Fuente: Agencia EFE
El mundo de la salsa recuerda hoy, un año después de su muerte en un accidente de tráfico, a Cheo Feliciano, uno de los artistas puertorriqueños más queridos y famosos dentro del género.
"Extraño a Cheo todos los días, porque fui su fanático y también tuve la oportunidad de compartir mucho con él fuera del escenario", expresó a Efe el cantante Gilberto Santa Rosa, conocido como "El Caballero de la salsa".
Los puertorriqueños y admiradores del género caribeño de la salsa de otros lugares del mundo despertaron el 17 de abril de 2014 con la noticia de que el intérprete de éxitos como "Anacaona" y "Amada mía" había sufrido un accidente de automóvil muy cerca de su casa, en San Juan, a altas horas de la madrugada.
Acababa de salir de un casino del turístico barrio de Condado y regresaba a su casa en la localidad de Cupey (a las afueras de San Juan) en un Jaguar que se estrelló con fuerza contra un poste de cemento, lo que causó su muerte en el acto.
Tenía 78 años y viajaba sin el cinturón de seguridad puesto, según se conoció poco después; reportó Efe.
Un año después, Santa Rosa recuerda que por entonces estaba preparando junto al también salsero Víctor Manuelle un homenaje en vida a Feliciano y que iba a tener lugar en agosto pasado, con un espectáculo que se llamaría "Dos soneros cantan a Feliciano".
Tras el fallecimiento de Feliciano, la producción del espectáculo decidió adelantarlo y se organizó el 21 de junio en el Coliseo de Puerto Rico José M. Agrelot, de San Juan, donde entonaron canciones como "Anacaona", "Sobre una tumba humilde", "Franqueza cruel", "Juguete" y "El ratón".
"La partida de Cheo fue un golpe muy duro, porque lo veíamos con vida a pesar del cáncer de hígado que le habían diagnosticado. Poco a poco iba luchando y se sentía fuerte. Lo extrañamos mucho", asegura Santa Rosa.
La muerte de Feliciano coincidió con el Jueves Santo del año pasado. Al día siguiente, Viernes Santo, la familia comenzaba los preparativos para el velatorio, que se llevó a cabo al día siguiente en el coliseo Roberto Clemente, en San Juan, y un par de días después en el Centro de Convenciones de Ponce, ciudad natal del salsero al sur de Puerto Rico.
Ese viernes temprano en la mañana llegó al coliseo el artista puertorriqueño Diego Romero, mejor conocido como "Exor", para pintar un mural con el rostro de Feliciano en la entrada del lugar.
Fue en el coliseo Roberto Clemente donde Feliciano participó junto a las Estrellas de Fania en el primer concierto que ofrecieron en la isla caribeña en 1973.
Las Estrellas de Fania está considerada por algunos como la máxima agrupación de salsa de todos los tiempos. Organizada por el músico dominicano Johnny Pacheco y el fenecido empresario italiano Jerry Masucci en 1968, agrupó a las máximas estrellas de la música caribeña de esos tiempos.
El panameño Rubén Blades, con quien Feliciano grabó el disco "Eba say ajá", fue el primer artista en llegar allí el día del velatorio. Luego se le sumarían muchos otros artistas, como el nicaragüense Luis Enrique, el venezolano Oscar D' León, Danny Rivera, José Nogueras, el trío Los Hispanos, Elías Lopés, Antonio Cabán Vale "El Topo", Raphy Leavitt, Sammy Marrero o Roberto Roena.
"A Cheo se le extraña mucho. No sólo como persona y artista, sino como hermano, pues él y yo estuvimos juntos más de 40 años con La Fania y esa organización es una familia", resalta Papo Lucca un año después.
Feliciano grabó más de una veintena de discos, entre los que destacan "Cheo" -posiblemente el más emblemático de su carrera-, "With a little help from my friend", "Felicidades", "Looking for love", "The singer", "Mi tierra y yo", "Estampas", "Cheo Feliciano y la Rondalla Venezolana" y "Cheo Feliciano en Cuba".
