31 dic 2017 0 comentarios

Obituario 2017: los que se fueron



Antes de que el 2017 se vaya, dediquemos un momento para recordar a algunos de los músicos que nos dejaron en este año

Luis “Mayito” Valdés (23 Enero), cantante de Los Van Van

Enrique “Nené” Alvarez (7 Febrero), cantante, arreglista y compositor cubano, director y cantante de Los Soneros de Camacho

Ralph Castrello (12 Febrero), trompetista en la formación original de la Orquesta Harlow

Luis Young Agüero “Lucho Macedo” (2 Marzo), pianista y compositor peruano, indiscutido protagonista de la música tropical en nuestro país. La Sonora de Lucho Macedo fue la orquesta bailable más importante en el Perú entre las décadas del 50 y 60 del siglo pasado

Víctor “Kano” Rodríguez (7 Marzo), trompetista por más de treinta años de El Gran Combo de Puerto Rico

Dave Valentin (8 Marzo), uno de los grandes de la flauta del jazz latino, con una importante discografía como líder y colaboraciones con nombres importantes de la Salsa y el Jazz

Salvador Cuevas (9 Mayo), bajista nacido en New York quien definió un estilo basado en el slap para tocar el instrumento y que marcó gran influencia en los músicos de las siguientes generaciones. Saltó a la fama con su estancia en la Orquesta de Willie Colon y luego fue integrante de Fania All Stars

Albert Torres (26 Mayo), reconocido bailarín nacido en New York y quien fuera promotor de los Congresos de la Salsa que recorrieron el mundo

Andrés Soto (7 Julio), cantautor peruano, cuya composición más famosa es “El Tamalito”

Carolina Rey (24 Julio), trompetista venezolana que fuera parte de la orquesta Salserín

Puchi Rodríguez (29 Julio), cantante puertorriqueño que grabó con Los Hijos de los Célebres. Era hijo de Pellín Rodríguez

Jorge Calixto “Cali” Rivera (30 Julio), reconocido fabricante de instrumentos de percusión, especialmente campanas. Creador de JCR Percussion

Luis “Máquina” Flores (16 Agosto), legendario bailarín de la época del Palladium de New York

Sergio Rivera (25 Setiembre), pianista puertorriqueño, líder del Grupo Caribe

Elías Lopés (23 Octubre), uno de los trompetistas puertorriqueños más importantes en la historia de la Salsa. Grabó más de mil discos con diversas orquestas y cantantes. Fue líder de Elías Lopés y La Compañía

Gilberto Papi Oviedo (30 Octubre), tresero cubano que grabó con muchas orquestas en la isla. Se le recuerda principalmente por su estancia en el Charangón de Elio Revé

Bobby Matos (12 Noviembre), percusionista, compositor, productor, arreglista y director musical nacido en New York, quien fue gran protagonista del movimiento del latin jazz, rpincipalmente en la Costa Oeste de los Estados Unidos

Francisco Papo Clemente (28 Noviembre), percusionista boricua que participó en muchas agrupaciones musicales, entre ellas: Roberto Roena y su Apollo Sound, Tommy Olivencia, Puerto Rico All Stars, Salsa Fever de Julio Gunda Merced y Tito Rojas

Piro Mantilla (10 Diciembre), cantante puertorriqueño que fue la voz principal en la primera etapa de Roberto Roena y su Apollo Sound
30 dic 2017 0 comentarios

Don Perignon viene a Lima



Gran noticia de fin de año: ayer se anunció que el músico boricua Don Perignon, el líder de La Puertorriqueña, llegará a Lima.

La fecha anunciada para el show será el sábado 16 de junio 2018 (el mismo día del debut de la seleción peruana en el mundial de Rusia), el mismo que presentará a Perignon con sus cantantes Rico Walker, Josué Rosado y Joe Gonzalez.

Será un evento de JR Producciones. Salsa buena!
27 dic 2017 0 comentarios

Alfredo Linares entregó partitura original de "Mambo Rock" a Museo Jairo Varela


Aunque muchos colombianos puedan pensar que es caleño, Alfredo Linares es peruano. Es probable que la culpa de esta confusión sea "Mambo Rock" el tema que instaló al pianista nacional en el subconsciente del salsero colombiano.

Ayer, durante las actividades del Museo Jairo Varela en el marco de la 60 Feria de Cali, Linares cedió las partituras originales de uno de sus más grandes éxitos al museo que dirigen Cristina (la hija de Jairo) y Umberto Valverde.

Fue un momento especial, en el cual se encontraba también el trompetista José Aguirre (director actual del Grupo Niche) quien reconoció a Alfredito como uno de los grandes en el cual se inspiró para desarrollar su carrera musical.

Felicitaciones a Alfredo Linares, quien se mantiene vigente con su música en el hermano país de Colombia
26 dic 2017 0 comentarios

Bobby Valentin: "La ciudad más salsera es Cali"



Fuente: El País, Colombia. Por: Ossiel Villada  y Paola Gómez

El nombre de Bobby Valentín hace parte de la 'banda sonora personal' de cualquier caleño salsero. Su música se sigue bailando y reclamando en esta ciudad, con el mismo ímpetu de cuando fue grabada.

Por eso la noticia del regreso de su orquesta para las festividades asociadas a la 60 Feria de Cali generó una enorme revuelo en el ambiente salsero local, que a él mismo lo tiene sorprendido. Tanto, que se ha tenido que dar a la tarea de recuperar muchos temas clásicos casi olvidados, porque sabe bien le serán pedidos en Cali.

Desde su natal Puerto Rico, el 'Rey del Bajo' habló así con El País.

- Maestro, hay mucha expectativa por la noticia de su regreso a Cali. ¿Cómo se siente de volver?
- Contento de que me hayan considerado para volver, porque el de Cali es un público que yo amo muchísimo. Yo te diría que la ciudad más salsera que hay es Cali, y yo estoy de verdad bien agradecido con Cali, porque las veces que he ido el apoyo ha sido inmenso. Y me piden canciones de muchos años atrás, que les traen muchos recuerdos a todos ustedes y a mí. Y eso es lo que voy a tocar.

-¿Qué puede esperar el público caleño, qué incluirá en su repertorio del 28 en el Jorge Isaacs y en los otros espectáculos de Feria?
- Voy a llevar exclusivamente el repertorio que ha gustado allá en Cali. Y te cuento que por esa razón me han hecho trabajar mucho. Me ha tocado buscar las cajas esas en las que yo tengo todo archivado, para sacar música que hace años no toco. Incluso hay un tema que desde 1973 no lo interpreto. 

-¿Cuál es ese, maestro?
- 'La realidad'. Un tema que me han dicho que gusta mucho por allá, que ustedes lo han vuelto a rejuvenecer. En esas cajas de los archivos encontré el arreglo y eso es parte de lo que vamos a interpretar. Así como 'La boda de ella', 'Doña Bella', y muchos más.

- Los caleños vamos a tener la oportunidad de celebrar por adelantando sus 60 años de vida artística, que se cumplen en 2018. Fue en 1958 cuando usted comenzó con el maestro Joe Quijano...
- Claro, yo cumplo 52 con la orquesta fundada, y ya cerca de los 60 como músico profesional, desde 1958 en la ciudad de New York con el maestro Joe Quijano. Ahí fueron mis comienzos, donde trabajé con varias orquestas, hasta que a finales del 65 formé la orquesta y ha sido una bendición porque tenemos altas y bajas como lo tiene cualquier otro, pero ha sido una trayectoria bien bonita. El  público me ha mantenido todos estos años.

- En ese 1958 el maestro Joe Quijano graba un disco icónico de la historia de la Salsa, que es 'La pachanga se baila así'. ¿Usted estuvo vinculado a esa producción?
- Sí, sí, yo estuve vinculado. Yo estaba en la trompeta para esa época, hice 'La Pachanga se baila así'. Y también ese otro tema, 'Yo soy el son cubano', que fue un éxito de entonces y todavía yo sé que todos los melómanos lo siguen buscando. Yo no me acuerdo mucho, porque estamos hablando de 60 años, la ‘computadora’ ya no está funcionando, pero sí hice varios arreglos en esa producción.

- Usted tuvo la bendición de acompañar a grandes leyendas de la música latina. ¿Cómo logró pasar de Quijano a Tito Rodríguez o Charlie Palmieri?
- Bueno, yo me topé primero con Joe Quijano, como te decía, luego de eso con Willie Rosario, con Charlie Palmieri y con Tito Rodríguez. Luego estuve un tiempo con Ray Barreto, hasta que formé el grupo. Pero todos estábamos ahí en la ciudad de New York.
Y se me hizo fácil conectarme con ellos, eso fue como una secuencia: salí de aquí me iba al otro lado y así sucesivamente, pero siempre dejé las puertas abiertas en todas partes. Siempre mantuve con todos una buena relación, y aunque estaba en el otro lado iba con mucho gusto y con un deseo enorme, porque eran además de grandes músicos, parte de mi familia.

