Fallece El Lele, vocalista fundador de Los Van Van
Esta madrugada falleció Miguel Angel Rasalps "Lele" cantante fundador de Los Van Van de Cuba e integrante también del recordado grupo Reyes 73
A continuación algunas líneas biográficas del fallecido cantante
Fuente: Salsa y Timba
La idea de este artículo es dar a conocer la real historia profesional de quien escribe, LELE (la voz que popularizó Van Van en los primeros años de la década del 70); mi nombre de pila es Miguel Ángel Rasalps Valdés, nacido el 27 de Julio de 1944, en la barriada del Cerro, a un costado del estadio, en la Ciudad de la Habana, Cuba.
Provengo de una familia de raíz africana, yoruba carabalí; mi madre Flora era una excelente cantante de fiestas familiares, hogareñas, lo mismo que mis tías Jacinta, Marcelina y mi tío Andrés (el pájaro); de todos ellos me nutrí y adquirí el gusto por la música y su sentido de afinación natural y autóctono.
Comencé a cantar en forma profesional el 1º de enero de 1962, como integrante del grupo rockero Los Fantásticos, integrado por: Toto Ortega, Álvaro Insua, Tony Lazcano, Ángel Orille, y Luis Adolfo, este último ya fallecido, y desgraciadamente nunca tuvimos acceso a grabar nuestro trabajo.
Posteriormente en el año 1965, participé en la creación del cuarteto Los Primos, integrado por: Silvia, Andrés, Héctor y quien escribe, hacíamos música de Los Platters, Los Zafiros y otros grupos de ese estilo.
A continuación, en enero de 1968, a solicitud de Elio Revé, a la sazón director de la orquesta del mismo nombre, me integré como cantante de dicha agrupación musical e interpretábamos temas del director y posteriormente comenzamos a interpretar temas nuevos cuya autoría era de Juan Formell, quien por ese entonces era el bajista de la orquesta; esto nos permitió conocernos a fondo, y desarrollamos gran afinidad en lo profesional y humano. No nos gustaba el formato típico armónico y vocal de las orquestas típicas, en esta etapa popularizamos temas innovadores como Fifí, Teté y Popó, El martes, Qué volá que bolón y Yo quiero una flaca, a raíz de diferencias ideólogo musicales entre Revé, Formell y yo, diferencias que nos llevaron a separarnos de la orquesta para en forma independiente seguir con el nuevo estilo que nos interesaba cultivar.
Rompimiento que se formalizó en una reunión realizada a principios del año 1969, realizada en el edificio del ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión) en la cual participaron el director de dicho organismo, el comandante Serguera y M. Ortega como secretario del PCC, todos los músicos de la orquesta, incluidos Formell y yo, además de Revé. Al hacerse irreconciliables las diferencias musicales, Formell decidió retirarse de la orquesta y yo lo secundé en su actitud; a continuación se sumaron la mayoría de los integrantes de la orquesta, me refiero a las cuerdas, piano y conga, y nos autorizaron a crear con esa base una nueva orquesta.
Con este desafío en mente, empezamos a ensayar por lo menos 5 o 6 meses, e integramos nuevos músicos tales como: Blas Egüez, baterista, José Luís Martínez, cantante, y José Luís Quintana, baterista (Changuito) que ingresó en reemplazo de Egüez, quien no podía continuar porque trabajaba en la orquesta Habana Libre.
Nuestro estreno como nueva orquesta, llamada Los Van Van, se realizó el día 4/12/69, a las 21 horas en la calle P y 23 (La Rampa) y los temas musicales fueron La compota de palo, Yuya Martínez, El penoso, Laura Chancleta, La candela y Marilú, temas todos que formaban parte de nuestro primer álbum y que tuvieron gran aceptación en el público por el timbre vocal armónico y el nuevo estilo musical denominado Songo.
Inmediatamente después iniciamos una gira por el interior del país, campamentos cañeros, para foguear la agrupación, pasando unos meses de trabajo en provincias. Regresamos a la Habana y nos propusieron representar a Cuba en la Expo 70 en Osaka, Japón, gira que incluyó Francia, Unión Soviética y España; dicha gira duró varios meses y nos consolidamos como el grupo mas popular de Cuba en ese entonces.