Ismael Miranda: "Cheo Feliciano fue mi maestro"
Fuente: El Comercio. Por: Antonio Alvarez Ferrando
Ismael y Cheo no eran hermanos de sangre pero el vínculo que los une va más allá la muerte. Una amistad de 46 años que se remonta a cuando Feliciano cantaba en el sexteto de Joe Cuba y el 'Niño bonito de la Fania' despegaba artisticamente con la orquesta de Larry Harlow.
A un año de la muerte de Cheo Feliciano, "El Comercio" conversó con Ismael Miranda quien no olvida los gratos momentos que pasó junto a su compañero de la Fania All Stars e intérprete de grandes clásicos de la música latina como "Anacaona", "El Ratón" y "Los entierros".
Ahora los recuerdos aparecen como un flashback: la grabación de la película "Nuestra cosa latina" en Nueva York, los conciertos históricos en África y Japón y, recientemente, las grabaciones con Salsa Giants de Sergio George.
"Cheo era mi maestro. Un cantante que le aportó mucho a la salsa. Era muy exquisito, original. Dentro de la gama de grandes soneros, él es uno de los primeros" dice Miranda a través del hilo telefónico.
Ismael cuenta que aún no se sobrepone del impacto que le causó enterarse de la muerte de Cheo: "La noticia a mí me golpeó y muy duro. Ya ha pasado un año y todavía no puedo decir que me he recuperado completamente", confiesa.
Para Miranda, Cheo era una persona muy alegre. Un gran amigo que siempre estuvo pendiente de él. "Era muy espontáneo, es decir, se la sacaba de la manga como decimos aquí en Puerto Rico", comenta.
Para hoy, Ismael junto a un grupo de amigos y familiares han organizado una misa en memoria de Cheo Feliciano a celebrarse en la iglesia Bautista del Señorial ubicada en San Juan, Puerto Rico.
En un momento de la ceremonia Miranda aprovechará para rememorar pasajes de su vida junto a ese Cheo humilde que todos conocieron, ese mejor amigo que le brindó la música y a quien nunca le dirá adiós.
Sentimiento Tú
Por Gilberto Santa Rosa
La madrugada del jueves Santo del pasado año, recibí la llamada de mi gran amigo Víctor Manuelle para darme una terrible noticia. Por el tono de su voz y el dolor que reflejaba, solo tuvo que decirme: “Cheo...”
Sin Víctor darme detalles, sabia que había pasado lo peor.
Se nos fue Cheo Feliciano. Así de repente, sin despedirse. Muy fuerte. Me quedé un rato sentado sin creerlo, buscando en la televisión, en la radio y en el internet con la esperanza de que Víctor estuviera equivocado. No lo estaba; se había ido Cheo Feliciano,
En mi opinión, Cheo Feliciano era el cantante perfecto de este género que llamamos Salsa. El sonero fogoso, espontáneo, extraordinariamente rítmico y el cantante romántico con la voz más profunda y dulce que existía, dándole otra dimensión a cualquier canción que interpretara.
Como si todo eso fuera poco, el hombre no era más sencillo porque no tenía más tiempo. Nunca hacia diferencias en el trato a sus iguales y a los que venían subiendo y anhelaban algún día ser como él. En realidad, creo que nunca tuvo conciencia de lo que era y representaba para nosotros: era un artista completo y una persona exquisita.
Siempre recuerdo y agradezco a mi querido hermano Jerry Rivas quien fue que me habló de Cheo y me hizo escucharlo con detenimiento para eventualmente admirarlo y respetarlo como cantante. A partir de ese momento me convertí en su gran fanático.
Pasando el tiempo lo conocí y nació una bonita relación de amistad, cariño y respeto que, hasta el sol de hoy, atesoro como uno de los premios que he ganado en esta carrera.
Son muchos los momentos y las anécdotas que viví con él y que hoy, a pesar de la tristeza, me hacen sonreír.
Viajar con él, grabar con él, trabajar con él o simplemente tomar café para someterlo a un "interrogatorio" sobre su carrera, eran para mí una clase que NO se conseguía en ninguna universidad.
