7 jun 2015

Alexander Abreu: Dios del Viento



Fuente: La República, Perú Por: Renzo Gomez

Alexander Abreu, de Cienfuegos como Benny Moré, nos visitó por primera vez con su orquesta completa. Aunque las condiciones fueron pésimas, demostró –con su tumbao transparente– por qué es considerado el oxígeno de la música popular cubana.

El 'Dios del viento' está fastidiado y ojeroso. Habla bajito y es cortante. Repantigado en el sofá del hotel y sin trompeta, Alexander Abreu (38) se alista, siendo casi las 10 de la noche, para cerrar su esperada gira limeña, este domingo 31, con un tour asesino: cuatro shows que comenzarán en Comas y terminarán en Lince, al otro lado de la ciudad, a las 6:30 am, con las obligaciones del implacable lunes.
 
La expectativa es muy grande. Es la primera vez que Abreu se presenta en Lima con los 14 músicos de su Havana D'Primera, en un mercado acostumbrado a solo contar con los cantantes como si las orquestas fueran adornos prescindibles.
 
Abreu, en realidad, debió llegar hace un mes para dar varios conciertos, pero las visas se las dieron muy tarde y los pasajes se volvieron inalcanzables.
 
Muchos de sus seguidores se enteraron adentro de las discotecas, ticket en mano. Explotaron, con razón.
 
Solo su música, ese batido del son y otras raíces cubanas, fue capaz de calmarlos. La culpa no fue suya, está claro, pero la deuda es implícita.
 
La ilusión es inmensa, además, porque Abreu regresa luego de dos años con nuevo disco La vuelta al mundo (en honor a los 85 shows fuera de Cuba en el 2013) y distinguido, con el Gran Premio Cubadisco 2015 (el Grammy cubano). Está en su mejor momento y, por ende, sus conciertos prometen ser memorables.
 
Por arriba del mambo
 
-Por fin veré a mi gordito sabroso.
 
-Yo me subo y me lo agarro.
 
Un grupo de chiquillas, en shorcito e inquieto escote, se empilan con un par de 'chelas' al lado de la piscina. El club campestre Las Palmeras, en Trapiche, Comas, luce repleto. Ansioso de buena timba. 
 
A las 12:50, por fin se cumplen los repetidos anuncios del animador. Abreu, en camisa negra,  jean, zapatillas, relojes, cadenas y dije de oro de la Virgen Caridad del Cobre, se monta en la tarima. El público explota, esta vez, de emoción. 'La figura', hit que grabó con Alexander Delgado, el vocalista de Gente D'Zona, los pone a bailotear.
 
Qué lejos se percibe aquel 29 de diciembre de 2007, en Pinar del Río, Cuba, cuando, en su primer concierto, el cartel los promocionaba rochosamente como Havana D'Primavera.
 
Épocas en las que el propio Abreu, dudando de su talento, propuso a Sixto 'Indio' Llorente, exManolito y su Trabuco, como el cantante principal de su orquesta. Esos músicos de sesión que no durarían más de tres meses. Cuando los cubanos, bailadores de oído exigente, se preguntaban qué coño hacía un trompeta, cogiendo el micro.
 
Ese tipo, de humanidad inmensa y cabeza calva, que aún no era bautizado como el 'Dios del viento' ni era comparado osadamente con Arturo Sandoval, virtuoso trompetista de jazz, pero que ya había acompañado a Irakere y Luciano Pavarotti (Pavarotti and Friends, 2002)  e integrado las agrupaciones de Isaac Delgado, Paulito FG y Manolín el 'Médico de la Salsa'.
 
Una muchacha de diminuto vestido rojo, panties y tacones se ha subido al escenario y acaba de besar a Abreu. Amagó buscarle la boca pero se lo estampó en sus carnosos cachetes.
 
Su curvilínea esposa, Yoanna Viacava –enterizo negro con lazo verde–, detrás del conguero, lo graba todo. Sonríe, impasible, como si se tratara de un episodio rutinario. Una cláusula sobreentendida del contrato de la fama.
 
Las canciones suenan una tras otra, sin respiro. Sin chance al mínimo comentario. A la 1:45, previo conato de bronca, la orquesta termina con 'Se te olvidó quién soy yo'. y enrrumba hacia Barranco.
 
Aplausos que se vale
 
Ha pasado 16 horas en bus. Así es la devoción de Carlos Díaz (26) o 'Cato Timba', uno de los Djs más pegados del género, por el 'Dios del viento'.  'Cato' salió a las 8 de la mañana de Arequipa, donde administra un salsódromo, para llegar a la medianoche a su casa de San Juan de Miraflores, 'acharlarse', y salir con las mismas a  TimbaCity, en el Centro de Convenciones de Barranco, que estalla en capacidad.
 
La primera vez que Abreu pisó Lima, a mediados de 2010, 'Cato' fue a recibirlo al aeropuerto. Para ese entonces, ya llevaban unos años chateando. 'Cato' se encargó de repartir cds con su música y de organizar una campaña por Facebook pidiendo su llegada.
 
Lo acompañan David Gonzales, un seguidor que solo se ha perdido dos conciertos desde que la gira empezó el miércoles, y Luis Gonzales, fotorreportero, que tiene el vicio de retratar, cada fin de semana, a toda la movida timbera. Muchas de sus fotos son utilizadas en afiches y discos. De hecho, Abreu planea llevárselo a Cuba, y tal vez incluir una de sus fotos en la tapa de La vuelta al mundo, su tercer álbum, que por ahora solo está online. Y que casi no ha interpretado.
 
Casi 15 minutos, instalados en el escenario, han tenido que pasar para que arranque el show. Abreu coge el micro, motivado, dispuesto a entregar toda su cubanía, oriunda del monte y, de repente, no se escucha nada. El sonido es bajito, como un susurro. Abreu respira  y continúa hasta que su voz empieza a crecer.
 
No es el único traspié que han sufrido. Yosvel Bernal, uno de sus mejores tecladistas, está haciendo coros, como en las otras presentaciones, porque simplemente no le consiguieron instrumento. Además, no poseen retorno, básico para tocar en vivo, y sólo les queda hacerlo de memoria.
 
“Pensaba hacer un concierto diferente, pero así es muy difícil. Con su energía saquemos la noche”, dice con el rostro empapado.  El público responde con gritos y aplausos. Entonces saca su celular, en pleno tumbao, se pone a grabar y la gente se aloca. Vibra. Arde.

El local es suyo. Hipnotizado. Delirante. Se acerca a Luis Gonzales, el fotógrafo, y le dice algo, casi al vuelo. Gonzales pone una mueca de desconcierto. Y de pronto, con su gente extasiada, cantando a voz en cuello 'Carita de Pasaporte', se lanza. Sí, con su centenar de kilos de sabrosura. Así, entre jaloneos y selfies, se marchó al tercer concierto donde terminó todo (el cuarto se canceló por la hora).
 
Deslucido final, con las terribles condiciones de sonido y la factura de la gira. Pero quedémonos con esa imagen de Abreu: sudoroso, entregado, feliz entre nosotros, su pueblo de primera. Aplausos que se vale.

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