Hermán Olivera, la voz cantante de Eddie Palmieri
Fuente: El Tiempo, Colombia. Por: John Ceron
Herman Olivera, antes de tomar el micrófono para empezar su show salsero en el escenario, se abraza simulando hacerlo al público. Su traje, siempre impecable en cada presentación; su voz, inconfundible, limpia, y su versatilidad a la hora de improvisar (sonear) lo hacen único. Quizá esta fue una de las características que tuvo en cuenta Eddie Palmieri para llevarlo a su orquesta como voz líder. De eso ya han pasado más de 20 años, y el sonero del siglo XXI, como lo bautizó el propio Palmieri, sigue deleitando a los amantes de la salsa.
Sus inicios en la música empezaron cuando tenía 15 años, y desde entonces no ha dejado de sonar, ha compartido tarima con todos los grandes de la salsa y ya es hoy uno de esos grandes. Olivera, en su reciente visita a Bogotá, habló con el TIEMPO acerca de su carrera profesional, su paso por el Conjunto Libre, de Manny Oquendo, y su relación con los demás salseros.
Vamos a sus primeros años. Encontré que su nombre verdadero nombre es Hermenegildo Olivera, ¿cómo nació entonces Herman Olivera?
Cuando estaba en la escuela, una de mis profesoras no podía pronunciar Hermenegildo. Aunque ella lo intentó varias veces, fue imposible. Entonces me dijo: “Desde hoy te llamaré Herman, Herman Olivera”. Llegué a mi casa y les conté a mis padres; no hubo disgusto alguno, y decidí desde ese momento llamarme así.
Vamos a lo musical: comienza su carrera en 1974, ¿con qué agrupación?
Empecé con la orquesta La Justicia II en Nueva Jersey (Estados Unidos), tenía 15 años. Mis padres son puertorriqueños y llegaron a Estados Unidos con el éxodo de los años 50 del siglo pasado y se establecieron en Nueva Jersey, donde nací y me crié. Recuerdo que en las vacaciones íbamos a Puerto Rico; allá escuchaba la música de Tito Puente, Mon Rivera, el Gran Combo de Puerto Rico, entre otros artistas.
¿Cuánto duró en ese grupo?
Fue casi un año con ellos. Luego salto a la orquesta La Sónica; allá conozco a Edwin Bonilla y a Jimmy Bosch, mi amigo de toda la vida. Después de La Sónica me voy al conjunto Caramelo. Este era un grupo que se formó con temas inéditos. Animábamos bodas, bautizos, divorcios, íbamos a donde nos invitaban. Muchas veces fuimos teloneros de las grandes orquestas de la década de los 70, también de la dinastía Fania. Esto pasaba en Nueva York y Nueva Jersey.
¿Su llegada al Conjunto Libre cómo se da?
Estando en una actividad a la que asistieron Ismael Rivera, Bobby Rodríguez y la Compañía y el Conjunto Libre, del cual yo ya era fanático, vieron y escucharon nuestra presentación con el conjunto Caramelo. Después del toque, bajé y conocí a Manny Oquendo, quien era timbalero y bongosero del Conjunto Libre; también estaba Andy González, el director musical, y Pupi Cantor, el vocalista. Le di el teléfono a Pupi, y días después me llama Andy González para cantar con el Conjunto Libre. Ahí empiezo una etapa más grande, más profesional, en Nueva York; estaba ya en las grandes ligas de la música.
¿Qué graba con ellos?
Mi primera producción discográfica es Libre increíble, bajo el sello Salsoul. En este trabajo están las canciones Decídete, No me eches la culpa, Traicionera y Goza la vida. Luego vino Ritmo, estilo y sonido, que es este long play (lo muestra); ahí está el tema Qué humanidad, corría el año 1983.
Maestro Olivera, vamos a dar un salto en su carrera artística, y para los amantes de la salsa es muy importante su paso por la orquesta de Eddie Palmieri...
Siempre he sido fanático de la música de Eddie Palmieri con Ismael Quintana (que en paz descanse), fue parte de mi crecimiento y de la ola salsera que arrasó en el mundo y en Nueva York en los años 70.
¿Cuándo empieza a tocar con Eddie, en dónde estaba usted?
Trabajaba con el maestro Johnny Pacheco y recibí una llamada de la oficina de Eddie. Me dijo que quería que trabajáramos un tiempo corto, pues con él estaban Ismael Quintana y la India. Luego de ese corto paso regreso al Conjunto Libre, era el año 1993. En 1995 me llaman de nuevo de la oficina de Eddie Palmieri, y me hicieron una oferta que no podía rechazar. Era una gira por Europa; hicimos 26 conciertos en 11 países, durante 31 días. En ese tour es en el que el maestro Eddie se percata de mi talento y me ofrece grabar una producción que se denomina El rumbero del piano. Esa es mi primera grabación con él.
