17 abr 2015

Un año sin Cheo: "Cuando se llora es que se siente de verdad"


Fuente: Agencia EFE

El mundo de la salsa recuerda hoy, un año después de su muerte en un accidente de tráfico, a Cheo Feliciano, uno de los artistas puertorriqueños más queridos y famosos dentro del género.

"Extraño a Cheo todos los días, porque fui su fanático y también tuve la oportunidad de compartir mucho con él fuera del escenario", expresó a Efe el cantante Gilberto Santa Rosa, conocido como "El Caballero de la salsa".

Los puertorriqueños y admiradores del género caribeño de la salsa de otros lugares del mundo despertaron el 17 de abril de 2014 con la noticia de que el intérprete de éxitos como "Anacaona" y "Amada mía" había sufrido un accidente de automóvil muy cerca de su casa, en San Juan, a altas horas de la madrugada.

Acababa de salir de un casino del turístico barrio de Condado y regresaba a su casa en la localidad de Cupey (a las afueras de San Juan) en un Jaguar que se estrelló con fuerza contra un poste de cemento, lo que causó su muerte en el acto.

Tenía 78 años y viajaba sin el cinturón de seguridad puesto, según se conoció poco después; reportó Efe.

Un año después, Santa Rosa recuerda que por entonces estaba preparando junto al también salsero Víctor Manuelle un homenaje en vida a Feliciano y que iba a tener lugar en agosto pasado, con un espectáculo que se llamaría "Dos soneros cantan a Feliciano".

Tras el fallecimiento de Feliciano, la producción del espectáculo decidió adelantarlo y se organizó el 21 de junio en el Coliseo de Puerto Rico José M. Agrelot, de San Juan, donde entonaron canciones como "Anacaona", "Sobre una tumba humilde", "Franqueza cruel", "Juguete" y "El ratón".

"La partida de Cheo fue un golpe muy duro, porque lo veíamos con vida a pesar del cáncer de hígado que le habían diagnosticado. Poco a poco iba luchando y se sentía fuerte. Lo extrañamos mucho", asegura Santa Rosa.

La muerte de Feliciano coincidió con el Jueves Santo del año pasado. Al día siguiente, Viernes Santo, la familia comenzaba los preparativos para el velatorio, que se llevó a cabo al día siguiente en el coliseo Roberto Clemente, en San Juan, y un par de días después en el Centro de Convenciones de Ponce, ciudad natal del salsero al sur de Puerto Rico.

Ese viernes temprano en la mañana llegó al coliseo el artista puertorriqueño Diego Romero, mejor conocido como "Exor", para pintar un mural con el rostro de Feliciano en la entrada del lugar.

Fue en el coliseo Roberto Clemente donde Feliciano participó junto a las Estrellas de Fania en el primer concierto que ofrecieron en la isla caribeña en 1973.

Las Estrellas de Fania está considerada por algunos como la máxima agrupación de salsa de todos los tiempos. Organizada por el músico dominicano Johnny Pacheco y el fenecido empresario italiano Jerry Masucci en 1968, agrupó a las máximas estrellas de la música caribeña de esos tiempos.

El panameño Rubén Blades, con quien Feliciano grabó el disco "Eba say ajá", fue el primer artista en llegar allí el día del velatorio. Luego se le sumarían muchos otros artistas, como el nicaragüense Luis Enrique, el venezolano Oscar D' León, Danny Rivera, José Nogueras, el trío Los Hispanos, Elías Lopés, Antonio Cabán Vale "El Topo", Raphy Leavitt, Sammy Marrero o Roberto Roena.

"A Cheo se le extraña mucho. No sólo como persona y artista, sino como hermano, pues él y yo estuvimos juntos más de 40 años con La Fania y esa organización es una familia", resalta Papo Lucca un año después.

Feliciano grabó más de una veintena de discos, entre los que destacan "Cheo" -posiblemente el más emblemático de su carrera-, "With a little help from my friend", "Felicidades", "Looking for love", "The singer", "Mi tierra y yo", "Estampas", "Cheo Feliciano y la Rondalla Venezolana" y "Cheo Feliciano en Cuba".



Ismael Miranda: "Cheo Feliciano fue mi maestro"
Fuente: El Comercio. Por: Antonio Alvarez Ferrando

Ismael y Cheo no eran hermanos de sangre pero el vínculo que los une va más allá la muerte. Una amistad de 46 años que se remonta a cuando Feliciano cantaba en el sexteto de Joe Cuba y el 'Niño bonito de la Fania' despegaba artisticamente con la orquesta de Larry Harlow.