El hombre hablaba con música; su agilidad mental y musical se le notaba en una simple conversación. Decía "Oye Kako" y esa simple frase venía cargada de ese swing natural que explicaba aquel soneo del Sonero Mayor que decía: "Tu no ve que los niches son pa' gozá".
Hablando de Maelo, conservo una entrevista donde el amigo Papo Brenes le pregunta a Ismael: ¿Cuál sonero de su época era el que le daba candela? y sin titubear respondió: “Cheo Feliciano”. Más adelante en la misma entrevista, Papo le pregunta: “Además de Cheo ¿Cuál otro sonero le daba candela? Maelo se quedo pensando y repitió… “Cheo Feliciano”.
Como cantante romántico, ¿que les puedo decir? Todos los cantantes románticos que conozco destacan a Feliciano como uno de los intérpretes más importantes de la música del amor.
Un día, iba en mi carrito camino a Mayagüez por el Sur de la Isla junto a, nada mas y nada menos, que Pellín Rodríguez. Buscando emisoras en el radio salió la versión de Cheo de "Amada Mía" de la autoría de José Nogueras. De repente Pellín me dice: "Déjalo ahí, no lo cambies que ¡ese es el mejor de todos nosotros!" Se quedó escuchando atentamente y cuando al final Cheo le ponía todo el feeling a la canción con su "hummm", Pellín dijo: "Súbelo, súbelo que ahí es que barre el piso con nosotros." (Los que conocieron a Pellín saben que lo dijo de otra manera que no lo puedo escribir, jajaja).
José Luis “Cheo” Feliciano, deja su nombre escrito con letras de oro en el libro de la historia de la música popular latinoamericana.
A los muchachos de la nueva generación… ¡NO DEJEN DE LEER ESE CAPÍTULO!
A su querida e inseparable esposa Coco, gracias por cuidarlo y apoyarlo siempre. Al Maestro Louis García, gracias por ser su cómplice y ángel guardián. A Puerto Rico, la comunidad latina en Estados Unidos y a Latinoamérica: gracias por aplaudirlo, admirarlo quererlo y también llorarlo.
Cheo: tu público y tus compañeros te queremos, te respetamos y te extrañamos. Gracias por convertirnos sinceramente en tu "Familia" y como dijiste en uno de tus clásicos…”Buen viaje mi gente… ¡buen viajeee!”
¡Camínalo!
Cheo Feliciano: Voz y Figura Inmortal
Fuente: El Nuevo Día, Puerto Rico
Hace un año, un día como hoy, América Latina y Puerto Rico despertaron llorando ante la súbita muerte del salsero y bolerista Cheo Feliciano. La cultura puertorriqueña, caribeña y latinoamericana se enfrentaban a un gran vacío.
Eran las 4:13 de la madrugada de Jueves Santo cuando la voz de Amada mía se apagó. La muerte fue inmediata.
El cantante de 79 años impactó su vehículo Jaguar verde claro contra un poste de hormigón en la carretera 176 en Cupey, cuando se dirigía a su residencia. La trágica noticia se difundió como pólvora entre los medios de comunicación. Colegas, familia, amigos y fanáticos del artista reaccionaban incrédulos a la inesperada partida terrenal de uno de los cantantes más completos del género de la salsa. Uno de esos artistas que no solo demostró ser un guerrero en tarima sino además en el plano personal.
Sin restar méritos a quienes han labrado un camino con éxito al ritmo de la clave salsera, lo cierto es que las características del vocalista recogen la perfección de un exponente en este género.
Perfección
Feliciano lo tenía todo. A la hora de interpretar el artista dominaba de principio a fin la sonoridad y cadencia rítmica creada por el bongó, conga, trompeta y cencerro hasta el sentimiento romántico de un bolero. El cantante lo mismo provocaba la fogosidad del cuerpo al ritmo de Anacaona que el erizo de la piel con Mi triste problema. Una voz natural para el bolero y la salsa -nunca se le escuchó forzado- afirmación que colegas y exponentes destacaron los días subsiguientes a su muerte, cuando las escenas del masivo velatorio, parecían un mal sueño colectivo.
