Un legado musical que abonó a la identidad
Mural en Puerta de Tierra, el barrio donde nació Raphy Leavvitt
El próximo martes 11 el Coliseo Roberto Clemente servirá de marco para las exequias de Raphy Leavitt, fallecido el pasado miércoles 5 en Miami. La Selecta tocará y se espera que otros artistas y músicos se sumen al homenaje, lo mismo que el pueblo de Puerto Rico.
Anoche,en Lamula escribimos lo siguiente:
Repaso la discografía de La Selecta y no encuentro un solo de piano de su líder Raphy Leavitt. Veo varias fotos de la orquesta y todos, incluido Raphy, vestían igual. ¿Es que acaso el director no debía lucir sobre el resto? Pues no era el caso. Incluso cuando lo entrevistaban, él gustaba mencionar: “Somos Raphy Leavitt y La Selecta”, una unidad, un grupo dedicado no solo al baile sino también a ofrecer un mensaje a través de sus canciones.
Muchos dirán que el sello distintivo de la orquesta siempre fue el cantante, el jíbaro Sammy Marrero y su inconfundible timbre de voz con el cual la orquesta logró definir ese aire boricua inconfundible. Razón no les falta. Ahora que Leavitt ya no está físicamente, ¿qué será de Sammy?
Me acuerdo del Chimpun Callao (La Selecta estuvo dos veces en ese Festival, casi diez años atrás) y era increíble como todos coreaban las letras de las canciones, sin que estas tuvieran difusión radial constante. Ahí me dí cuenta que Raphy ya había logrado su objetivo: “sembrar semillas en el alma del pueblo” (como reza el título de sus discos). Su música es “como el moriviví”, como la Salsa misma “que muere y nace de nuevo”. No vale llorar, riamos en silencio.
Esta mañana el diario El Nuevo Día dedicó su editorial a recordar al líder de La Selecta de Puerto Rico. Lo compartimos...
La repentina partida de Raphy Leavitt es lamentable para Puerto Rico y los amantes de la salsa, un género conocido mundialmente gracias a gigantes como el finado compositor y fundador de la orquesta La Selecta, quien, como legado, nos deja el contenido social y de afirmación nacional que con esmero insertó en el pentagrama musical puertorriqueño.
Rafael Ángel Leavitt Rey falleció a la edad de 67 años en Miami, Florida, por complicaciones derivadas de una cirugía para reemplazar una prótesis de cadera con complicaciones a causa de una bacteria. El compositor sufrió fracturas masivas en la cadera en un terrible accidente en octubre del año 1972, en el cual perdió la vida su amigo, vecino y trompetista de su orquesta Luisito Maisonet.
A raíz del traumático episodio nació uno de los éxitos más escuchados de La Selecta, “La cuna blanca”, que surgió de un sueño que tuvo Leavitt durante su convalecencia de seis meses en el hospital. El tema, que pronto se coronó como un éxito en Puerto Rico y muchos otros países de América Latina, se ha convertido en un himno fúnebre por la evocación al sentimiento universal de duelo.
Natural de Puerta de Tierra, Leavitt quedó huérfano a temprana edad. De carácter luchador y perseverante, vivió una vida sin vicios y se convirtió en un ícono de la música. El pasado mes de marzo celebró el 43 aniversario de su orquesta, un proyecto que germinó en 1971 con sonido propio y la voz principalísima de Sammy Marrero de timbre jíbaro que llevó a la cumbre composiciones de corte social, alto contenido humano y ferviente puertorriqueñidad. Todos aquellos temas, al mismo ritmo en que iban surgiendo, iban adquiriendo un gran arraigo en la sociedad.
Es así como el exigente y disciplinado líder de orquesta, mantuvo a La Selecta vigente hasta el día de su fallecimiento. Por eso, puede afirmarse que, dentro de nuestras fronteras y más allá, con su partida el mundo de la salsa pierde a un músico extraordinario.
El pianista, arreglista y director musical lograba plasmar en la lírica de sus canciones vivencias con las que el gran público podía identificarse. Abonó a los temas clásicos del repertorio de la salsa con letras que narraban realidades cotidianas, entre los que destacaron las inspiradas en su entorno en el barrio de Puerta de Tierra, que hoy lo llora, y las que expresaban los sentimientos de los militares a su regreso de la guerra, con canciones como “El solitario” y “Soldado”, que compuso durante el conflicto bélico en Vietnam y fueron de gran impacto en otros países.
De su amplio repertorio, destacan además los clásicos “Payaso”, “Mi barrio”, “Herido”, “Destino humano”, “Lamento jíbaro”, “Sheila taína” y “La cuica”. Su fe también la hizo canción. “El buen pastor” es un ejemplo de su espiritualidad, por lo que se le considera pionero de la salsa cristiana.
Fue además un jíbaro de la salsa, lo que dejó establecido desde temprano en su carrera con el éxito “Jíbaro soy”,que compuso al cumplir La Selecta su primer aniversario, marcando con ello un importante periodo de afirmación nacional de la salsa en los años 70. Orgulloso de su identidad, su propuesta musical incorporó elementos propios de la música campesina de Puerto Rico, entre ellos la décima y el seis chorreao.
Leavitt, según relatan sus amigos, estaba deseoso de volver a los estudios de grabación y tenía planes de lanzar una producción discográfica que recogiera su trayectoria. Ese proyecto inconcluso queda en manos de su viuda, María “Lalo” Milagros, quien decidirá sobre su futuro.
Por su legado, su amor patrio, su narrativa musical autóctona y a la vez universal, Raphy Leavitt fue uno de los grandes referentes de la salsa.
Que descanse en paz.
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