Por esa época contraje matrimonio y tuve que trasladarme a Las Villas, hasta el nacimiento de mi hijo, razón por la cual dejé de participar en Van Van; en mi reemplazo ingresó a la orquesta Armando Cuervo y dos meses después Pedro Calvo. Yo por mi parte me integré al grupo rockero Los Reyes; con dicha agrupación inicio un trabajo de fusión conocido hoy como rumba rock y son, también conocido como “la timba”… Los primeros temas popularizados con este grupo fueron de mi autoría, ellos son : Sin libertad no hay arreglo, Me cansé de hablar, Grandes amigos, Ay qué linda es tu cintura, mulata, Picolino Caminante, Pequeño desengaño, Sí llegó la primavera y Necesito alguien como tú, temas todos que alcanzaron gran popularidad en Cuba y además se vendieron a la empresa mejicana Pentagrama Fonograma Panamericana y de amplia difusión en dicho país y el resto de América.
Luego grabamos otro LP, donde se incluyen los siguientes temas: Finalizó el amor, Mucho corazón, Te ansío nena, Tema para una dama, Junto al mar he vuelto y otros. Estas grabaciones dieron inicio a siete años de plena popularidad hasta 1980, fecha en que la mayoría de los integrantes de Los reyes 73 emigraron de Cuba por El Mariel.
Yo opté, por razones familiares, permanecer en mi patria y me evalué como cantante solista, y al carecer de orquesta Juan Formell me invita a reintegrarme a Van Van, e inmediatamente iniciamos las grabaciones del volumen 6 de Van Van, donde dejamos un poco el songo y entramos a la fusión; ello se manifiesta en forma práctica con la incorporación a la orquesta de dos trombones y guitarra rockera. Algunos temas de dicho álbum son: De la Habana a Matanzas, Montuno sin complicacionesLa Rumba no está completa, entre otros que tuvieron rotundo éxito. Permanecí con Van Van hasta el año 1981, cuando fui hospitalizado en el centro de salud La Covadonga.
Posteriormente a un largo período de recuperación, continúo cantando como solista y dirijo el grupo Jibacoa hasta el año 87, cuando obtengo la medalla de la Cultura Nacional de mi patria; posteriormente me acojo al retiro con aproximadamente 8 dólares mensuales que no me permitían sustentar mis necesidades básicas de techo y alimentación, lo que me obligó a trabajar en el contingente del campo Bernardino García por tres años y medio.
En mayo del 98 emigro de Cuba a Chile, donde resido actualmente, y donde grabo un CD denominado Lele en Chile, además trabajo con un quinteto de música tradicional cuba y na.
Fuente: Cubaencuentro.com Por: Miguel Cabrera Peña
Uno de los cantantes populares más escuchados en Cuba entre finales de los sesenta y principio de los noventa es, sin duda, Miguel Ángel Rasalps. Pero este nombre poco dice a muchas personas. Si se recuerda, sin embargo, que Rasalps es "Lele", voz insignia de Los Van Van, Reyes 73 y otras agrupaciones, entonces ya se pisa terreno firme.
Lele irrumpe en la música popular cubana en un período que él llama "idealista", en el que un grupo de compositores e instrumentistas intentaba dotar de colores distintos y sonoridades nuevas a un pentagrama que parecía anquilosarse. Si es cierto que buscaban desde su propia visión un cambio, no profesaban ni bebían entonces —con igual devoción— de las mismas fuentes, aunque la raíz de nuestra música popular se hubiera metido desde mucho antes, tal vez sin que tuvieran una clara conciencia de ello —como en el caso de Lele—, en sus inclinaciones artísticas.
Antes de conocer al director Elio Revé, Lele se había aficionado al rock y a toda hora cantaba Crazy Love y otras composiciones en lengua inglesa. Cantar, aunque fuera al desandar las calles ruidosas de su Cerro natal, era como un desahogo. "La afición por el canto —dice— me viene de mi madre, con su eterno tabaco entre los labios, a veces un 'mocho' que no le interesaba encender. Aquella vieja era linda de verdá. No sabía nada de música pero alcanzaba una gracia, una afinación, una claridad que yo desde muy niño percibí. Todavía, cuando la recuerdo, la escucho cantando".
