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Fuente: La República, Perú. Por: Ángel Páez
Alegría afroperuana
Una nueva forma de hacer jazz invade los escenarios de EEUU: es el Afro-Peruvian Jazz, un contagiante y sabroso ritmo que le debe a Gabriel Alegría y a su Afro-Peruvian Sextet haberse ubicado en el centro de la atención de los fanáticos. El trompetista está en Lima para dar cuenta del fenómeno al que se han sumado músicos de otras latitudes.
El pianista y director de orquesta de jazz latino de resonancia mundial Arturo O’Farrill, hijo primogénito del legendario Chico O’Farrill, uno de los inventores del jazz afrocubano, postuló a una plaza de profesor en la escuela de música de la New York University (NYU). Para su sorpresa, no la consiguió. Se la arrebató un tal Gabriel Alegría, un trompetista peruano radicado en la Gran Manzana.
Intrigado, O’Farrill buscó información sobre su contrario. Hasta entonces no sabía nada de su existencia. Una vez que escuchó la música de Alegría, comprendió la razón de la derrota. Así que le escribió un correo para invitarlo al famoso festival de jazz latino que el propio O’Farrill organiza cada año en el Symphony Space de Manhattan. El día del concierto, Arturo O’Farrill presentó al trompetista de la siguiente manera: “Este es el hombre que me venció en un concurso para ocupar un puesto de profesor en la NYU. Por eso él está aquí y por su música. Disfrútenla”, dijo al público para asombro del músico nacional.
“Al escuchar lo que relató Arturo O’Farrill sobre el escenario me avergonzó mucho porque yo no sabía que él había competido conmigo por un trabajo como profesor y que yo le había ganado”, afirma Gabriel Alegría, nacido en Lima, en 1970: “Desde entonces somos grandes amigos y ha grabado con nuestra banda”.
El concierto en el Symphony Space, sin embargo, no fue un episodio anecdótico. Era la prueba de que el jazz afroperuano ya no era visto ni oído como una manifestación exótica dentro del mundo del jazz latino. Ahora es aceptado como un robusto y atractivo género que ha emprendido un vuelo extraordinario, mucho más en Estados Unidos que en el propio Perú.
Por ejemplo, The Latin Jazz Corner, la publicación que se difunde desde San Francisco, y que es una obligada referencia para los entendidos y aficionados, el año que pasó incorporó como nueva categoría el Afro-Peruvian Jazz o Jazz Afroperuano. Es más, en la reciente selección de las mejores producciones musicales del 2009, The Latin Jazz Corner eligió el álbum Afroperuano, del guitarrista Yuri Juárez –precisamente componente del Afro-Peruvian Sextet de Gabriel Alegría–, como el Mejor Disco del Año de Jazz Afroperuano. Y los músicos del trío limeño Manante, tuvieron tres nominaciones por su disco Para los engreídos (2009).
El jazz afroperuano, señoras y señores, alzó vuelo definitivo y en gran parte se debe al empeño, porfía y destreza del trompetista Gabriel Alegría, que está en Lima para una serie de conciertos con el propósito de difundir Pucusana, un compendio de la vertiente nacional del jazz que deslumbra por su energía, sabor y encanto.
De costa a costa
“Desde Nuevo Mundo (2008) hasta Pucusana (2010) más que cambios lo que ha pasado con nuestro sexteto es que ha madurado y consolidado. Cada músico ha aprendido a dominar más naturalmente el lenguaje del jazz afroperuano, que está en pleno proceso de evolución y descubrimiento”, explica Alegría, hijo del dramaturgo Alonso Alegría y nieto del escritor Ciro Alegría: “Podría decir que hoy el lenguaje del jazz afroperuano se ha fortalecido y fluye con una dinámica propia. Y eso se debe a que pasamos más tiempo juntos, compartimos la misma comida, el mismo lugar donde dormimos, los mismos escenarios. Hemos creado una verdadera convivencia musical”.
Cada año Gabriel Alegría y su Afro-Peruvian Sextet organiza a una tribu de fanáticos a los que capta en los conciertos que ofrece a lo largo y ancho de los Estados Unidos y se viene con todos para hacer una suerte de viaje a los orígenes de la música peruana de raíces africanas. En este año, con el Tour Perú III arribaron veinte seguidores con los que estuvieron en el famoso Callejón del Buque y luego se desplazaron a Chincha. Ya lo decía Nicomedes Santa Cruz, el que no conoce la negritud no sabe nada del Perú.
En el Tour Perú II del 2008, una pareja de esposos ítalo-norteamericana, entusiasmada por la música afroperuana, la gastronomía nacional y la peña “Don Porfirio” de Barranco, le propuso a Gabriel Alegría montar un local en Nueva York exclusivo para ejecutantes del jazz afroperuano donde se sirviera comida peruana.