- De todo ese grupo hay una persona con la que usted tiene una relación especial, y es el maestro Willie Rosario, ¿cómo marcó él su carrera artística y su obra?
-Mira, Willie Rosario antes que nada es natural del pueblo donde yo me crié. Yo nací en Orocovis y me crié en Coamo. A la edad de seis años me quedé huérfano y pasé a vivir a San Juan con mi hermana mayor, que fue la que me crió. Entonces cuando fui a la ciudad de New York tuve la oportunidad de conocerlo, formé parte de su orquesta y empezamos a trabajar en un sitio que se llamaba el Cabo Rojeño.
Trabajé por un tiempo con él, inclusive hicimos varias grabaciones, le hice un sin número de arreglos y hemos mantenido una amistad de muchos años. Willie siempre fue una persona muy recta, con un gusto increíble para escoger los temas y para forjar el estilo de su grupo. A él le gusta que las cosas salgan lo más perfecto posible y eso me gusta mucho, eso nos ha servido de ejemplo a muchos.

- Y qué es lo que más recuerda de sus años en la Fania, ¿quién era su amigo más cercano en ese grupo tan diverso, por ejemplo?
- Yo fui de los primeros que entré a Fania, gracias a Jhonny Pacheco, con quien teníamos una amistad grandísima, pero igual tuve que audicionar para que me aceptaran. Entonces hicimos la audición, no pasaron dos semanas y me llamaron para hacer el primer disco, que fue el de las estrellas de Fania, en el año 68 en el Red Garter.
Todo eso fue un momento muy importante en mi carrera. El sello Fania nos dio a conocer. Yo creo que nosotros por nuestra propia cuenta no podríamos haberlo logrado. Este grupo era como una familia, cada vez que nos reuníamos era como cuando tú ves a tu familia, una alegría, un entusiasmo inmenso. Como decía Cheo Feliciano: Familia éramos todos.

- Su primera grabación, ‘Ritmo pa‘ gozar’, es de 1965. Y la más reciente, ‘Mi ritmo es bueno’, es del 2016. ¿Qué ha sido lo más importante de su evolución en ese largo período?
- Yo siempre trato de no perder la esencia, eso es muy importante. Y con cada disco que hago siempre trato de superar el anterior. Este último me tomó alrededor de unos 7 u 8 años, y cuando lo hice me dije que tenía que venir con algo fuerte, porque el anterior salió nominado también para los Grammy. Creo que lo logré. Este último disco también fue nominado entre los Grammy latinos el año pasado, y aunque no ganó, el ser escogido entre tantas producciones ese para mí un logro más en mi carrera.

Los músicos que tengo en la actualidad dieron el máximo y el logro de ese sonido, de ese estilo, de esa proyección que se hizo en ese disco, nos ha traído un gran reconocimiento del público. Yo me encuentro en la calle gente que me dice que esa producción es la mejor que he hecho en mi vida, pero yo trato de mejorar siempre.

- ¿En esa obra tan amplia que ha construído hay algún disco o tema que sea su ‘niño mimado’?
- Pues fíjate que hay dos temas que grabé en el 73, que son justamente ‘Mi ritmo es bueno’ y ‘El amolador’. Esos son temas que volví a regrabar pero con otro arreglo que no se parece a nada de los anteriores, y mucha gente me dice “Oye, y esos temas ¿dónde tú los conseguiste?”. Y yo les digo, mira esos son temas que grabé hace más de 40 y pico de años. Todo el mundo cree que son nuevos. 
Si haces un arreglo, grabas en 1970 y es un éxito, superar eso no es fácil. Yo creo que lo logré en esos dos temas. Pero hay otros varios que a mí me gustan; hay uno también en que le hago homenaje a Cachao, alguien al que no se ha hecho tributo, y yo fui y sigo siendo su admirador.

- ¿Cuáles son esos elementos imprescindibles para Bobby Valentín a la hora de arreglar? Porque si hay algo por lo que uno identifica su música es por la profundidad y complejidad de sus arreglos... 
- Yo tengo mi propia forma de sentarme a arreglar. Escojo los temas y a los cantantes que los van a interpretar. Después de que me siento con el cantante y lo dejo oír la melodía, yo vengo y me siento a hacer el arreglo. Pero eso no sale a la primera. A veces he hecho un arreglo y lo he tenido que romper porque no me gusta.
Creo que a ustedes los periodistas les pasa igual. Hacen algo, lo rompen y después utilizan algunas ideas de lo hecho. Eso es lo que hago. A mí me gusta que lo que yo escribo, lo que nosotros los músicos llamamos una ‘cama’ a la melodía, vaya acorde con el cantante, con el tipo de letra. Y no me gusta eso de hacer un arreglo para competir con otro arreglista, no, yo no trabajo así. 
Yo compito conmigo mismo. Y siempre busco que tu puedas escuchar el arreglo sin la melodía, sin la música, y se oiga como si fuera un número instrumental.

- ¿Cuando logra eso está satisfecho?
- Sí, sí, y no me gusta hacer como los arreglistas de ahora, que hacen todo en la computadora y ya saben lo que hay antes de ir a grabar. A mí no me gusta eso, yo prefiero ir al estudio y poner las cosas como van, e ir a escuchando. La satisfacción más grande es cuando voy al estudio y lo escucho por primera vez completo y a veces me pregunto: ¿Yo hice eso?

- Maestro, y usted que ha sido un protagonista de la evolución de la Salsa ¿Cómo ve lo que se está produciendo hoy?
- Bueno, en todo tiene que haber cambios, porque no se puede dejar la música estancada ¿verdad? Y nosotros los veteranos tenemos que seguir evolucionando, no perder la esencia, porque si la pierdes no vas para ningún lado. La música salsa ha evolucionado muchísimo, y yo espero que no se quede estancada. Porque yo veo que hoy en día tú no puedes distinguir quién es quién. Antes, cuando una orquesta empezaba a tocar los primeros acordes, tú sabías quién era. Y ahora para mí eso se hace muy difícil.

- ¿Y qué piensa usted de que en Puerto Rico haya tanto reguetón?
- Eso es otra cosa. Tú sabes que la salsa siempre fue de pueblo, pero muchos de nosotros, y digo generalizando, la llevamos a otro nivel. Pero entonces el reguetón vino y ocupó lo que la salsa tenía en aquellos años, que era una música de pueblo, de la masa. El reguetón vino y acaparó ese espacio.
Tiene su esencia, y yo creo que encima de todo eso se pueden hacer muchas cosas, tal como pasó con el son montuno. Pero no se si el público que le gusta el reguetón lo acepte.
20 dic 2017 0 comentarios

60 Feria de Cali, los conciertos en el Jorge Isaacs - Entrevistas a Samuel Formell y Willie Rosario



El próximo lunes 25 se dará inicio a la 60 Feria de Cali, la clásica celebración de fin de año.

Son varias las actividades que se realizarán la próxima semana, muchas de las cuales tendrá a la Salsa como protagonista. Una de las más llamativas es la serie de conciertos que, del martes 26 al sábado 30 de diciembre, se realizarán en el Teatro Jorge Isaacs.

A continuación compartimos las entrevistas realizadas por el diario El País de Cali a dos de los artistas que se presentarán en dichos shows: Samuel Formell, el líder de Los Van Van de Cuba, y el Maestro Willie Rosario.


Fuente: El País, Colombia. Por:  Ossiel Villada y Paola Andrea Gómez 

LOS VAN VAN

La ‘Fiebre Vanvanera’ empezó a incubarse aquí mucho antes de lo que se cree. Fue por allá en 1971 cuando los caleños conocieron el primer ‘Longplay’ de Los Van Van. Lo trajo, como un regalo conmemorativo, la delegación de deportistas que representó a Cuba en los Juegos Panamericanos. Pero pasaría largo tiempo antes de que esa sabrosa ‘enfermedad’ generada por la cadencia de Los Van Van se apoderara definitivamente de Cali. La culpa fue de Gary Domínguez, quien por allá en los años 80 les reveló a sus visitantes de la Taberna Latina esa creación inmortal del maestro Juan Formell llamada Songo. 

Desde entonces hasta hoy, la historia de varias generaciones de caleños ha estado marcada por la música de Van Van. Tanto así, que esta ciudad tiene hoy su propia legión de ‘Vanvaneros’. Gente que conoce al detalle la historia de la banda, y que se ha pasado buena parte de su vida escudriñando cada disco grabado durante 48 años de trayectoria.

Por todo eso es que Samuel Formell, el director de Los Van Van, siente algo muy especial cada vez que vuelve a esta ciudad. “Cali es nuestra segunda casa, después de La Habana”, dice. El hombre que desde el 1 de mayo de 2014, fecha en la que murió su padre, tiene la responsabilidad de guiar al poderoso ‘Tren’ de la música cubana, habló con El País sobre ese reencuentro con Cali, y lo que ya prepara con miras a los 50 años de la orquesta.