También, antes del encuentro fundamental con Revé en 1967, Lele había hecho armas en el grupo Los Fantásticos, cuyo director en la práctica era un profesor de psicología de la Universidad de La Habana, quien luego se convertiría en locutor de Radio Martí, Álvaro de Inzua. "Los Fantásticos éramos rockeros y yo cantaba allí a Los Platers, Paul Anka, Four Seasons... Su influencia y la de Los Zafiros no la niego...".
"Elio Revé fue quien me dio la mano —asegura—. Él me hizo entrar en la música popular. Me habló de su proyecto, lo que deseaba que yo hiciera. Pasaron ocho meses y ya pensaba que se había olvidado de mí cuando se me aparece en la casa".
Trabajar con Revé no era poco mérito, pero pronto los criterios musicales chocaron. "Juan Formell, que había llegado antes, y yo, queríamos hacer una música distinta". El cuatro de diciembre de 1969, en 23 y P, en El Vedado, efectúan Los Van Van su primera presentación. Lele se convertía en la voz de un grupo sin el cual no se puede hacer la historia de la música popular cubana.
"Juan Formell, su creador, siempre será mi amigo. Nunca me engañó. En mi opinión él es un gran músico, probablemente el más relevante de corte popular en gran parte del siglo XX. Pero él también sabe que yo generé el estilo, la fusión de rock, rumba y son. Él hacía sus arreglos contando con mi forma de cantar. En las orquestas populares el estilo lo ponen los cantantes. Luego vinieron otros... Yo jugaba libremente con la armonía, los inarmónicos, de falsetes y tenores, andaluces, guitarras y negros, lo cual hice aún más libremente con los Reyes 73". Aquí dejaría a un lado las cuerdas e introdujo los trombones.
Claro que entre lo que opina sobre su obra un artista y la realidad suele acomodarse todo un elefante. Frank Padrón, crítico musical, expresó al aludir a la habilidad vocal en Los Van Van: "Lele se proyecta con una voz ronca, típica, de amplio cromatismo, admirable en el grave y el falsete, capaz de conferir una impronta al grupo". Y otro crítico, Pedro de la Hoz, admite que en la puesta al día de la música bailable jugaron también un importante papel agrupaciones como Rumbavana, Ritmo Oriental y Reyes 73.
Luego de mencionar a creadores e instrumentistas como Changuito Quintana y José Luis Cortés, un grato recuerdo que atesora el cantante de La compota de palo y Yuya Martínez fue el colaborar en algunos ensayos con Albita Rodríguez, quien fue su vecina puerta a puerta: "Ella vivía en Juan Bruno Zayas 403 y yo en el 405". La Rodríguez marca hoy pautas en la música cubana que se crea fuera de la Isla.
Los contratiempos
"Cuando uno es famoso y además joven, vive como mareado, atendiendo más de la cuenta a lo que su cuerpo le pide. Yo no soy un santo, y errores he cometido. Pero mi principal problema en Cuba fue que nunca quise pertenecer al Partido. Mi partido fue y será siempre yoruba... Por cierto, que tengo que hacer Obbatalá... Todo el mundo sabe que durante mucho tiempo tener creencias religiosas estaba prohibido".
Los problemas de Lele tuvieron un punto culminante cuando varios de los integrantes de Reyes 73 —fecha que se agregó al nombre del grupo como índice de una nueva etapa musical— abandonaron el país en 1980, durante los sucesos de Mariel. Lele se haría solista y fue el primer evaluado artísticamente mediante un polémico mecanismo creado por el Ministerio de Cultura. La Comisión contaba entonces con figuras como José Antonio Méndez, Omara Portuondo, Osvaldo Rodríguez, Ela Calvo y otros. El cantante pasó el trance sin inconvenientes.
