EGREM, patrimonio y gestión
Fuente: Granma, Cuba: Por: Pedro de la Hoz
A las puertas de Cubadisco 2019, que empezó hoy y durará hasta el 26 de mayo, la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales de Cuba (Egrem) toca fuerte con la formidable carga de cuidar una parte considerable del invaluable tesoro de la producción sonora insular y continuar atenta a los nuevos exponentes de la creación.
Cincuenta y cinco años lleva en esos menesteres. Se dirá que tuvo la suerte de heredar archivos, de concentrar en esta los registros de la Panart, aquella legendaria empresa fundada en 1944 por el ingeniero Ramón Sabat, y de otros sellos habaneros como Kubaney, Gema, Discuba, Seeco, Velvet y Puchito, y de que luego del proceso de nacionalización y tras el mandato transitorio de la Imprenta Nacional de Cuba, el Estado revolucionario decidiera adjudicar a una nueva entidad, nacida el 31 de marzo de 1964, la gestión de la industria fonográfica.
Pero la suerte vino asistida por el talento y la devoción de sus fundadores, de la confianza de los músicos cubanos y de la consagración y profesionalismo de quienes a lo largo del tiempo han hecho de ella una plaza de la cultura nacional. Cómo no recordar a Pedro Vega y Medardo Montero, por citar dos nombres que en los años 60 llevaron sobre sí el peso de la Egrem, en medio de ingentes dificultades debidas a la hostilidad imperial, la misma de hoy, contra Cuba.
En la conciencia de aquellos y de los que vinieron después estuvo clara la idea de que había que conservar la riqueza acumulada y a la vez proseguir dejando testimonio de lo que se estaba haciendo a cada momento. Es decir, entender que la creación musical es un proceso vivo, de continuidad y desarrollo, de apropiaciones y decantaciones, más allá de la inmediatez, las modas y los vaivenes del mercado, aunque sin obviar, desde luego, los componentes industriales y mecanismos comerciales prevalecientes en el negocio de la música, imprescindibles incluso para garantizar la vitalidad de la propia empresa.
Un paso importante en la gestión patrimonial se dio en 2008 al habilitarse en el seno de la Egrem el Centro de Información y Conservación de Archivos Musicales (Cicam), encargado de la recepción, conservación, custodia y procesamiento de todas las matrices producidas por la empresa con especial atención a las recuperadas de los sellos discográficos precedentes.
En el orden del reconocimiento social y legal, con motivo del aniversario 55 de la Egrem, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural decidió declarar como Patrimonio Cultural de la Nación Cubana las colecciones musicales del archivo de la Egrem. Sus más de 80 000 piezas, entre matrices y pistas, constituyen el más completo repositorio de música cubana existente en el país. De ahí que su conservación y debida promoción sea una misión cultural de primera magnitud, la cual implica prioridades en recursos tecnológicos, materiales y financieros no siempre disponibles, pero que no se pueden dejar de procurar si queremos preservar uno de los más valiosos legados de nuestra cultura y por el cual muchos nos distinguen en el mundo.
Si los archivos son un patrimonio tangible, también lo son los estudios de la Egrem. Los de San Miguel 410, conocidos como estudios Areíto, sobre todo el 101, se reconocen dentro y fuera de la Isla por su historia. Mientras el de la calle 18, de Miramar, poco a poco ha ido marcando hitos en la vida musical, no caben dudas acerca de la significación de haber abierto el 5 de julio de 1980 en Santiago de Cuba los estudios Siboney, por iniciativa del inolvidable compositor Juan Almeida Bosque.
Del interés y la vocación de la Egrem orientados hacia la preservación y gestión patrimonial quisiera compartir dos momentos. Uno relacionado con la extraordinaria contribución discográfica de María Teresa Linares, una de las más notables musicólogas cubanas, quien puso a disposición de la casa los fonogramas editados por ella en la Academia de Ciencias, Viejos cantos afrocubanos y Cancionero hispano-cubano, y el proyecto sugerido por Leo Brouwer para que María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo plasmaran La canción cubana tradicional, basado en canciones muy antiguas del siglo XIX y principios del XX con que la Egrem saludó las Bodas de Oro con la canción de María Teresa.
Otro es la colección Memorias, que ya va por más de 50 entregas. Bajo la diligente y rigurosa rectoría de Jorge Rodríguez, investigador y productor discográfico, esta serie rescata de los archivos para las actuales generaciones testimonios sonoros sin los cuales estaría incompleto el perfil sonoro de la nación.
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