20 años
Han pasado veinte años y mucho se ha escrito. Pero nadie mejor que Willie Colón para expresar el sentimiento hacia El Cantante.
Su "Perdónanos Héctor" resume magistralmente lo que TODOS hicimos o dejamos de hacer ante su tragedia. Willie estaba en Sevilla, España, cuando Lavoe se fue y cuando le escribió.
Este es su texto, su carta, su despedida para el compañero...
Léanlo otra vez, Por Favor...
El jibarito de Machuelito, cerca de la cantera de Ponce. El espíritu de Borinquen y los barrios pobres de toda América. El aguacate de noventa libras que llegó a los nuevayores para fajarse con los bravos.
Aquel muchacho que aplicó los cantos de Gardel, Felipe Pirela, Ramito y Odilio con los rosarios de la cruz agregándole la malicia de Cheo y Maelo, dándole una voz a ese vacío desolado, enajenado que los de la banda de acá no podíamos cruzar. Héctor Juan Pérez fue ese puente entre el pasado y el futuro de nuestra cultura popular. Héctor Juan Pérez se transformó en una persona llamada Héctor Lavoe para poder cumplir una misión que poco a poco se convirtió de un crucero de placer a un desafío contra mar y marea.
Graduado de la Universidad del Refraneo con altos honores, miembro del Gran Círculo de los Soneros de los Soneros, poeta de la calle, maleante honorario, héroe y mártir de las guerras cuchifriteras donde batalló valientemente por muchísimos años. Los capitanes de mandinga lo respetaban, por eso lo bautizaron El Cantante de los Cantantes . Los beginners le temían.
Cuando se trataba de labia, Héctor Lavoe era un bravo. En cuestiones de negocio, amor y amistad no lo era. El pueblo fue cómplice en esta tragedia. Héctor le podía mentar la madre a todo el mundo y el público se reía. Lo malcriaron.
La historia de Héctor Lavoe está llena de traiciones y desengaños. El jibarito good looking que volvía a todas las mámises locas quería también ser malote de barrio. Con el tiempo, los regalitos de sus amigos del traqueteo se convirtieron en gruesas y pesadas cadenas. Ese fallo repercutió en una serie fatal que al final nos llevó a ese muchacho que le cantó al Todopoderoso con todo su corazón.
También fue traicionado por el mundo del negocio; disqueros que siguen viviendo como jeques sauditas, vendiendo sus discos y revendiéndolos en CD s sin pagar regalías, mientras Lavoe quedó lánguido en su pobreza; promotores que le ofrecían migajas para poder vender boletos a sus espectáculos donde exhibían a El Cantante de Cantantes en su agonía; impostores tratando de reclamar la carrera y la memoria de Héctor Lavoe como propiedad personal; la comunidad legal latina también le dio la espalda cuando reclamamos de su ayuda para defenderlo contra la explotación; y yo, que también lo traicioné al no tener el valor de verlo en esa condición.
La vida valía más que el dólar para Héctor. Y al descubrir ésto se le acercaron los tiburones de agua sucia como si estuviera sangrando. Dios sabe que aquellos que se han ganado la vida devorando a otros y viviendo solamente por el billete tendrán pocos que les lloren y menos que los recuerden en sus rezos.
Pionero, maestro, compañero, hoy América Latina llora por ti. Héroe de la gente pobre. Víctima de las amenazas que están acabando con nuestro pueblo. Mártir de la salsa, el monstruo que ayudaste a crear.
Perdónanos, Héctor.
Comment (1)
15 de julio de 2013, 15:54
El pueblo pobre de venezuela ama a hector lavoe y a willie colon lamentablemente perdimos a estos dos artistas uno murio y otro se dejo convencer por el oro y la comodidad criticando a chavez lo que hace es escupir para arriva.
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