- ¿Cómo se siente de volver a Cali?
- Absolutamente feliz. Para Los Van Van, Cali es nuestra segunda casa después de La Habana. Una ciudad con una gente hermosa que nos ama y nos respalda. Y más feliz aún porque llegamos a Cali el día 25, dos días después de haber lanzado nuestro nuevo disco, que ahora mismo estamos terminando de mezclar aquí en Miami. Pero además, porque Van Van llega con una primicia maravillosa para los caleños, como es la presentación oficial de mi hermana Vanessa.

Será su primera vez en Cali y estoy seguro que los caleños la van a acoger con el mismo amor que siempre nos han dado a todos. Sabemos que esta es una Feria muy especial para ustedes, y por eso este año vamos preparados para ponerlos a gozar. Vamos a tocar exclusivamente los que han sido los grandes éxitos de nuestra historia. Queremos que Cali cante con nosotros, como siempre lo ha hecho en esos conciertos impresionantes en el Jorge Isaacs.

- ¿Y qué puede contarnos de esa producción que van a lanzar el 23 de diciembre?
- Se titula ‘Legado’, porque es un reflejo de lo que mi padre nos dejó y de lo que podemos hacer en su ausencia. Incluye tres temas que ya son conocidos por el público, pero el resto son temas nuevos. Dos de ellos, que son cantados por Vanessa, estoy seguro que pueden ser un hit en Cali o en cualquier parte del mundo. Me siento muy feliz porque este es un disco que realmente va a dar de qué hablar. Es un disco muy ‘vanvanero’, musicalmente muy bien preparado, con el que estoy seguro que vamos a superar lo que hicimos con el pasado disco, ‘La Fantasía’, que fue nominado al Grammy anglo. Todos los que lo han escuchado en estudio se sorprenden de la evolución de nuestra sonoridad allí.


- ¿A qué le ha apostado en este nuevo disco para conservar ese sello evolucionista que siempre distinguió a Juan Formell?
- La realidad es que mi padre me preparó desde muchos años atrás para el día en que no estuviera. Antes de que él muriera, yo ya había sido el director musical de Van Van por diez años. Y además me entregó la responsabilidad de dirigir enteramente dos discos en los que prácticamente la producción fue mía, porque quería ver mi desempeño sin estar él. Yo tenía tres años cuando mi padre creó este grupo. Desde niño lo vi escribiendo, haciendo arreglos, ensayos, grabando. En los 48 años de Van Van yo he estado a su lado, y me he alimentado de todas sus sonoridades. 

En todo ese proceso conocí y aprendí la visión de mi padre. Él tenía claro que para mantenerse hay que reinventarse, hay que evolucionar de la mano con lo que está pasando en el mundo. No nos podemos quedar atrás en términos de rítmica, armonía, letras e incorporación de nuevos sonidos. 

Mi padre fue un visionario. Fue el primero en poner una batería, un teclado, bajo eléctrico y guitarra eléctrica en una orquesta de música bailable. Eso no existía, lo hizo en el año 70, y a partir de allí evoluciona la música cubana. Tú puedes escuchar todos nuestros discos en 48 años y encontrarás que, década tras década, mi padre creó un nuevo sonido. 
Siempre una nueva sonoridad, pero siempre con la misma esencia de Van Van, que es el ritmo, el songo. Eso es lo que hemos hecho en este nuevo disco que vamos a lanzar el 23 de diciembre. Buscar nuevas formas de expresar para que la gente se levante de un asiento y pueda bailar. Ese es el objetivo de esta orquesta y este disco está hecho netamente para bailar.

- En ese proceso evolutivo, ¿le ha pasado por la cabeza la idea de fusionar la música de Van Van con reguetón?
​- Eso le pasó por la cabeza a Juan Formell. Eso no viene de mí. Mi padre escuchaba mucha música y de toda aprendía. Muchas veces nos sentamos a escuchar rap, solo con el propósito de alimentarnos de otras armonías y ritmos de lo que está pasando ahora. Nosotros no hemos hecho colaboración con reguetoneros, pero solo porque no nos ha dado el tiempo. A mi papá le interesaron muchas cosas de la denominada música urbana. Y llegó a tener una relación muy productiva con artistas de esos géneros, como Alexander, de Gente de Zona, con quien hizo descargas que quedaron por ahí registradas. Ellos, a su vez, han hecho muchos homenajes a la música de Los Van Van.

Entonces, sí lo vamos a hacer. Claro que sí, pero principalmente con cubanos que son muy amigos nuestros. Porque son reguetoneros, pero también son timberos. Son cubanos y, por tanto, llevan la clave, y entonces allí va a estar la influencia de Van Van encima de algo que puede ser muy llamativo y consumible. Tal vez lo hagamos en el disco del 50 aniversario.

- Ese aniversario será en el 2019. ¿Cómo va a ser el disco conmemorativo?
​- Le puedo adelantar que será un disco doble y que vamos a empezar a grabarlo en el 2018. Tenemos una lista enorme de invitados en la que están, por ejemplo, gente como Juan Luis Guerra, Gilberto Santa Rosa, Oscar de León, el Gran Combo. Incluso Juanes, con quien llegamos a hablar en algún momento de hacer unos temas de Joe Arroyo. Concretar los invitados definitivos y grabar demandará mucho tiempo, y a eso nos vamos a dedicar el año próximo.

- Casi cuatro años después de la muerte de su padre, ¿lo extraña mucho?
​- Mucho. Demasiado. Más ahora. Él siempre me dio muchos consejos sobre qué hacer para mantenerte en la preferencia de un público tan exigente como el de Cuba, que siempre tiene un ojo puesto en lo próximo que van a sacar Los Van Van. Y yo lo aprendí, pero sería maravilloso que siguiera aquí, enseñándome.

En la Feria de Cali

En el marco de la Feria de Cali, Los Van Van actuarán el 26 de diciembre en la Carpa San Fernando. Info: 5556202. 

El 27 de diciembre, a las 7:00 p.m., la banda tendrá un concierto de gala en el Teatro Jorge Isaacs. Como invitados estarán dos de sus cantantes emblemáticos: Pedrito Calvo y Mayito Rivera. Info: 661111 y 8809027.

El 28 de diciembre estarán en el Concierto 'Cali Vive Salsa' en el Diamante de Softball. Info: 4880707.


WILLIE ROSARIO


Honestidad. Tal vez no haya una mejor palabra para definir a Willie Rosario, el hombre que hace ya casi 60 años creó una de las orquestas más emblemáticas de la Salsa en Puerto Rico.

‘Mister Afinque’, como se le conoce, se reencontrará con Cali la próxima semana, durante varios conciertos privados que se realizarán en el marco de la Feria 60. Sobre lo que significa ese reencuentro con una ciudad que ama su obra, y sobre lo que significa llegar a seis décadas de carrera artística, habló con El País.

- Maestro, ¿qué recuerdos tiene de su relación con la ciudad de Cali?
- Por Cali tengo una gratitud profunda, porque Cali es una ciudad que ha comprendido nuestra música, la ha valorado y la ha apoyado. Ustedes los caleños son gente hospitalaria, muy educada y muy cortés, que nos han dado trabajo y amor. Y por otra parte, las orquestas de Cali han progresado una cosa tremenda. El Grupo Niche, que fundó mi gran amigo Jairo, es un ejemplo de eso. 

Recuerdo especialmente la música en la Avenida Sexta. Tú pasas por ahí y es de lado y lado de la calle que se escucha salsa. Y ves a toda la gente afuera disfrutando. Por eso Cali, sin lugar a dudas, es la Capital de la Salsa. Así que es un gran honor regresar.

- En el 2018 se conmemoran sus 60 años de vida artística. ¿Cómo ha logrado mantenerse vigente en el corazón del salsero? 
- Sí, el año que viene, si es la voluntad de Dios, vamos a cumplir los 60 años de haber fundado esta orquesta en Nueva York. Después de la Sonora Ponceña, mi orquesta es la de la más tiempo. Luego están las de Roberto Roena y Bobby Valentín, entre otras. Yo creo que lo he logrado por dos cosas. Primero, porque Dios quiere que tenga ese propósito. Y segundo, porque siempre he tratado de ser honesto, responsable, porque le doy dignidad a lo que hago.

A mí me han ofrecido muchos contratos para que vaya a actuar solo con los cantantes, y me dicen que me hacen la orquesta allá. Y si yo dijera que sí, económicamente saldría mejor, pero a mí no me interesa eso. Yo no le voy a faltar al respeto a mi público. Siempre me he cuidado de hacer las cosas de esa forma y así seguiré. Y le doy muchas gracias Dios porque me ha dado muchas bendiciones. Y en Puerto Rico hay orquestas grandes, sin pecar de inmodesto, que siguen los pasos de nosotros, como nosotros seguimos los pasos de Tito Puente, Tito Rodríguez o Machito.