A un año de la muerte de Cheo Feliciano, "El Comercio" conversó con Ismael Miranda quien no olvida los gratos momentos que pasó junto a su compañero de la Fania All Stars e intérprete de grandes clásicos de la música latina como "Anacaona", "El Ratón" y "Los entierros".

Ahora los recuerdos aparecen como un flashback: la grabación de la película "Nuestra cosa latina" en Nueva York, los conciertos históricos en África y Japón y, recientemente, las grabaciones con Salsa Giants de Sergio George.

"Cheo era mi maestro. Un cantante que le aportó mucho a la salsa. Era muy exquisito, original. Dentro de la gama de grandes soneros, él es uno de los primeros" dice Miranda a través del hilo telefónico.

Ismael cuenta que aún no se sobrepone del impacto que le causó enterarse de la muerte de Cheo: "La noticia a mí me golpeó y muy duro. Ya ha pasado un año y todavía no puedo decir que me he recuperado completamente", confiesa.

Para Miranda, Cheo era una persona muy alegre. Un gran amigo que siempre estuvo pendiente de él. "Era muy espontáneo, es decir, se la sacaba de la manga como decimos aquí en Puerto Rico", comenta.

Para hoy, Ismael junto a un grupo de amigos y familiares han organizado una misa en memoria de Cheo Feliciano a celebrarse en la iglesia Bautista del Señorial ubicada en San Juan, Puerto Rico.

En un momento de la ceremonia Miranda aprovechará para rememorar pasajes de su vida junto a ese Cheo humilde que todos conocieron, ese mejor amigo que le brindó la música y a quien nunca le dirá adiós.


Sentimiento Tú
Por Gilberto Santa Rosa

La madrugada del jueves Santo del pasado año, recibí la llamada de mi gran amigo Víctor Manuelle para darme una terrible noticia. Por el tono de su voz y el dolor que reflejaba, solo tuvo que decirme: “Cheo...”

Sin Víctor darme detalles, sabia que había pasado lo peor.

Se nos fue Cheo Feliciano. Así de repente, sin despedirse. Muy fuerte. Me quedé un rato sentado sin creerlo, buscando en la televisión, en la radio y en el internet con la esperanza de que Víctor estuviera equivocado. No lo estaba; se había ido Cheo Feliciano,

En mi opinión, Cheo Feliciano era el cantante perfecto de este género que llamamos Salsa. El sonero fogoso, espontáneo, extraordinariamente rítmico y el cantante romántico con la voz más profunda y dulce que existía, dándole otra dimensión a cualquier canción que interpretara.

Como si todo eso fuera poco, el hombre no era más sencillo porque no tenía más tiempo. Nunca hacia diferencias en el trato a sus iguales y a los que venían subiendo y anhelaban algún día ser como él. En realidad, creo que nunca tuvo conciencia de lo que era y representaba para nosotros: era un artista completo y una persona exquisita.

Siempre recuerdo y agradezco a mi querido hermano Jerry Rivas quien fue que me habló de Cheo y me hizo escucharlo con detenimiento para eventualmente admirarlo y respetarlo como cantante. A partir de ese momento me convertí en su gran fanático.

Pasando el tiempo lo conocí y nació una bonita relación de amistad, cariño y respeto que, hasta el sol de hoy, atesoro como uno de los premios que he ganado en esta carrera.

Son muchos los momentos y las anécdotas que viví con él y que hoy, a pesar de la tristeza, me hacen sonreír.

Viajar con él, grabar con él, trabajar con él o simplemente tomar café para someterlo a un "interrogatorio" sobre su carrera, eran para mí una clase que NO se conseguía en ninguna universidad.

El hombre hablaba con música; su agilidad mental y musical se le notaba en una simple conversación. Decía "Oye Kako" y esa simple frase venía cargada de ese swing natural que explicaba aquel soneo del Sonero Mayor que decía: "Tu no ve que los niches son pa' gozá".

Hablando de Maelo, conservo una entrevista donde el amigo Papo Brenes le pregunta a Ismael: ¿Cuál sonero de su época era el que le daba candela? y sin titubear respondió: “Cheo Feliciano”. Más adelante en la misma entrevista, Papo le pregunta: “Además de Cheo ¿Cuál otro sonero le daba candela? Maelo se quedo pensando y repitió… “Cheo Feliciano”.

