16 dic 2017

Daymé Arocena, revelación



Fuente: Granma, Cuba. Por: Pedro de la Hoz

Entre lo más notable de la actual escena musical cubana, un nombre se destaca, Daymé Arocena. Hoy sábado 16, a las 8:30 p.m., la joven vocalista –cuenta solamente con 25 años de edad- asumirá en el teatro Mella su concierto más retador: allí interpretará los temas de un registro discográfico que la ha catapultado a escala internacional, y a la vez, tendrá que validar ante el público que más le interesa, el de su país, las credenciales de una temprana jerarquía artística que merece ser reconocida.

Ser consecuente con una tradición y aportar, sin alardes ni artificios, elementos para su renovación, no es poca cosa en medio de un panorama en el que aparentes novedades maquillan actitudes miméticas que responden más a urgencias comerciales que a arraigadas convicciones estéticas.

Daymé desde el entorno del jazz y la canción y Danay Suárez desde el hip hop han visibilizado en este 2017 las dos más ciertas y promisorias posibilidades de actualización de los códigos de la música popular cubana de proyección vocal. Una con el disco Cubafonía; la otra, mediante Palabras manuales. Ambas producciones fueron respaldadas por sellos extranjeros, lo cual debe llamar la atención de las casas cubanas en cuanto a activar mecanismos capaces de atraer a esos talentos.

La Arocena compuso todos los temas de Cubafonía y pactó alianza con músicos como el contrabajista Gastón Joya, autor de la mayoría de las orquestaciones, y un grupo de excelentes intérpretes jóvenes, ubicados en la vanguardia, que la acompañarán también en el Mella: el pianista Jorge Luis Lagarza, el bajista Rafael Aldama, el baterista Ruly Herrera, el percusionista Yaroldi Abreu, los saxofonistas Yuniet Lombida y Emir Santa Cruz, el trompetista Mayquel González, el trombonista Heikel Trimiño y el guitarrista Rober Luis. Si cito la nómina es porque entre ellos y Daymé se logran afinidades decisivas.

En el disco, y sobre el escenario, el auditorio observará un toma y daca enriquecedor entre el jazz afrocubano, sus fuentes primigenias folclóricas y otras especies cubanas que van desde la rumba hasta el changüí, sin obviar el mambo –donde lo retomaron Chico O’Farrill y Mario Bauzá después de Pérez Prado- y el bolero en sus vertientes filinescas.

Para Daymé, el encuentro con el productor y pinchadiscos británico de origen francés Gilles Peterson, fue providencial en la consolidación de una proyección artística, pero ella, por sí misma, poseía –y posee- todos los ingredientes para ser lo que es: formación académica en el sistema de la enseñanza musical de la Isla –dirección coral-, el sonido del barrio incorporado a su sensibilidad –Lawton, los cantos de la calle y la familia-, poder de asimilación –contactos e intercambios tanto con veteranos como con jóvenes maestros del jazz-, y una ductilidad vocal envidiable, en su breve y macizo cuerpo, la hermosa negrura reluciente de su piel y la sonrisa que nunca pierde.

Ya eso se veía venir con su primer disco, Nueva Era, lanzado en el 2015.

Cubafonía superó la altura de la órbita inicial. Y para no ser menos, su voz está en Oddara, el álbum de la saxofonista canadiense Jacve Bunnet, que con el grupo de muchachas cubanas Maqueque acaba de obtener una nominación a la 60 edición de los Grammy.

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