- Usted inicia su orquesta con un formato de cuatro trompetas y un barítono, algo que nadie había ensayado en la Salsa. ¿Mantiene aún esa estructura o ha cambiado?
- Sigue igual. Yo fui el primero que sacó el barítono de una sección de big band. Yo estaba buscando darle un sonido distinto a la orquesta y no quería ponerle trombones, porque todo el mundo los tenía. 
Pero en una oportunidad en la que vi a Gerry Mulligan tocando Bossa Nova en el Blue Note, me vino la idea. Se me ocurrió que los mismos pasajes que hacían el bajo y el piano en la era del mambo, en el 62, esos mismos los podía hacer el barítono con más fuerza, más producción. 
Recuerdo que lo consulté con Bobby Valentín, que me dijo “eso está un poco raro”, pero así lo hice.  Y mira: hoy día un 98% de las orquestas tienen un barítono, pero me encuentro gente en la calle que me dice: “Oye, tiene un barítono, pero no suena como tu orquesta”.

- Y el timbal, ¿qué tanta importancia le da a ese instrumento que usted toca en su banda? 
​- Mira, en la era del mambo de Tito Puente casi todo el mundo hacía solo de timbal. Y yo cuando tocaba con otras orquestas de Nueva York hacía solo de timbal, pero eso era porque yo era uno de esas orquestas. Pero cuando hice mi orquesta no quise entrar en eso de hacer solos en las grabaciones. No ha sido nunca mi interés hacer solos de timbal.

Una vez mi abuelo me dijo: “Trate de ser siempre ‘Number One’, para segundo no”. Y yo sabía que el mejor para hacer solos de timbal era Tito Puente. Sabía que lo único que yo podría hacer era un poco más de ese mismo estilo que él tenía. Entonces me dije: yo voy a tocar el instrumento y voy a buscar un sonido compacto para bailar. Y lo hice. En eso empecé a trabajar y a alguien en Nueva York le dio por llamarme ‘El rey del ritmo’. Y luego no se quién me puso ‘Mister Afinque’, supongo porque tocábamos ‘afincado’. Pero yo soy simplemente Willie Rosario. Un hombre al que Dios le dio el don de hacer música.

- ¿Qué es ‘tocar afincado’ y por qué usted se ha empeñado en defender ese estilo?
- Es, simplemente, tocar para bailar. Una orquesta afincada es una orquesta de sonido compacto. O sea, no es una orquesta en la que se van dando golpes, platillazos, que el conguero suena solo, o el bongosero hace lo otro. No. Cada uno hace lo que tiene que hacer para producir al final un sonido para bailar. Eso es sonar afincado.

- ¿Y por qué, de unos años para acá, en la Salsa se ha perdido tanto el ‘sonido afincado’? 
- Lo que pasa es que todo el mundo quiere hacer lo suyo, o lo que le da la gana, o tienen un director que no tiene ideas claras sobre lo que quiere. 
Pero la cuestión del afinque es algo muy serio y muy importante. Tito Rodríguez tocaba afincado, Machito tocaba afincado, la Sonora Ponceña toca afincado, Bobby Valentín y El Gran Combo tocan afincado. Todas esas son orquestas de afinque, que tocan para bailar. 

Lo que pasa es que en algunas orquestas se buscan ciertos protagonismos, y creo que eso pasa con todas las profesiones. Mi orquesta no está alrededor mío. Pero la orquesta de Tito Puente sí estaba alrededor de Tito Puente y sus solos de timbal. Y lo mismo pasaba con las de Eddie Palmieri o Ray Barreto. Son propuestas distintas.Yo veo que en Colombia el Grupo Niche, Guayacán, la orquesta Galé tocan muy bien la Salsa.

- Hay mucha gente que dice que la Salsa se acabó. Creen que, como usted dijo en un tema, ahora sí ‘Los salseros se van’. ¿Qué piensa de eso? 
​- El mundo tiene que evolucionar. Pero la salsa nunca se va a morir. Yo recuerdo que eso ya lo habían dicho cuando hubo un movimiento, por allá en el 87, de coger las baladas y hacer salsa. A eso lo llamaron ‘salsa de alcoba’ o ‘salsa monga’. Y ese fue un movimiento en el que empezaron a salir los cantantes solistas. Todo estaba alrededor del solista. A la gente no le importaba el sonido de la orquesta ni su esencia. Ese movimiento en la cuestión de arreglos no trajo muchos aportes porque todo era el solista.

Pero la Salsa no va a morir. Esa música viene de Cuba y allá sigue hoy viva con muchas agrupaciones como Los Van Van, que tocan mucha timba.

- Hablemos de su música. Si usted tuviera que mencionar los tres grandes temas musicales de la orquesta Willie Rosario, ¿cuáles elegiría?, ¿cuáles son esos temas que usted más quiere? 
​- Es una pregunta difícil. Quiero a unos más que a otros. Hay un número llamado ‘A toda Cuba le gusta’, que hizo Tony Vega. Lo he tocado tres millones de veces y me gustan mucho sus arreglos. Pero hay otros que me gustan mucho, como ‘Anuncio Clasificado’, ‘Lluvia’, ‘La mitad’, que tiene arreglos de Bobby; Y ‘Busca el ritmo’, arreglado por el fenecido Jose Lugo. Son muchos.

- En Cali hay un tema emblemático que no puede faltar en la rumba, y es ‘A Maína’...
​- ‘Maína’ siempre lo toco. ‘Maína’ es de un compositor de Caracas que se llamaba Alfreddy Bogado. Cuando íbamos a Caracas siempre se aparecía y subía con nosotros a tocar ‘Maína’. Lo que es ‘Maína’, La Mitad, ‘Del barrio Obrero a la 15’, no pueden faltar. Todo eso lo vamos a tocar en Cali.

- Muchos de los salseros jóvenes de Cali creen que esa última que menciona es una canción compuesta a Cali, porque habla de dos sitios muy caleños, el barrio Obrero y la Calle 15 ¿Cómo es la historia de esa canción?
​- Puerto Rico tiene un barrio que se llama el Obrero y la 15 es una parada de transporte. Y había un muchacho Triny Clemente, que me traía muchos números para que yo se los grabara. Y entonces pensando en él, yo le hice ese número y lo grabamos. Y es el hit más grande que se ha hecho en Puerto Rico. Lo cantó Chamaco Rivera, un gran artista, que cuando quiso hacer de solista le tuve que dar sus números para que se encaminara. ¿Y en Cali hay un sitio que se llama igual? Bueno, qué casualidad.

- A propósito, su orquesta se ha caracterizado por ser un semillero de cantantes que hoy tienen mucho éxito como Gilberto Santa Rosa, Tony Vega. ¿Cuál de todos esos cantantes fue con el que usted se sintió más a gusto? 
​- Esa es como la pregunta de los temas favoritos. Cuando tuve a Junior Toledo fue una época fenomenal. Mucha gente me dice que fue el mejor que pasó por mi orquesta. También Guillo Rivera o Frankie Figueroa, o Chamaco. Igual la época de Gilberto Santa Rosa, sin lugar a dudas un tipo muy talentoso, de mucha personalidad escénica. Cuando hice ‘Anuncio clasificado’ con Primy Cruz o ‘A Maína’ con Pupy Cantor, también tuve un momento fantástico. En fin, yo no sabría a quién escoger.

- ¿Y con qué cantantes viene a Cali?
​- El problema que tengo con mi orquesta es que como por acá pasaron grandes estrellas, la gente está muy pendiente de quién yo tengo al frente, quiénes son los cantantes. Ahora voy a Cali con un muchacho nuevo que se llama Erick Robles. Lo voy a llevar como cuando traje a Gilberto jovencito. Es un muchacho joven al que le estamos dando la oportunidad, y sé que les va a gustar, es muy talentoso.

- ¿Cómo son las navidades para Willie Rosario?
​- Años atrás en la temporada de las navidades se trabajaba mucho. Había muchas fiestas de empresas privadas. Ahora ya no porque tienen una cosa que se llama ‘Secuencia’. Va un tipo que toca piano, canta, pone una amplificación y tira todo el sonido como de una orquesta, y a los que lo contratan les sale mucho más barato. Pero siempre hay unos bailes muy famosos, como el de Navidad, en el que vamos a tocar nosotros con la orquesta Mulenze y el sobrino de Ismael Rivera. Ese baile del día 25 es una tradición.

Yo siempre me cuidé de honrar esa idea de que la primera patria que tú tienes es la familia. Por eso en la despedida del año, si tocaba cuatro veces, era mucho. Cuando yo toco en una despedida del año pongo la condición de que cada músico pueda llevar a su familia. Sin esas condiciones yo no toco porque no vale la pena.
17 dic 2017 0 comentarios

Dámaso Pérez Prado: el mambo del rey



Fuente: El Dominical de El Comercio, Perú. Por: Ricardo Hinojosa Lizárraga

Como antes del lanzamiento de un misil, la orquesta contaba del uno al ocho con pasos, giros, agitaciones incontables; zarandeaban el cuerpo entero sin dejar de dominar sus instrumentos; trompetas, saxos, timbales, contrabajo eran un banquete sonoro. Sus mecanismos de contorsión convertían una palabra en puro pretexto para dar algunos pasos mientras se pronunciaba otro “¡Maaambo!”. Y cada vez que se decía era una nueva picardía, el inicio de un juego más allá de la danza y su disfuerzo, que sabe siempre ser elocuente y sabroso.