¿Qué canciones hay en ese álbum?
Están Oigan mi guaguancó, Dónde está mi negro. Grabo una versión de la canción Malagueña salerosa que fue un éxito instantáneo. Ahí empiezo a viajar por el mundo con quien es mi padrino musical y con quien es el sol de la música. Hoy ya tengo cerca de ocho o nueve producciones discográficas con la orquesta de Palmieri.
Háblenos de esas producciones con Palmieri.
Volvimos a regrabar los temas que ya se habían hecho con Ismael Quintana. Grabamos dos producciones, una titulada La Perfecta II y la otra, Ritmo caliente; en esa están las canciones El Tutu Tata, Tirándote flores, Ritmo caliente y el Molestoso, entre otras.
Usted grabó con Tito Puente un álbum que salió al mercado luego de que él murió.
Se titula Obra maestra y es una idea de Eddie Palmieri con Tito Puente. Unimos las dos orquestas para esa grabación. Se hicieron los arreglos y participaron otros vocalistas, era el año 2000. Con esa producción ganamos dos Grammy.
Un coleccionista de Bogotá, Diego Rodríguez, me pidió preguntarle por ‘Privilegio y honor’.
Ese tema lo compuso Yova Rodríguez, a quien, además, le he grabado un montón de canciones, como Boricua hasta la muerte, Cuando el amor se acaba, El son de Herman, entre otras. Recuerdo de Privilegio y honor que faltaba un tema para terminar una producción, y Yova Rodríguez me dijo que tenía uno que le había escrito a su hijo Kervi, que lo tomara y le pusiera el nombre de mi hijo Giovanny Herman en uno de los soneos. La llevé a la compañía, la aceptaron, le hicimos los arreglos y quedó lo más chévere. Es una canción con una letra muy profunda y gusta mucho.
Usted le hace un tributo a Justo Betancourt cantando ‘Pa’ bravo yo’, ¿cómo es esa historia?
Esa letra es de Ismael Miranda, y ese tema le pertenece al matancero mayor, al único, al número uno: Justo Betancourt; además, esa es su canción bandera, su emblema. En una gira por Puerto Rico con Frank Ferrer y la Descarga Boricua, yo llevaba listos mis dos temas originales para tocar; uno de ellos era Qué humanidad y otro. En el ensayo, Ferrer me dice: “Vas a cantar Qué humanidad, y quiero que cantes Pa’ bravo yo”. Me sorprendió, y le respondo: “¿Por qué tú quieres que yo cante esa canción si es de Justo Betancourt? Yo tengo mis temas y no creo que funcione”. Ferrer me dijo: “Sí va a funcionar, y tú vas a hacer algo lindo con ese tema”. Yo seguía sin entender, y lo contradecía. Al fin tuve que ceder, pues él era el productor. Al final le contesté: “Está bien, la voy a grabar, pero no estoy de acuerdo, respeto esos temas grandes”.
¿Y al final qué pasó?
Me fui para el hotel y estaba tan estresado por eso que me enfermé, me dio catarro. Ferrer me dice: “Vamos a hacer una cosa, lo grabas y si no sale bien, no lo incluyo en el video, pero si funciona va completo”. Al fin lo grabamos, y a él le gustó, mientras que yo le buscaba las imperfecciones y lo negativo; al final me dijo que lo dejáramos. Salió el disco. Y el video. Y la gente empezó a pedirlo. Me decían: ‘Haz el tributo a Justo con Pa’ bravo yo’; decidí meterle soneos, y finalmente le rindo un tributo al matancero mayor.
¿Hizo parte del sello Fania?
Nunca tuve una historia con Fania. Trabajé con Johnny Pacheco año y medio en su grupo, al que denominamos el Tumbao Añejo. Acompañaba a Celia Cruz, Pete el ‘Conde’ Rodríguez y Héctor Casanova. Yo cantaba mi par de temas. Viajé con él y aprendí mucho.
Cuando está en su casa, ¿qué música escucha?
Escucho jazz de Charlie Parker, Miles Davis, también se oye Frank Sinatra, al igual que música brasileña. Rosario Flores, Marco Antonio Muñiz y, por supuesto, Herman Olivera.
¿Cómo se define?
Como un narrador bien guarachero.
Cuéntemos de sus visitas a Bogotá...
La primera fue en un Salsa al Parque, y las otras dos, para presentarme en una discoteca salsera, pero pienso seguir viniendo mientras el público me pida.
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