“Les dije que por supuesto, pero no creí que sería cierto, que todo era una broma. Sin embargo, luego me llamaron y me dijeron que ya tenían el local, entre la Tercera Avenida y Lexington. ‘Huevito’ (Freddy Lobatón, el percusionista del sexteto) le puso el nombre. Se llama Tutuma Social Club. Es el primer centro de jazz afroperuano en los Estados Unidos y es un éxito rotundo”, relata Gabriel Alegría, que actúa como director musical del lugar.
El Tutuma Social Club se ha convertido en el templo del jazz afroperuano en el corazón de Nueva York. Aparte de artistas peruanos se han presentado otros de distintas partes del mundo fascinados por la música afroperuana, como el eximio ejecutante de la tabla y la percusión india Badal Roy, el guitarrista neoyorkino Eric Kurimski, la vocalista argentina Sofía Koutsovitis, la cantante californiana Lisa Harriton, la guitarrista e intérprete chilena Camila Meza, y el bajista neoyorkino Edgard Pérez, entre otros.
Ahora Gabriel Alegría y su Afro-Peruvian Sextet ingresarán a una nueva etapa con las composiciones de la saxofonista Laura Andrea Leguía. Harán jazz afroperuano cantado con la intervención de intérpretes cuya identidad es un secreto. “Pero no, uno de ellos no será Arturo O’Farrill. Además, ya grabó en Pucusana”, dice Alegría: “Haremos la presentación en una azotea, a la manera de los Los Beatles en Abbey Road, de improviso, para los amigos, y será en esta semana”. Ya nada detiene a la tromba afroperuana. Que suene a reventar.
GRACIAS POR EL FUEGO
La fórmula de Gabriel Alegría y la Afro-Peruvian Sextet es completamente distinta a lo que hacen otros artistas en el Perú. Se vale del jazz tradicional para componer variaciones con ritmos afroperuanos y no al revés, como aquí se suele experimentar. Por eso los tradicionales “Toro Mata” y “Taita Guaranguito” suenan diferente y con potencia inusual debido a la trompeta de Gabriel Alegría y el saxofón de Laura Andrea Alegría. La versión del clásico norteamericano “My Favorite Things” llamaría la atención de sus propios autores por la inyección de la chispa afroperuana. Pero debemos destacar las composiciones del sexteto, en especial “Pucusana” y “Puerto Pimentel”. Alegría y su grupo ha descubierto una verdadera veta. Y solo es el principio.
Alegría afroperuana

El pianista y director de orquesta de jazz latino de resonancia mundial Arturo O’Farrill, hijo primogénito del legendario Chico O’Farrill, uno de los inventores del jazz afrocubano, postuló a una plaza de profesor en la escuela de música de la New York University (NYU). Para su sorpresa, no la consiguió. Se la arrebató un tal Gabriel Alegría, un trompetista peruano radicado en la Gran Manzana.
Intrigado, O’Farrill buscó información sobre su contrario. Hasta entonces no sabía nada de su existencia. Una vez que escuchó la música de Alegría, comprendió la razón de la derrota. Así que le escribió un correo para invitarlo al famoso festival de jazz latino que el propio O’Farrill organiza cada año en el Symphony Space de Manhattan. El día del concierto, Arturo O’Farrill presentó al trompetista de la siguiente manera: “Este es el hombre que me venció en un concurso para ocupar un puesto de profesor en la NYU. Por eso él está aquí y por su música. Disfrútenla”, dijo al público para asombro del músico nacional.
“Al escuchar lo que relató Arturo O’Farrill sobre el escenario me avergonzó mucho porque yo no sabía que él había competido conmigo por un trabajo como profesor y que yo le había ganado”, afirma Gabriel Alegría, nacido en Lima, en 1970: “Desde entonces somos grandes amigos y ha grabado con nuestra banda”.
El concierto en el Symphony Space, sin embargo, no fue un episodio anecdótico. Era la prueba de que el jazz afroperuano ya no era visto ni oído como una manifestación exótica dentro del mundo del jazz latino. Ahora es aceptado como un robusto y atractivo género que ha emprendido un vuelo extraordinario, mucho más en Estados Unidos que en el propio Perú.
Por ejemplo, The Latin Jazz Corner, la publicación que se difunde desde San Francisco, y que es una obligada referencia para los entendidos y aficionados, el año que pasó incorporó como nueva categoría el Afro-Peruvian Jazz o Jazz Afroperuano. Es más, en la reciente selección de las mejores producciones musicales del 2009, The Latin Jazz Corner eligió el álbum Afroperuano, del guitarrista Yuri Juárez –precisamente componente del Afro-Peruvian Sextet de Gabriel Alegría–, como el Mejor Disco del Año de Jazz Afroperuano. Y los músicos del trío limeño Manante, tuvieron tres nominaciones por su disco Para los engreídos (2009).