El mambo solo pudo venir del Caribe, porque alrededor de las Antillas se zarandean los huracanes y las tormentas tropicales. El mambo es también una lluvia torrencial, el ímpetu de las olas, su explosión en la orilla: compases con los que baila la naturaleza. Nuestra naturaleza. Porque es también el animal que la evolución aún no ha podido eliminar de nuestra sombra al bailar. Es instinto, rito primitivo, atracción sin prejuicios, seducción sin culpa.

El mambo no tuvo letras comparables a la fina poesía o al arrebato intelectual, pero es difícil negar que los pasos que estimula sean válida expresión literaria. El mambo sucedió muchas veces, pero nunca como con Dámaso Pérez Prado, amo y señor del ritmo, mago del sabor, rey de reyes del number five, del number eight, y de todos los mambos, por y para siempre. Después de todo, aunque otros nombres aparezcan vinculados al origen de este ritmo, muchos podrían preguntarse si padre es el que cría o el que engendra. Y mientras se lo preguntan, él bailará saleroso sobre sus zapatos de tacos y charol, venciendo en cualquier contienda. Gracias a él, ese terremoto bailable alcanzaría en su onda expansiva a todo el continente y definiría, como ningún otro ritmo latino, el alboroto, la alegría, la rebeldía y la sensualidad de los años cincuenta.

Por supuesto que en aquellos años también estaban Benny Moré, Olga Guillot, Los Panchos, Toña la Negra, Rita Montaner, Daniel Santos, Pedro Vargas o Agustín Lara. Y por supuesto también que las noches se agitaban al ritmo de la conga, el calipso, la rumba, el bolero, la guaracha, el son cubano y, después, el chachachá. Pero ninguno era capaz de confrontar, gracias a sus atrevidos movimientos, los convencionalismos sociales de su tiempo como el mambo. Y nadie mejor para dirigir esa revolución que un cubano. La sola pronunciación de la palabra mambo era un grito de guerra, el “¡Gerónimo!” antes de lanzarse a la pista, el “¡Banzai!” de una generación crecida en la posguerra cuyas únicas armas eran sus caderas y sus pies.


“Yo soy coleccionista de sonidos y ruidos, esas cosas —decía Pérez Prado en la película Al son del mambo, de 1950, como dando pistas sobre los ingredientes de su salsa secreta—: el grito de una negrita, el sonido de una gallinita sobre la arena, el de la cola de un pavo cuando se abre de golpe, el de una cascada pegando cuatro veces sobre diferentes descansos en la roca, el del viento sobre las copas de un ceibo, olas contra un acantilado”.

“Maestro, ¿qué quiere decir la palabra mambo?”, le preguntó Verónica Castro con inocencia en uno de sus programas televisivos tres décadas después. “Mire, le voy a explicar —comenzó Car’e Foca—. La palabra mambo no quiere decir musicalmente nada. Fue una palabra que yo tomé en Cuba, porque era un calor que se hablaba y me gustó, pero sí quiere decir mucho ritmo”.

Un calor que se hablaba. Una delicia. Mucho ritmo. Ritmo. Cinco letras que intentan explicar el talento sanguíneo y espiritual que tuvo Pérez Prado para pasar en seis décadas de una agresiva amenaza de excomunión, a un devoto pedido al papa para que lo santifique. Será que el baile también es expiación.

Sonoro y matancero
Peculiar momento para vivir eran los años veinte en Cuba, días en los que estaba tan agitada la paz como la guerra. Si por un lado, en 1917 —año de nacimiento de Pérez Prado, el 11 de diciembre— el gobierno había ingresado a la Primera Guerra Mundial declarándose hostil contra Alemania y Austria-Hungría; por el otro, la agitación de la paz se presentaba de maneras más amables: cuando el pequeño Dámaso entonaba primarios sonidos guturales gracias a una garganta que luego sería eco por sí misma, Matanzas era un pueblo de plazas amplias y soleadas, de calles amigables y vecinos musicales entre los que empezaba a formarse una banda seminal: la Sonora Matancera. Aunque esta no tomaría oficialmente ese nombre hasta 1935, cuando ya el moreno de brazos largos, cuello inexistente y peculiar anatomía había demostrado su dominio en el piano de cola.

Por un largo periodo, Pérez Prado había pasado más de diez horas diarias bailando sobre las negras y blancas con sus dedos, ensayando, tratando de ser mejor. Aunque su primera vocación fue la medicina, no tardaría en darse cuenta de que lo suyo era ser un cirujano del son. Tras pasar algunos años tocando entre Matanzas y La Habana, con aquella experiencia en la Sonora y otra en la célebre Orquesta Casino de la Playa, el joven Dámaso decidió salir de la isla. Su forma de tocar el piano no era totalmente comprendida.

El hombre de “barba existencialista” en la portada de este Diario (3 de marzo de 1951).

Viajó a Argentina, Puerto Rico, Panamá, Venezuela, hasta llegar a México, cuna de las revoluciones cubanas. Gracias a la vedette Ninón Sevilla y al músico Kiko Mendive, compatriotas suyos, fue acogido en el showbusiness de ese país, que vivía la época dorada de su cine, que incluía el género “de rumberas”, una especie de film noir cabaretero y bailarín.

Allí, Pérez Prado su lugar en el mundo. Llegó a grabar con su amigo Benny Moré, “el bárbaro del ritmo”, quien respondió a la polémica sobre el origen del mambo cantando: “Quién inventó el mambo que me sofoca./ Quién inventó el mambo/ que a las mujeres las vuelve locas./ Quién invento esa cosa loca:/ un chaparrito con cara de foca”.

Este tema, “Locas por el mambo”, dejó claro ante todos el sello y el apodo eterno: Car’e Foca. 1949 fue el año cero. Desde su 1,58 de talento, lanzó el “Mambo #5” y el manual universal para mover caderas y girar rodillas tuvo que reescribirse por completo. Danzón, son cubano, poder de big band jazzera. La colaboración entre él y Moré continuaría con éxitos como “Guanabacoa”, “Rabo y oreja”, “María Cristina”, “La mangolele”, “Anabacoa”, “Babarabatiri”, “El suave”, “Viejo cañengo”, “Qué cinturita”, “Pachito eché” y, por supuesto, “Dolor carabalí”, que Moré consideró una versión insuperable, por lo que no volvió a grabarla.

En 1955, su versión de “Cherry Pink and Apple Blossom White” (“Cerezo rosa”) y gracias a la gran performance en trompeta de Billy Regis, alcanzaría la cima de las listas de popularidad.

Las oportunidades también llegaron en la pantalla grande: Al son del mambo (1950), Serenata en Acapulco (1951), Amor perdido (1951), Las sirenas de las aguas verdes (1955), Cha cha cha pum (1957), El dengue del amor (1964) son solo algunos ejemplos. Como actor o junto a su banda, Pérez Prado era sinónimo de éxito en sus apariciones cinematográficas. En 1959 fue el primer latinoamericano nominado a un Grammy. En 1960 ya estaba compartiendo junto a grandes artistas estadounidenses, como Ella Fitzgerald, Andy Williams o Al Hirt. Ese mismo año, Federico Fellini incluyó su tema “Patricia” en la banda sonora de La Dolce Vita. Paralelamente, llegarían todos sus éxitos musicales: “Qué rico mambo”, “Mambo #8”, “Mambo #5”, “Mambo de la universidad”, “Mambo del ruletero”, “La niña Popof”, “Mambo Veracruz”, “Mambo del Politécnico”, “Silbando mambo”, “Cerezo rosa”, “Lupita”, “Caballo negro”, “Pachuco bailarín”, “La chula linda” o su particular versión de “El cóndor pasa”.


Más de 50 años después de aquel éxito arrollador, basta que empiece a sonar un mambo en cualquier lugar para causar un efecto de máquina del tiempo: el mundo retrocede, el vestuario de la gente cambia, ni los autos ni la personas andan como hoy; la escenografía se envuelve de un manto blanco y negro, aparecen frente a uno La Tongolele, Ninón Sevilla, María Antonieta Pons, Amalia Aguilar, Las Dolly Sisters, Tin Tan o el hiperactivo Resortes en un Embassy limeño alborotado. Un mundo en el que don Dámaso ya reina en auditorios, pantallas, radios y discos.

Qué rico el mambo.

