18 mar 2015

Marsalis en Lima: Una Gran Noche con una Gran Banda

Por: Norma Livia Daza



Para quien guste del Jazz y haya sido testigo, la presentación de Wynton Marsalis y la Jazz at the Lincoln Center Orchestra anoche en el Gran Teatro Nacional, será un show que se recuerde por mucho tiempo, sobretodo si en su gusto pesa algo más el apego a la tradición del lenguaje. Una tradición que, sin embargo, no le quita la calidad de música viva pues nada más vivo que una Big Band.

Porque comenzando por el lugar, el Gran Teatro Nacional, yo tenía ya la seguridad de que lo que vería sería extraordinario.  Este teatro, diseñado por dos grandes arquitectos, y una infraestructura única, será siempre la garantía de presenciar un espectáculo en las mejores condiciones de audio e iluminación. Y así fue.

El concierto de Marsalis y la JLCO hizo que podamos imaginar cómo sonaba en vivo esa música que yo solo he escuchado en grabaciones: la de las grandes orquestas como las de Duke Ellington, Benny Carter e incluso Machito, pues entendiendo las diferencias de estilo, definitivamente hemos podido apreciar la continuación del legado de dichas orquestas en la JLCO.



Marsalis, es líder y también es uno más de la orquesta, pues como nos indicó el trombonista Chris Crenshaw (en la foto de la izquierda) unas horas antes en la prueba de sonido, para tocar en una Big Band hay que tener humildad. El lenguaje de Marsalis, inconfundible, nos mantuvo siempre atentos a su discurso, sus vuelos melódicos, la solidez de su expresión, el blues siempre presente y a su emocionalidad tanto cuando toca como cuando escucha a sus compañeros. Sus expresiones en todos los solos remarcaban la belleza de la expresión y eso lo comparten todos los miembros. Se nota que lo gozan. Y lo contagian.


Todos los solistas de la banda con un lenguaje Jazzistico impecable, no podíamos esperar menos. Ellos lo respiran, de ellos viene….En algún momento el lenguaje aterciopelado del saxo alto de Sherman Irby me hizo recordar a Johnny Hodges. Y lo grandioso de escuchar a una Big Band, con sus capas de sonido, con las secciones bien definidas, de bronces y maderas, tan afiatada, con el swing perfecto de la sección rítmica, es la experiencia que tuvimos con esta orquesta.


Pudimos apreciar temas clásicos como  “Señor Blues” de Horace Silver (tremendo piano de Dan Nimmer), “All of me” en el que Marsalis nos explicaba que rememoraba los arreglos de Benny Carter para cinco saxofones  o como “Moody´s Mood for love” con el canto de Chris Crenshaw y Vincent Gardner, tema además curioso pues cuenta la historia que se basa en un solo del saxofonista James Moody al que le pusieron letra por lo bello.  “Fiesta Mojo” de Gillespie, aires brasileños con swing.  “Epistrophy” de Thelonious Monk, un tema que realmente gocé pues escuchar algo de Monk en vivo no es algo de todos los días y con arreglo de Big Band. La música de Monk siempre causa revuelo en la mente y esta vez no fue la excepción.

Para mayor fortuna los arreglos no son de un solo músico, esta orquesta cuenta con 10 arreglistas y la presentación nos permite apreciar este trabajo en equipo y por ende nada se puede tornar nunca monótono. Y también la expresión como solista de cada uno de ellos que nos pasearon por todas las emociones posibles, como solo puede hacerlo el Jazz.



También nos ofrecieron temas propios de los músicos como del propio Marsalis, Ted Nash (saxo), Victor Goines (saxo) y de Carlos Henríquez (bajo) cuyo "Two-Three's Adventure", aludiendo  a “La Clave”, hizo que el público se moviera más con sus partes de Mambo y Guajira, un momento fuerte del concierto.

Al final Marsalis nos despide apoyado en la sección rítmica, primero haciéndonos recordar su "Knozz-Moe-King" y con el blues final, cerrando un encuentro diferente que muchos hemos esperado por largo tiempo, pero que no por tardío ha perdido algo de su alegría y de su extraordinaria calidad.

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