Como cantante romántico, ¿que les puedo decir? Todos los cantantes románticos que conozco destacan a Feliciano como uno de los intérpretes más importantes de la música del amor.

Un día, iba en mi carrito camino a Mayagüez por el Sur de la Isla junto a, nada mas y nada menos, que Pellín Rodríguez. Buscando emisoras en el radio salió la versión de Cheo de "Amada Mía" de la autoría de José Nogueras. De repente Pellín me dice: "Déjalo ahí, no lo cambies que ¡ese es el mejor de todos nosotros!" Se quedó escuchando atentamente y cuando al final Cheo le ponía todo el feeling a la canción con su "hummm", Pellín dijo: "Súbelo, súbelo que ahí es que barre el piso con nosotros." (Los que conocieron a Pellín saben que lo dijo de otra manera que no lo puedo escribir, jajaja).

José Luis “Cheo” Feliciano, deja su nombre escrito con letras de oro en el libro de la historia de la música popular latinoamericana.

A los muchachos de la nueva generación… ¡NO DEJEN DE LEER ESE CAPÍTULO!

A su querida e inseparable esposa Coco, gracias por cuidarlo y apoyarlo siempre. Al Maestro Louis García, gracias por ser su cómplice y ángel guardián. A Puerto Rico, la comunidad latina en Estados Unidos y a Latinoamérica: gracias por aplaudirlo, admirarlo quererlo y también llorarlo.

Cheo: tu público y tus compañeros te queremos, te respetamos y te extrañamos. Gracias por convertirnos sinceramente en tu "Familia" y como dijiste en uno de tus clásicos…”Buen viaje mi gente… ¡buen viajeee!”
¡Camínalo!


Cheo Feliciano: Voz y Figura Inmortal
Fuente: El Nuevo Día, Puerto Rico

Hace  un año, un día como hoy,  América  Latina y  Puerto Rico despertaron llorando  ante la  súbita  muerte  del  salsero  y  bolerista   Cheo Feliciano.  La  cultura  puertorriqueña, caribeña y latinoamericana   se enfrentaban a un gran vacío.

Eran las 4:13  de  la madrugada  de  Jueves Santo cuando la voz  de Amada mía  se apagó. La muerte  fue inmediata.

El cantante de  79  años impactó su vehículo Jaguar verde claro contra un poste de hormigón en la carretera 176  en  Cupey, cuando se  dirigía  a  su  residencia. La trágica  noticia   se  difundió  como  pólvora  entre los  medios   de  comunicación.  Colegas, familia, amigos y  fanáticos del artista   reaccionaban  incrédulos  a  la  inesperada  partida  terrenal  de uno de  los  cantantes  más   completos  del  género de la  salsa.  Uno  de   esos  artistas que  no  solo demostró  ser un  guerrero  en tarima  sino  además  en el plano  personal.

Sin restar  méritos a  quienes han labrado un  camino  con éxito al  ritmo  de  la  clave salsera, lo cierto es  que las  características  del  vocalista  recogen la perfección de un  exponente en  este género.

Perfección 
Feliciano lo  tenía  todo.  A  la  hora  de  interpretar  el   artista dominaba de  principio a  fin la  sonoridad  y  cadencia  rítmica  creada  por  el bongó, conga, trompeta y cencerro hasta  el  sentimiento romántico de un bolero. El cantante   lo  mismo provocaba la fogosidad del  cuerpo  al ritmo  de Anacaona que  el erizo  de  la piel  con  Mi triste  problema.  Una  voz  natural para el  bolero  y  la  salsa -nunca  se le  escuchó  forzado- afirmación que colegas y  exponentes  destacaron los días subsiguientes a   su  muerte, cuando las escenas del masivo velatorio, parecían un mal sueño colectivo.

De hecho  respetando ese  talento, durante  las  exequias fúnebres  que se realizaron entre San Juan  y  su natal  Ponce el  único  exponente  que interpretó el  tema  ícono  de Feliciano, Amada mía fue  el   compositor  de la canción José  Nogueras.

Por  cinco  días Puerto  Rico se despidió  del  artista que  comenzó en la  música  de la mano  del  percusionista  Francisco  “Kako” Bastar.