La primera revolución cubana
“Aquel fue un verano fabuloso. Vino Pérez Prado con su orquesta de doce profesores a animar los bailes de carnavales del club Terrazas de Miraflores y del Lawn Tennis de Lima; se organizó un campeonato nacional de mambo en la Plaza de Acho que fue un gran éxito pese a la amenaza del cardenal Juan Gualberto Guevara, arzobispo de Lima, de excomulgar a todas las parejas participantes”, comienza Mario Vargas Llosa sus Travesuras de la niña mala narrando un verano que en el libro es el de 1950, aunque en realidad todo eso sucedió el 3 de marzo de 1951, durante la primera visita de Pérez Prado a Lima. A pesar de que en su origen se hayan visto involucrados nombres como los de Orestes López o su hermano Israel, Cachao —a quien Guillermo Cabrera Infante llegó a llamar “El verdadero rey del mambo” —, Arsenio Rodríguez o Antonio Arcaño, ninguno de ellos hizo del mambo un fervor universal. Car’e Foca sí.

Despojado de esas dudas, el cubano llegó a Lima. A una Lima bastante distinta a la de hoy, por cierto. Aterrizó en el antiguo aeropuerto de Limatambo y causó furor, caravanas acompañaron su camino hasta el hotel Bolívar. Pérez Prado, que tenía entonces solo 33 años, dio un concierto espectacular junto a sus músicos esa misma noche, en el Lawn Tennis. A uno de ellos, llamado Ángel Bagni Stella, le gustó tanto nuestro país que decidió quedarse, adoptar el seudónimo de Freddy Roland, y hacer su propia orquesta aquí. El resto es otra historia.

Hubo amenaza de excomunión, sí, pero el campeonato de mambo en Acho deslumbró la capital y monseñor Guevara tuvo que irse con su música a otra parte. Y es que la Iglesia suele entender el mundo desde el alma hacia arriba, no de la cintura para abajo.

“Aquel verano extraordinario, en las fiestas de Miraflores todo el mundo dejó de bailar valses, corridos, blues, boleros y guarachas, porque el mambo arrasó”, siguió contando Vargas Llosa en su novela, recordando con extraordinaria lucidez las sensaciones sociales de aquel entonces. Pero nuestro Nobel no fue el único representante del boom latinoamericano en caer subyugado por aquel ritmo. Elena Poniatowska afirmó hace poco que a Carlos Fuentes lo enloquecía el rey del mambo, y lo deslumbraba La Tongolele.



Dengue dengue dengue
“Esto es una mezcla de mambo, twist, bossa nova y chachachá… Musicalmente no es nada más que un disparate… ¡Pero un disparate que ha sido mi éxito, indudablemente!”, dijo Pérez Prado a los periodistas peruanos durante una nueva visita suya, en 1964, cuando llegó a Lima a presentar su nuevo ritmo, el dengue. Antes, el maestro cubano había intentado superar o al menos igualar el mambo con el rock mambo, la chunga, el suby o el bongosón —llegó a grabar “Estrellita del sur” en este ritmo— sin mucha suerte.

Aunque efímero, el dengue tuvo su propio momento de éxito y de polémica. Alertado por pacatos representantes de la sociedad, el entonces alcalde Luis Bedoya Reyes advirtió a Pérez Prado “que la bailarina Deysi Guzmán se abstenga de ofrecer exhibiciones obscenas y reñidas con la moral y buenas costumbres, bajo apercibimiento de aplicación de la correspondiente sanción”. Ambos pidieron disculpas públicas en televisión y dieron un show inolvidable en la Plaza de Acho, caderá p’aquí, caderá p’allá. Y es que el dengue no era epidemia, sino epidermis.

Pero antes, Pérez Prado se había llevado de Lima un colaborador incomparable. “Los dos años que estuve con él, 1963 y 1964, además de un maestro, yo sentí en Pérez Prado a un padre”, me dice Alex Acuña, el percusionista peruano más reconocido del mundo, que se unió a la banda del cubano cuando apenas tenía 18 años. “Era un bella persona, excelente músico —declaró el mismo Acuña hace poco al periodista y melómano Eduardo Livia, de la radio por internet El Salsero—. Era un genio, porque para inventar algo que quede para la posteridad, hay que serlo. Cómo me hubiera gustado verlo nuevamente. Aunque sí pude conocerlo bastante y tener el orgullo de haber sido su discípulo, y músico de su gran orquesta”. Acuña llegó a grabar tres discos con él antes de buscar su propio rumbo.

Considerando que fue tantas veces perseguido por la censura, al cerrar los ojos por última vez, el 14 de setiembre de 1989, Dámaso Pérez Prado pudo haber hecho suyas las palabras finales de Galileo Galilei al alejarse de la Inquisición: eppur si muove. O, tal vez, habrá pronunciado, como un último estertor, ese sonido que siempre creímos que era un “Uuugh” y en el que, en realidad, gritaba “¡Dilo!”: era una invitación a la trompeta, al saxofón y a la vida misma. Después de todo, con su creación ya no se bailaba solo para la pareja, se hacía también para el público. Bailar, entonces, era devolverle a la música la ofrenda de su sonido.

Por eso el mambo sigue siendo tan rico.

El comediante Spike Jones con el director de banda Damaso Pérez Prado. [Foto: Bettmann Archive]


SABOR NACIONAL

La fiebre por la música de Pérez Prado se contagió en todo el continente y cruzó, incluso, el Atlántico. Por supuesto, en las provincias del Perú tampoco fueron ajenos al impulso de este ritmo. De forma casual, unos amigos celebraban el carnaval arequipeño y se les había pegado el ritmo de moda en los cincuenta. “Mambo, qué rico mambo”, cantaba uno. “Mambo de Machahuay”, cantó otro. Violines, guitarras, zapateo y el bucólico paisaje de las campiñas arequipeñas reemplazaban la nocturnidad, los ternos y los grandes salones de baile donde Pérez Prado brillaba. En este caso, los nombres de José Manuel y Alejandro del Carpio y Manuel Guzmán Collado estuvieron involucrados. Según algunas versiones, ellos fueron responsables de frases como: “Agua de Puyurca, déjame pasar, voy a Machahuay en busca de amor”, “Desde Lima vengo a mi Machahuay, a bailar el mambo en mi Cotanay”, “Ábreme la puerta, Juanita, yo soy, vengo por las cartas, mañana me voy” o “Amarra tu perro no vaya a morder, que a la medianoche tengo que volver”. Esta versión sobre los autores verdaderos del “Mambo de Machahuay” se contrasta con la de la Apdayc, que hasta hace poco le otorgaba el tema al locutor de la extinta radio El Sol, Luis Pizarro Cedrón, en la adaptación que hizo conocida Luis Abanto Morales, con algunas variaciones en la letra original. Por cierto, este ya clásico tema del cancionero nacional es realmente un alegre huainito. También existe una estupenda versión de Los Jaivas.
16 dic 2017 0 comentarios

Daymé Arocena, revelación



Fuente: Granma, Cuba. Por: Pedro de la Hoz

Entre lo más notable de la actual escena musical cubana, un nombre se destaca, Daymé Arocena. Hoy sábado 16, a las 8:30 p.m., la joven vocalista –cuenta solamente con 25 años de edad- asumirá en el teatro Mella su concierto más retador: allí interpretará los temas de un registro discográfico que la ha catapultado a escala internacional, y a la vez, tendrá que validar ante el público que más le interesa, el de su país, las credenciales de una temprana jerarquía artística que merece ser reconocida.

Ser consecuente con una tradición y aportar, sin alardes ni artificios, elementos para su renovación, no es poca cosa en medio de un panorama en el que aparentes novedades maquillan actitudes miméticas que responden más a urgencias comerciales que a arraigadas convicciones estéticas.

Daymé desde el entorno del jazz y la canción y Danay Suárez desde el hip hop han visibilizado en este 2017 las dos más ciertas y promisorias posibilidades de actualización de los códigos de la música popular cubana de proyección vocal. Una con el disco Cubafonía; la otra, mediante Palabras manuales. Ambas producciones fueron respaldadas por sellos extranjeros, lo cual debe llamar la atención de las casas cubanas en cuanto a activar mecanismos capaces de atraer a esos talentos.

La Arocena compuso todos los temas de Cubafonía y pactó alianza con músicos como el contrabajista Gastón Joya, autor de la mayoría de las orquestaciones, y un grupo de excelentes intérpretes jóvenes, ubicados en la vanguardia, que la acompañarán también en el Mella: el pianista Jorge Luis Lagarza, el bajista Rafael Aldama, el baterista Ruly Herrera, el percusionista Yaroldi Abreu, los saxofonistas Yuniet Lombida y Emir Santa Cruz, el trompetista Mayquel González, el trombonista Heikel Trimiño y el guitarrista Rober Luis. Si cito la nómina es porque entre ellos y Daymé se logran afinidades decisivas.

