, por sus limitaciones en términos del andamiaje promocional.

“Es sumamente viable. Pero la promoción y el dinero que se necesita no lo tenemos. Ahora mismo con la situación económica mundial menos oportunidades hay. Cuando salí con mi primer disco de jazz no querían grabar puertorriqueños, ahora es muchísimo menos. Esto es simple: lo haces o lo haces tú”.

A pesar de lo dificultoso que es distribuir sus producciones en Puerto Rico, próximamente Furito Ríos lanzará un par de discos de las sesiones en el Festival de Jazz Borikén mientras ya trabaja en el segundo volumen de “Standard Bomba”. Ambos estarán en la tiendita de la Fundación Nacional para la Cultura Popular.

En su debut con el concepto aludido en el Puerto Rico Heineken Jazzfest, a Furito le enorgullece compartir el escenario con una persona muy especial: su hijo Raúl Ríos.

“Está desarrollándose en la música clásica y popular, una hazaña que pocos están haciendo en nuestro país. Ha trabajado en Nueva York con orquestas como la del Metropolitan Opera House. Está muy bien encaminado”.

El grupo de Furito Ríos despegó en la escena jazzística nacional en 1995, precisamente en el Puerto Rico Heineken Jazzfest. Su regreso, 20 años después, es motivo de celebración.

“Estamos ansiosos por hacer un buen trabajo, como siempre lo hemos hecho. Por el tiempo y porque es un día después de mi cumpleaños (el 18 de marzo), que cumplo 50 años”, apuntó.


Reseña de la tercera noche: ‘Standard Bomba’: lo mejor del Festival

Con una propuesta digna de los escenarios jazzísticos internacionales, nuestro Furito Ríos celebró su cumpleaños con “Standard Bomba”, el capítulo más excitante de la tercera jornada de la vigésimo sexta edición del Puerto Rico Heineken Jazzfest.

Con el acompañamiento de los barrileros Héctor Calderón y Víctor Emanuelli en el primo o buleador, y Raúl Rodríguez, Omar Sánchez y Mariela Mendoza en el seguidor, el saxofonista sorprendió al público del Festival con el concepto más tradicional de las tres noches pues tanto la bomba como el blues, base de sus versiones de los estándares de la era del be-bop que estampó en el cedé “Standard Bomba”, son expresiones de raíces africanas.

Su convergencia es la expresión que Furito clasifica, no como bomba jazz ni jazz bomba, sino como “Standard Bomba”, donde seises o toques como el bámbula, hoyo mula, holandé y el corvé revitalizan obras como “Birdlike”, “Body & Soul”, “Yes or No” y “Confirmation”, originales de los legendarios Freddie Hubbard, Johnny Green, Wayne Shorter y Charlie Parker.

La propuesta de Furito, en un mundo que se empequeñece dramáticamente gracias a la globalización mediática de las culturas, sugiere imágenes de Charlie Parker caminando con su saxofón junto a Rafael Cepeda con un barril al hombro o el contraste de la convulsión del subterráneo del bajo Manhattan con el olor a melao que emana del ingenio azucarero.

Si bien la interpretación de los seises de bomba, además de los barriles primo y seguidor, tradicionalmente se ha caracterizado por instrumentos como la maraca de higüera y el cuá, anoche el complemento de dichos instrumentos afroboricuas de percusión menor lo aportó nítidamente el baterista Héctor Matos.

Al repertorio auténticamente jazzístico de la presentación de “Standard Bomba”, Furito incorporó la composición “Little Sunflower”, clásico del trompetista Freddie Hubbard que interpretó un músico muy especial: su hijo Raúl en la trompeta, joven que también lo acompañó en “Birdlike”, resultando evidente por demás su buen labio, tono brillante y recio, fraseo expresivo y swing.

“Cherokee” descansó en la arrolladora base de los barriles, en el solo de Furito en el saxofón tenor, con su peculiar profusión de notas, y particularmente en el solo del pianista Juan Luis Angleró, muy familiarizado con el lenguaje del jazz.

Con los estribillos tradicionales de “Yo bailo mi bomba en barrilé”, “Bambulae sea ya”, “Pablolín”, “Oye Leticia” y “Los nombres nombrados”, los barrileros cantaron a las familias que han cultivado la bomba por generaciones y alternaron en algunas figuras de baile, como los piquetes que pidió Mariela, con Furito improvisando en torno a las melodías de estos cantos de la bomba ancestral.

A segunda hora, el baterista azteca Antonio Sánchez presentó su obra maestra “La Suite de los Meridianos”, que ha sido elogiada por la prensa internacional y que, concebida en su primera parte en torno al ‘straight ahead jazz’, revela el perfil fílmico de la formación de este virtuoso de la batería, egresado de Berklee y que ha tocado con los grandes del jazz, incluidos los boricuas Miguel Zenón y David Sánchez.

“La Suite de los Meridianos” es un viaje por la geografía del cuerpo y la mente que combina sonidos acústicos y electrónicos; jazz y rock, y una música muy personal que se sugiere a la imaginación de cada cual. De lo violento a lo sublime y esotérico, Antonio y su cuarteto Migration (John Escreet en el piano, Matt Brewer en el bajo, Seamus Blake en el saxofón tenor y su esposa Thana Alexa en los efectos vocales) desafían la métrica de la música y los rigores de la armonía para subyugar al auditorio con un concepto que a veces transita más por el sendero del ‘free jazz’.

En los ‘scats’ y ornamentos melódicos de Thana son claras las influencias de la cantante Petra Haden, que ha recreado con su voz los temas de películas como “Superman” y “La Guerra de las Galaxias”.

A tercera hora, el saxofonista cubano Paquito D’ Rivera y su quinteto, con toda la veteranía y experiencia acumulada a través de una vida consagrada a la música, matizó con la sonoridad del Caribe su repertorio al incorporar a Víctor Provost en el tambor de acero.




De su concepto discográfico en honor de Armando Manzanero, abordado por su paisano Jesús “Chombo” Silva en la década de 1960 con Gema Records, pero ampliado por Paquito con swing y variaciones melódicas, D’ Rivera aportó a la velada una nota de romanticismo con su versión del bolero “Llévatela”.

De otro trabajo reciente, en que integra el jazz con la música clásica, Paquito dobló al clarinete para interpretar en blues el “Segundo Movimiento para Clarinete y Orquesta” de Wolfgang Amadeus Mozart, a quien identificó como el músico más grande del mundo.

Paquito D’ Rivera se despidió con la parte para piano de la “Suite de Andalucía” de Ernesto Lecuona, oportuna para que su pianista Alex Brown desplegara sus conocimientos de la obra del compositor cubano más famoso e influyente de la historia. Y no sólo Brown, sino el colectivo porque su versión de Lecuona es un soberbio ‘tour de force’ en que hay acomodo para el blues, el swing, la bomba, la llanera y otros ritmos, en una confluencia extraordinaria de géneros.





A petición del soberano, que a las 12:20 a.m. de hoy se resistía a abandonar el Anfiteatro Tito Puente, Paquito y sus músicos complacieron con el bossa nova “Song For Maura” que, con mucha empatía, desembocó en el montuno de “Oye cómo va” de Tito Puente.

El Festival concluyó el domingo 20 con el homenaje al maestro Ray Santos. Esa última velada contó con la actuación de la cantante Roberta Gambarini y de la Big Band de Humberto Ramírez que tuvo la Dirección Musical del homenajeado, el Maestro Ray Santos


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