El jazz afroperuano, señoras y señores, alzó vuelo definitivo y en gran parte se debe al empeño, porfía y destreza del trompetista Gabriel Alegría, que está en Lima para una serie de conciertos con el propósito de difundir Pucusana, un compendio de la vertiente nacional del jazz que deslumbra por su energía, sabor y encanto.
De costa a costa
“Desde Nuevo Mundo (2008) hasta Pucusana (2010) más que cambios lo que ha pasado con nuestro sexteto es que ha madurado y consolidado. Cada músico ha aprendido a dominar más naturalmente el lenguaje del jazz afroperuano, que está en pleno proceso de evolución y descubrimiento”, explica Alegría, hijo del dramaturgo Alonso Alegría y nieto del escritor Ciro Alegría: “Podría decir que hoy el lenguaje del jazz afroperuano se ha fortalecido y fluye con una dinámica propia. Y eso se debe a que pasamos más tiempo juntos, compartimos la misma comida, el mismo lugar donde dormimos, los mismos escenarios. Hemos creado una verdadera convivencia musical”.
Cada año Gabriel Alegría y su Afro-Peruvian Sextet organiza a una tribu de fanáticos a los que capta en los conciertos que ofrece a lo largo y ancho de los Estados Unidos y se viene con todos para hacer una suerte de viaje a los orígenes de la música peruana de raíces africanas. En este año, con el Tour Perú III arribaron veinte seguidores con los que estuvieron en el famoso Callejón del Buque y luego se desplazaron a Chincha. Ya lo decía Nicomedes Santa Cruz, el que no conoce la negritud no sabe nada del Perú.
En el Tour Perú II del 2008, una pareja de esposos ítalo-norteamericana, entusiasmada por la música afroperuana, la gastronomía nacional y la peña “Don Porfirio” de Barranco, le propuso a Gabriel Alegría montar un local en Nueva York exclusivo para ejecutantes del jazz afroperuano donde se sirviera comida peruana.
“Les dije que por supuesto, pero no creí que sería cierto, que todo era una broma. Sin embargo, luego me llamaron y me dijeron que ya tenían el local, entre la Tercera Avenida y Lexington. ‘Huevito’ (Freddy Lobatón, el percusionista del sexteto) le puso el nombre. Se llama Tutuma Social Club. Es el primer centro de jazz afroperuano en los Estados Unidos y es un éxito rotundo”, relata Gabriel Alegría, que actúa como director musical del lugar.
El Tutuma Social Club se ha convertido en el templo del jazz afroperuano en el corazón de Nueva York. Aparte de artistas peruanos se han presentado otros de distintas partes del mundo fascinados por la música afroperuana, como el eximio ejecutante de la tabla y la percusión india Badal Roy, el guitarrista neoyorkino Eric Kurimski, la vocalista argentina Sofía Koutsovitis, la cantante californiana Lisa Harriton, la guitarrista e intérprete chilena Camila Meza, y el bajista neoyorkino Edgard Pérez, entre otros.
Ahora Gabriel Alegría y su Afro-Peruvian Sextet ingresarán a una nueva etapa con las composiciones de la saxofonista Laura Andrea Leguía. Harán jazz afroperuano cantado con la intervención de intérpretes cuya identidad es un secreto. “Pero no, uno de ellos no será Arturo O’Farrill. Además, ya grabó en Pucusana”, dice Alegría: “Haremos la presentación en una azotea, a la manera de los Los Beatles en Abbey Road, de improviso, para los amigos, y será en esta semana”. Ya nada detiene a la tromba afroperuana. Que suene a reventar.
GRACIAS POR EL FUEGO
La fórmula de Gabriel Alegría y la Afro-Peruvian Sextet es completamente distinta a lo que hacen otros artistas en el Perú. Se vale del jazz tradicional para componer variaciones con ritmos afroperuanos y no al revés, como aquí se suele experimentar. Por eso los tradicionales “Toro Mata” y “Taita Guaranguito” suenan diferente y con potencia inusual debido a la trompeta de Gabriel Alegría y el saxofón de Laura Andrea Alegría. La versión del clásico norteamericano “My Favorite Things” llamaría la atención de sus propios autores por la inyección de la chispa afroperuana. Pero debemos destacar las composiciones del sexteto, en especial “Pucusana” y “Puerto Pimentel”. Alegría y su grupo ha descubierto una verdadera veta. Y solo es el principio.
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