En el disco, y sobre el escenario, el auditorio observará un toma y daca enriquecedor entre el jazz afrocubano, sus fuentes primigenias folclóricas y otras especies cubanas que van desde la rumba hasta el changüí, sin obviar el mambo –donde lo retomaron Chico O’Farrill y Mario Bauzá después de Pérez Prado- y el bolero en sus vertientes filinescas.

Para Daymé, el encuentro con el productor y pinchadiscos británico de origen francés Gilles Peterson, fue providencial en la consolidación de una proyección artística, pero ella, por sí misma, poseía –y posee- todos los ingredientes para ser lo que es: formación académica en el sistema de la enseñanza musical de la Isla –dirección coral-, el sonido del barrio incorporado a su sensibilidad –Lawton, los cantos de la calle y la familia-, poder de asimilación –contactos e intercambios tanto con veteranos como con jóvenes maestros del jazz-, y una ductilidad vocal envidiable, en su breve y macizo cuerpo, la hermosa negrura reluciente de su piel y la sonrisa que nunca pierde.

Ya eso se veía venir con su primer disco, Nueva Era, lanzado en el 2015.

Cubafonía superó la altura de la órbita inicial. Y para no ser menos, su voz está en Oddara, el álbum de la saxofonista canadiense Jacve Bunnet, que con el grupo de muchachas cubanas Maqueque acaba de obtener una nominación a la 60 edición de los Grammy.
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Cancelado el show de Sonora Ponceña en Lima



Se está volviendo una mala costumbre. Acabamos de conversar con Papo Lucca, el director de Sonora Ponceña, quien nos comunicó que se canceló la presentación que esta noche "Los Gigantes del Sur" iban a realizar en nuestro país.

Desde Puerto Rico, el genial músico salsero explica: "Hasta ayer solo nos habían enviado seis pasajes y nos decían que estaban trabajando para completar el resto pero nunca aparecieron. Además nosotros tuvimos que enviar una persona a Miami para hacer los trámites de la visa, trámites que siempre deben estar a cargo de los organizadores, no de nosostros. Con tanta informalidad, he decidido cancelar el viaje. Nosotros hicimos el esfuerzo por hacer el show, estábamos preparados para salir e incluso nosotros mismos pagamos las visas, pero sin pasajes no hay manera de salir"

Papo añade: "No comprendo, esto se firmó hace más de un mes y nosotros trabajamos siempre con la mayor formalidad y nos apena mucho por la gente de Perú, porque Ustedes nos quieren y nosotros los queremos mucho".

Aprovechamos un espacio de la breve charla para agradecerle por el disco que Sonora Ponceña grabó meses atrás cuando sufrimos los embates de la naturaleza. "Yo tengo compadres en Perú, mucha gente que siempre está con nosotros. Cuando pasó lo de Puerto Rico, Ustedes también estuvieron muy pendientes de nosotros y eso es algo que se les agradece de corazón"

También le preguntamos sobre la nueva estrategia de grabar y lanzar temas sencillos en vez de producciones o discos completos. "Mira, si tienes suerte, de todo un disco la radio (que ya no da mucho espacio a la Salsa) te toca tres canciones. O sea que si tú grabas diez temas en una producción, pierdes siete. Muchas gente nunca los llega a escuchar. Ahora la promoción es diferente a través del internet, hasta los temas se ofrecen gratis para descargarlos"

Cerrando la charla, Papo Lucca envió un saludo a su público peruano. "Esperamos ir por allá, siempre tenemos el mayor deseo de tocarles a los peruanos que siempre nos apoyan. Muchas bendiciones para Ustedes en la Navidad y que tengan un año mucho mejor".
11 dic 2017 0 comentarios

Alex Acuña: "Dios envió a Pérez Prado para cumplir mi sueño"



“De niño, mi sueño era viajar por el mundo haciendo música. Dios envió a Pérez Prado para cumplir ese sueño”. Es una de las primeras frases que le salen del corazón a Alex Acuña, nuestro gran percusionista radicado en los Estados Unidos, al recordar al músico cubano cuyo centenario de nacimiento se celebra hoy.

Desde su estudio en California, Acuña rememora algunos pasajes de su relación personal y profesional con el creador del mambo, la misma que lo marcó mucho a pesar que solo duró dos años. Antes de empezar me advierte que en las entrevistas no suele hablar con el cerebro sino que lo hace con el corazón.

El corazón de Alex habla:

Dámaso Pérez Prado fue utilizado por Dios para bendecir mi vida a un nivel muy alto. De pequeño yo escuchaba mucha radio y así me aprendí el repertorio de Pérez Parado y la Matancera, ya que en Perú por entonces se escuchaba mucha música afrocubana.

Yo llegué a Lima en 1961 y me inscribí en el sindicato de músicos que quedaba en el Jr. Paruro. Hasta hoy conservo el carnet de aquel entonces. Al año siguiente empecé a trabajar como músico de sesión en Iempsa, que editaba los discos Odeón bajo la batuta de don Augusto Sarria y luego me contrataron del Canal 13 en “El Hit de la 1” con Enrique Maluenda y también del Canal 2 para el programa de las 9 de la noche que animaba Rulito Pinasco. En el canal 13, el director de la orquesta era Ñiko Estrada y luego el bajista Pepe Hernández. Con solo 18 años yo ganaba mucho dinero porque trabajaba diariamente de nueve de la mañana hasta la madrugada. Ya me había comprado un carro (no muchos músicos tenían uno) y mis padres contrataron a un chofer que era amigo de la familia para que me llevase a todos los sitios donde trabajaba.

Cuando inauguraron el canal 2, llegó a Lima Olga Guillot. Fue ahí donde Pérez Prado me vio tocar, a comienzos de 1963 y envió a su representante quien me ofreció unirme a su banda porque necesitaba un baterista primero para la gira que realizaría por Sudamérica y luego para otra en los Estados Unidos. Al recibir la invitación, le pregunté al propio Pérez Prado por qué quería contratarme si en los Estados Unidos había excelentes bateristas. “Ellos inventaron la batería y nadie en la tierra puede tocar dicho instrumento mejor que un norteamericano” le dije. Pérez Prado me respondió: “La forma como tocas y el sabor que le pones, eso es lo que yo quiero en mi banda”.

También le sorprendió mi conocimiento musical sobre jazz, las big bands y “american music”. Haber estado en la orquesta de mi padre, que tocaba todo tipo de música, me sirvió de escuela y además compraba muchos discos para aprender sobre todos los estilos posibles. Yo era una suerte de “Google musical”.

Cuando firmé el contrato fuimos al consulado americano y me dieron el “green card”, es decir yo salí de Perú con visa de residente permanente. Fuimos a los carnavales de Venezuela, luego visitamos Buenos Aires, Río y Caracas y de ahí a los Estados Unidos. Me acuerdo que a fines de ese año él estrenó su más reciente creación, el dengue, que causó sensación entre los peruanos por lo cual grabamos dos discos en Iempsa, en el año 1964.

El dengue se tocaba con el aro de un carro y quien tocó el aro en esas grabaciones fue “El Niño”, el papá de Macario, quien también tocó en el disco Socabón de Nicomedes Santa Cruz.


En Estados Unidos la gira comenzó en Las Vegas y luego grabé un tercer disco titulado Lights, Action, Prado! para la United Artists, donde grababa Tito Rodríguez, en el cual habían canciones de películas al estilo de Pérez Prado, dengue incluido.

Fue como un padre para mí. Me decía que, a pesar de mi corta edad, yo era muy “profundo” al hablar y enviaba a los mayores de la orquesta, en especial a Jaime Calderón (quien era trompetista y su director musical) a que me cuidaran. Pérez Prado me llevaba 27 años de edad, imagínate. Yo era un joven provinciano que solo estuvo dos años en Lima y que de ahí salió para Estados Unidos por lo que a los músicos mayores les decía: “Cuídenme a Alejandro” (así me llamaba él). Encima, trabajara o no, pagaba muy bien, 300 dólares semanales que eran “un dineral” para la época. Recuerdo que con mi primer adelanto me compré una batería.


Cuando ensayábamos me explicaba lo que quería en la batería y yo lo hacía según el estilo que mandara. En el escenario era muy enérgico: daba patadas en el aire, gritaba, bailaba y eso lo interpreté de inmediato, porque hay un dicho que reza: “si tienes un buen baterista la banda va a sonar bien”. Así se metía al público en el bolsillo.

Él tuvo una gran educación musical, tocaba clásico y era dueño de un ritmo increíble. Sus solos de piano eran una combinación de música clásica con solos de timbal. Parecía un timbalero cuando tocaba el piano, es que era de Matanzas y de ahí pues son “Los Muñequitos de Matanzas”, puro ritmo. Es como en Perú decir que eres de Chincha.