De hecho respetando ese talento, durante las exequias fúnebres que se realizaron entre San Juan y su natal Ponce el único exponente que interpretó el tema ícono de Feliciano, Amada mía fue el compositor de la canción José Nogueras.
Por cinco días Puerto Rico se despidió del artista que comenzó en la música de la mano del percusionista Francisco “Kako” Bastar.
Un multitudinario funeral que se efectuó por dos días en el Coliseo Roberto Clemente y luego se trasladó en un tercer día al Centro de Convenciones Juan H. Cintrón de Ponce, culminando en el cementerio La Piedad de la Ciudad Señorial, fue la despedida terrenal que le obsequiaron de manera desprendida a esa voz privilegiada que inmortalizó emblemáticas composiciones del pentagrama popular puertorriqueño bajo la pluma del fenecido Catalino “Tite” Curet Alonso y de otros compositores boricuas.
Durante el velorio exponentes de la música honraron la memoria de Feliciano con su talento, realizando guardias de honor y elogiando su nombre. La mayoría de los músicos y cantantes del género de la salsa asistieron a las exequias fúnebres que conglomeró a miles. Entre las figuras que hasta allí llegaron -por destacar algunos- recordamos a Rubén Blades, Gilberto San Rosa, Víctor Manuelle, los integrantes de El Gran Combo de Puerto Rico y las Estrellas de la Fania, Andy Montañez, José Alberto “El Canario”, Luis Enrique y Salsa Giants, entre otros. El sector gubernamental también ofreció sus condolencias a la viuda Socorro “Cocó” Prieto y sus hijos José Enrique “Cheíto”, Richard y Michelle.
No obstante fue la gente, la familia que el artista hizo suya, la que se desbordó en manifestaciones de cariño para el cantante y sus parientes. Desde el que se crió con el artista en la calle Guadalupe en Ponce hasta el que adquirió cada una de sus producciones discográficas quiso estar presente en el sepelio. Fue el pueblo el que cantó a viva voz Los entierros y Sobre una tumba humilde mientras el féretro era sepultado en el cementerio La Piedad donde deberá permanecer hasta 2016. Los restos del artista, según un compromiso del municipio de Ponce, deberán trasladarse al Panteón Nacional Román Baldorioty de Castro, cementerio de los próceres de la Ciudad Señorial, según la voluntad del cantante.
Humildad hecha persona
Pero más allá de la proeza musical de Feliciano en la que se destacó como solista y siendo parte del sexteto de Joe Cuba y de las Estrellas de la Fania al plasmar una importante página en la historia musical latina, existe una faceta por la que el artista es tan amado y recordado.
A un año de su muerte, en cualquier esquina del mundo donde el artista se haya presentado se escuchan elogios a la personalidad de Feliciano.
Su don de gente, su carisma, la transparencia de sus palabras, la valentía para enfrentar sus problemas y el desprendimiento con los demás son parte del recuerdo irrepetible de Feliciano. Es por eso que la mayoría de sus fanáticos proclaman que “Cheo sigue vivo”.
En sus 79 años de vida ocultó sus luchas personales. El artista se ganó la admiración de muchos al aceptar su problema de adicción a sustancias controladas y vencerlo en su patria a través del programa de Hogar Crea.
Son pocas las figuras del mundo del entretenimiento que se enfrentan a una adicción a la heroína y no sufren una recaída. El vocalista se rehabilitó y con ello dio un ejemplo de voluntad al País y sus decenas de admiradores.
Igual, al momento de su muerte batallaba contra el cáncer de hígado que le fue diagnosticado en el 2013.
Sin embargo nada de esto amilanó ni aniquiló a Feliciano y aunque la muerte lo sorprendió en un trágico accidente de auto, el recuerdo del artista no se limita al poste que exhibe una placa en su honor, sino a esa grandiosa voz inmortal que con su música y personalidad todos hicimos nuestra ¡Familia!