Un multitudinario funeral que  se  efectuó  por  dos  días en el  Coliseo  Roberto Clemente y  luego  se trasladó  en un tercer  día al  Centro de Convenciones Juan H. Cintrón de  Ponce, culminando  en  el cementerio La Piedad de la Ciudad Señorial,   fue  la  despedida terrenal que le obsequiaron de manera desprendida a  esa   voz  privilegiada  que inmortalizó emblemáticas composiciones del pentagrama  popular puertorriqueño bajo la  pluma  del fenecido  Catalino “Tite” Curet Alonso y  de otros  compositores  boricuas.

Durante  el  velorio exponentes  de  la  música honraron la   memoria  de Feliciano con su   talento,  realizando  guardias  de  honor y elogiando  su  nombre.  La  mayoría   de los  músicos  y  cantantes   del  género  de  la  salsa  asistieron  a las  exequias fúnebres     que  conglomeró  a  miles. Entre las   figuras que  hasta   allí  llegaron   -por  destacar  algunos- recordamos a  Rubén  Blades, Gilberto  San Rosa, Víctor  Manuelle, los integrantes de El  Gran  Combo  de Puerto  Rico y las  Estrellas de la Fania, Andy  Montañez,  José   Alberto “El Canario”, Luis  Enrique  y Salsa Giants, entre  otros. El sector  gubernamental  también ofreció   sus  condolencias  a  la viuda Socorro  “Cocó” Prieto   y sus  hijos  José   Enrique “Cheíto”, Richard y  Michelle.

No obstante  fue  la  gente, la familia que el artista hizo suya, la  que  se desbordó en  manifestaciones  de cariño  para  el  cantante  y  sus   parientes. Desde  el  que  se crió  con el artista  en la calle  Guadalupe  en Ponce  hasta el  que  adquirió   cada  una  de   sus  producciones  discográficas   quiso  estar   presente  en el  sepelio.    Fue el pueblo  el que  cantó a  viva  voz Los   entierros y Sobre  una  tumba  humilde mientras  el féretro era sepultado  en el cementerio   La   Piedad  donde   deberá  permanecer  hasta  2016. Los  restos   del artista, según  un compromiso  del municipio de  Ponce, deberán trasladarse  al Panteón Nacional Román Baldorioty de Castro, cementerio de los próceres de la Ciudad Señorial, según la voluntad  del cantante.

Humildad hecha persona
Pero   más  allá  de  la proeza  musical   de  Feliciano en la que  se  destacó como  solista y siendo  parte  del sexteto  de Joe  Cuba  y de las   Estrellas de la  Fania    al  plasmar una  importante página  en  la  historia  musical   latina, existe   una  faceta  por  la  que  el artista es tan  amado  y  recordado.
A  un   año de su  muerte, en  cualquier  esquina del mundo donde  el  artista  se  haya presentado se escuchan elogios a la  personalidad de  Feliciano.

Su don de  gente, su  carisma, la  transparencia de sus palabras, la  valentía  para  enfrentar  sus  problemas y el  desprendimiento con los  demás son parte  del  recuerdo  irrepetible  de  Feliciano. Es  por  eso   que  la  mayoría  de  sus   fanáticos  proclaman  que  “Cheo sigue  vivo”.

En sus 79  años  de vida ocultó sus luchas personales. El  artista   se  ganó  la  admiración  de  muchos  al  aceptar  su problema   de adicción a sustancias controladas    y  vencerlo en su patria a   través  del  programa  de Hogar  Crea. 

Son pocas  las figuras   del mundo  del entretenimiento que  se enfrentan  a una adicción a  la   heroína   y  no  sufren  una recaída. El vocalista se rehabilitó   y  con ello dio un ejemplo de voluntad al País  y  sus  decenas  de admiradores.

Igual,  al momento de  su  muerte  batallaba  contra  el cáncer  de hígado que  le  fue  diagnosticado  en el  2013.  

Sin embargo  nada  de esto amilanó ni aniquiló a   Feliciano  y   aunque  la   muerte  lo sorprendió  en un trágico accidente  de   auto, el  recuerdo del artista  no se limita  al  poste  que exhibe  una  placa  en su  honor, sino a   esa  grandiosa  voz inmortal   que  con su  música y  personalidad   todos   hicimos  nuestra  ¡Familia!

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