Pero este habanero recuerda algunos sucesos anteriores que, amén de disgustarlo, le mostraban ciertas caras de su dilema como artista. "Los coros que yo hacía, 'sin libertad no hay arreglo' o 'la libertad es el comienzo de la vida', 'me cansé de hablar', provocaron que varios jefes de núcleos del Partido me llamaran la atención. Yo creaba esos coros con la más absoluta inocencia política. El número Mañe, mañengo, que es una frase utilizada en el oriente del país y describe a personas descuidadas y mal vestidas, lo prohibieron porque decían que así se le llamaba a los que habían bajado de la Sierra. El estribillo y el título del número lo tuve que cambiar. Pasó a llamarse Baila que baila".
Poco antes de mediar los ochenta, comienza a enfrentar obstáculos que nunca imaginó. Una de las voces que había ayudado a definir su época en la música popular no hallaba trabajo. El ex cantante y compositor con Los Van Van, ex líder de los aplaudidos Reyes 73, con los cuales había grabado dos long play y varios singles, la garganta que había hecho bailar a uno de los pueblos más exigentes en este sentido, estaba desempleada. En su esplendor, Lele llegó a realizar 40 presentaciones al mes.
Hacia 1983 era la empresa Adolfo Guzmán la que en Cuba empleaba a los artistas. Había que acudir a ella. "Durante un año me dijeron invariablemente que yo no tenía demanda", aunque en el centro del asunto había también un complicado tejemaneje burocrático. A Lele no se le puede imaginar como la clásica estrella en declive. En 1980 había regresado con Los Van Van y actuaría con ellos durante algún tiempo. Si Formell lo había vuelto a llamar, ello era índice inequívoco de que sus facultades permanecían intactas.
"En el fondo, yo no caía bien. Mi integración política distaba de ser la que de mí se esperaba. Tampoco rechacé nunca a esas personas que viven en las fronteras de la marginalidad y que suelen seguir fielmente a las agrupaciones como en las que yo participaba. Ellos forman también parte del pueblo y poseen una tremenda intuición musical. Yo era como una tuerca que no encajaba en el engranaje".
En 1986 creó el grupo Jibacoa, que se disolvería cerca de los noventa. "En esta etapa me sancionaron porque no quise ir a cantar a Bayamo, donde ya había actuado anteriormente. En el mes de la sanción yo había sobrecumplido la meta que imponían los reglamentos de la institución cultural para el período. En todo caso correspondía una amonestación, pero me sancionaron, y luego me llevaron a un juicio laboral".
Al promulgarse la ley que daba la posibilidad de retirarse a los 25 años de trabajo en el sector cultural, se acogió a ella, aunque el salario era lógicamente más bajo y no le alcanzaba para vivir. "Mi divorcio de la que había sido mi esposa por muchos años fue por esta etapa. Así, me vi con una jubilación insuficiente y en la calle".
Durante tres años, y hasta que salió para Chile, vivió en campamentos en Alquízar, Quivicán y La Salud, donde trabajaba como obrero agrícola, bastante lejos de la capital. Se trata, en realidad, de empobrecidas poblaciones rurales. Cada quince días recibía pase, y entonces dormía en casa de sus hijos o de su compadre Alfredo —"a quien querré siempre"—, ex utilero en Reyes 73.
Con un expediente repleto de medallas y diplomas, que se le concedieron por cantar, componer y bailar para el pueblo durante 33 años, en 1995 fue a una dependencia del Estado a solicitar una vivienda, "la más modesta que hubiera". Le informaron que existía una larga cola de personas con el mismo objetivo. En 1998 salió de Cuba y todavía no le había llegado el turno.
Fue en ese extenso período de trabajo agrícola, en que salía de la cama a las cinco de la mañana, que "se me cayeron los dientes a causa de la diabetes que no sabía que padecía, y la mala alimentación. Los nervios se me descontrolaron. Trabajaba fuerte en el campo, y bebía mucho...".