Recuerdo muchas anécdotas. Durante esa gira en Estados Unidos, y recuerda que era el año 1964, todavía existía el racismo en los Estados Unidos. Entonces cuando fuimos al sur, él no podía entrar a restaurantes que eran para la gente blanca. Yo venía de Perú y le decía “en mi país no existe eso, yo soy indio y puedo entrar a cualquier parte si tengo dinero para pagar”. Él me decía “acá no”. Como entre los músicos habían varios blancos, ellos me llevaban, me sentaban en medio de ellos y después sacábamos dos platos de comida, uno para Daisy Guzmán y otro para él que nos esperaban en el carro.


Chicago, 1964: Pérez Prado y su banda con el joven baterista peruano Alex Neciosup Acuña.


De los músicos que por esa época eran de la banda y que recuerdo, aparte de Jaime Calderon, estaban el otro trompetista que se llamaba Al Parra, el conguero Lee Pastora, el saxofonista Lino Hernández y los bongoceros Johnny Keda y Joe Baerga.

Cuando pasaron dos años y terminó mi contrato, Pérez Prado me dijo: “mira Alejandro, ya tienes residencia y puedes entrar y salir de este país. Eres joven, tienes un gran futuro pero te aconsejo que estudies inglés para que puedas trabajar en el ámbito norteamericano porque ahí podrás crecer musicalmente”. Yo me quedé en los Estados Unidos, él se fue a México y nunca más lo volví a ver.


Dámaso Pérez Prado fue uno de los mejores músicos de Cuba, una muy bella persona y excelente profesional. Un genio, porque para inventar algo que quede para la posteridad, para toda la vida (como él lo hizo) hay que serlo. Estoy muy orgulloso de haber sido su discípulo y músico de su gran orquesta.
10 dic 2017 0 comentarios

Fallece Piro Mantilla



Esta tarde falleció el vocalista boricua Piro Mantilla, cantante principal en los tres primeros discos de Roberto Roena y su Apollo Sound. Como tal, Piro fue responsable de los éxitos iniciales de la banda del bongocero (entre ellos "Tú loco loco", "El Escapulario" y "Soñando con Puerto Rico") para luego ser cantante de la Orquesta de Cuchón e incluso grabar dos discos con orquesta propia: Mala Cara y Como Es.

A pesar de aquella aventura como solista, su imagen nunca pudo desprenderse de su etapa con el Apollo Sound con el cual, años más tarde, grabó el tema "Soledad" del LP Afuera y Contento y cantó en el disco por el 25 Aniversario de Roena en el Bellas Artes.


Formación original del Apollo Sound de Roberto Roena, en la cual Piro Mantilla fue vocalista principal

Según el espacio web Salsa Superior, Piro Mantilla tenía una relación especial con nuestro país (aunque nunca lo visitó) ya que uno de sus abuelos había nacido en el Perú.

La noticia fue comunicada esta tarde vía FB por su hija Blanca.

Nuestras condolencias a su familia y seguidores. La Salsa nuevamente está de luto...

DE LUTO LA SALSA: MURIÓ EL SONERO PIRO MANTILLA
Por Jaime Torres Torres

En el muro de su hija Blanca hay un crespón que anuncia que los salseros del mundo estamos de luto.

Y no hay duda que sí porque murió su padre Piro Mantilla, el primer cantante del Apollo Sound de Roberto Roena y el intérprete de los éxitos, a juicio de este periodista, más populares de esta agrupación.

Nadie ha interpretado como Piro el bolero “Soñando con Puerto Rico” de Bobby Capó, estampado en el primer álbum de la orquesta para el sello Fania Internacional, editado en 1969.

Cuando el Apollo celebró su vigésimo quinto aniversario en la Sala de Festivales Antonio Paoli del Centro de Bellas Artes, Piro -avasallado por la emoción- declamó parte de su letra mientras el público que desbordó el recinto le reciprocaba con un estremecedor aplauso.

Eso se puede apreciar en el cedé y devedé “Roberto Roena y su Apollo Sound En vivo desde Bellas Artes”, distribuido por el sello Musical Productions del fenecido Tony Moreno.

Quien firma esta nota póstuma estuvo allí cubriendo para un diario de circulación general y puede dar fe de que Piro fue el cantante más aplaudido del inolvidable espectáculo producido a mediados de la década de 1990 por José Rafael Dueño.

El año pasado, en una entrevista a Roberto Roena, el bongocero, bailarín y director de orquesta reconoció que Piro fue fundamental en el éxito del Apollo Sound, con la salvedad -en una nota al calce de este redactor- de que el primer disco de Roena tras su salida de El Gran Combo fue con Los Megatones y el cantante fue el panameño Camilo Azuquita.

“Parte del éxito del Apollo fue el sonero Piro Mantilla, que cantaba y tocaba congas con un trío en el Black Angus en Miramar. Era un cantante diferente. Lo invité para la orquesta y aceptó. Yo no quise estar robándole músicos ni cantantes a nadie. Por eso Piro entró”, recordó Roena al aludir al sonero que popularizó “Tú loco, loco, y yo tranquilo”, “Mandingoré”, “El traqueteo”, “Chotorro”, “Te lo voy a jurar”, “El sordo”, “El escapulario” y el bolero “Soñando con Puerto Rico”, que aparece -como confirmación del impacto de su paso por esta banda- en la recopilación “Pa’ fuera” de 1972.

Siempre me pregunté porqué Piro, tras popularizar éxitos que casi medio siglo después el pueblo le pide a Roena que toque, no formó parte del frente de cantantes de la Fania All Stars y que a su salida de la orquesta en 1971 la compañía no lo retuviera.

A Piro le sobraba originalidad, autenticidad y conocimiento del difícil arte del soneo o la improvisación salsosa. No se parecía a nadie, en una época en que la referencia eran cubanos como Beny Moré, Miguelito Cuní y otros.

Pero a su salida del Apollo Piro Mantilla fue firmado por la Velvet, discográfica con sede en Venezuela y una sucursal acá, desde donde proyectó su carrera como solista hacia Colombia, Panamá, Perú y otros países.

Piro Mantilla y su Conjunto se establecieron con álbumes como “Mala cara” y “Como es”, entre otros.

El año pasado, me contó Javier Santiago, director de la Fundación Nacional para la Cultura Popular, que varios de sus nietos asistieron al retro pulga salsero buscando parte de sus primeros discos como solista. Y encontraron en el formato de vinilo elepés con éxitos como “El buen borincano”, “Pequeña gitana” y otros.

Piro fue tan exitoso en su etapa posterior a su salida del Apollo que lo recuerdo amenizando una fiesta patronal en mi pueblo Río Grande, con la plaza tepe a tepe. Piro alternó con la Sonora Ponceña en las fiestas de 1977 y jamás olvidaré la escena de su firma de autógrafos y saludos a sus fans, mientras caminaba entre el público en una plaza en la que no cabía un alma.

Aquella noche los locutores y maestros de ceremonia Chilo Torres y Papuso Estrada se desbordaron en elogios hacia su persona. Y sepan que cantó “Soñando con Puerto Rico” y “El escapulario”, éxitos que nadie interpretó como él en el Apollo Sound.

Piro, quien también grabó con Cuchón y en la década de los 80 se reencontró con Roena y el Apollo Sound, grabando un álbum junto a otros cantantes pero sin mayor trascendencia, cantaba cuando su salud se lo permitía.

Mas se debe documentar en este In Memoriam que, tristemente, fue subestimado por sectores de la industria, que con mezquindad, pretendían vender homenajes y bailes sin los contratos y la remuneración correspondientes.

Su hija Blanca Mantilla, portavoz del grupo Leyendas de la Salsa, denunció en Facebook uno de sus sinsabores con los promotores que se dedicaron a explotar el nombre de Piro.

Aquí parte del texto:

“Hoy quiero comunicarles el porqué mi papá, el maestro Piro Mantilla, quien fue el primer cantante del Apollo Sound, no podrá ir a participar en el merecido homenaje que le van a celebrar al maestro Roena, por sus 60 años de carrera artística, el 25 de octubre. Por motivos fuera de mi voluntad y por no haberse tratado con el debido respeto, y atención. Pues a él no se le invitó formalmente, y no va a estar en el homenaje. Yo estaba en espera de una llamada que nunca se dio. Nunca se me llamó ni tan siquiera, con ese detalle. […] Como a mi padre no le van a dar su lugar, ni en la promoción, ni tampoco en el show, como se debe; entonces no puede ir a sentarse en una sillita, porque él es un cantante de primera; no un espectador más”, publicó Blanca al recordar que Piro era una persona de la edad dorada que ya no estaba tan activa como antes.

En la hora de su deceso, sin embargo, su obra lo inmortaliza. Ahora que la diáspora se nutre de los boricuas que se marchan tras la catástrofe del huracán María es innegable que no pocos tararearán estremecidos por la nostalgia la letra de “Soñando con Puerto Rico”.

“Yo, no puedo ocultar
el orgullo que siento
ser puertorriqueño.
Y que mi pensamiento
no importa donde voy
me fuga hacia la Islita
no importa donde voy
a la Tierra Bendita
mi pensamiento
vuela”.


Descanse en Paz, Maestro Piro Mantilla.