El artista y sus derechos de autor
"La EGREM, la única entidad encargada en los setenta de comercializar la música en Cuba, ha vendido números míos sin consultarme. Conozco que vendió a una empresa (llamada Pentagrama-Fonograma-Panamericana) un disco cuya identificación era LPP006 y el apellido del dueño Palomares. En ese disco había cinco temas, compuestos y cantados por mí. El director de EGREM en esa etapa era un tal Quijano. Los números que incluye ese disco son: Grandes amigos; Sí, llegó la primavera; Adeoei; Necesito de alguien como tú y Finalizó un amor. Yo estaba en Cancún cuando me enteré, me lo dijo Tata Güines".
A principios de 2002 a Lele lo llama por teléfono desde La Habana un familiar, y le informa que él contaba, por sus derechos de autor, con 80 pesos cubanos, menos de cuatro dólares al cambio actual. "Cuba nunca defendió mis derechos, sobre todo internacionalmente".
En una ocasión coincidió con la viuda de José Antonio Méndez en el Centro Nacional de Derecho de Autor, donde también se cobraba. La cifra que le dieron fue realmente irrisoria. "Luis Miguel, el cantante mexicano, ya para entonces había vendido decenas de miles de discos con música de José Antonio".
Hace poco, Lele renunció a que Cuba representara sus derechos, con el propósito de reclamarlos desde Chile. Le resultaba irracional hacer otra cosa recordando "la mierda" que le pagaron a la viuda de un compositor como José Antonio Méndez, una gloria de la cultura nacional.
Pero esta decisión no se basó únicamente en el disco vendido, a espaldas suyas, por la EGREM. Lele conoce que Ned Sublette, codueño de Qbadisc, y artista él mismo de múltiples posibilidades, grabó un popurrí de música cubana. "El mismo me enseñó el disco en La Habana, allá por 1994 o 95. Entre ambos se generó una franca simpatía, y me hubiera pagado si alguien se lo hubiera solicitado legalmente".
También supo que en Cancún había un programa radial que cree recordar se llamaba "Baila, que baila mi son", y tenía como número de presentación precisamente a Mañe, mañengo, pero en su título recodificado, es decir, Baila, baila...
Lele en Chile
"Llegué a este país con 80 kilos de peso, muy inferior a mi promedio, pues soy un hombre de seis pies de estatura. Aquí, además de recuperar lo físicamente perdido, encontré a una mujer admirable, Lina Maulme, amiga y compañera. En ella hallé apoyo de todo tipo, pero sobre todo espiritual, algo muy importante para quien vive fuera de su país".
Gracias a ese apoyo, pudo volver a la música. Después de buscar y armar un equipo de excelentes instrumentistas, chilenos y cubanos, ha puesto el punto final a un nuevo CD, que no podía titularse de otra forma que Lele en Chile.
El disco es, por supuesto, una evocación de aquella música que hizo bailar a tanto isleño, llena de gracia y raíz, y que al encontrarse luego con la salsa se abriría ancho campo en los mercados internacionales. Tu recuerdo, de Juan Formell; el popurrí de Reyes 73, con números de Lele; El breve espacio, de Pablo Milanés, en tiempo de son; y la letra de Vuelvo para vivir, de los chilenos Illapu, se encuentra entre la música del disco.
"En Chile ahora es que está entrando, lentamente, el tipo de música que yo hago. No es fácil interesar a un empresario de este país. Por eso espero que alguna disquera de otras latitudes lo escuche y valore".
Entre triste y sonriente, Lele recuerda el homenaje que, como fundador de Los Van Van, se le rindiera cuando la agrupación cumplió 25 años de creada. Pero especial emoción le produce recordar que el número De La Habana a Matanzas, grabado por él en 1980, se volvería a grabar, ya sin su voz, y se le agregó el estribillo "escucha mi canto 'Lele', donde quiera que tú estés". Los Van Van sabían que él estaba entonces viviendo en campamentos agrícolas, fuera de su medio natural, lo cual generó el estribillo que "entendí como una velada crítica al sistema cultural cubano".
"Mucha gente, sin embargo, creyó que yo había muerto. A uno de mis hermanos, en Miami, le llevaron el disco y pensó lo mismo. Él murió al poco tiempo, convencido de que ya yo no existía...". Luego de un breve silencio, Lele añade: "Pero estoy vivo, mi hermano, y trabajando...".
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