Más sobre Juan Formell
LOS ULTIMOS DIAS DE JUANITO
Juan Formell desde hace una semana estaba internado en el CIMEQ -Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas- al oeste de La Habana, a causa de unas dolencias. En el día de ayer sufrió dos paros cardiacos .
Su cuerpo ya fue incinerado y sus cenizas vienen siendo expuestas en el lobby del Teatro Nacional de Cuba hoy Viernes, 2 de Mayo de 2014 a la 1:00 pm hasta las 7:00 pm para que Cuba le rinda su merecido homenaje y darle su respeto a su familia y sus músicos.
El Sábado 3 de mayo en el parque Trillo de La Habana se realizará una Cantata por Formell protagonizada por artistas y músicos de todos los géneros musicales de toda Cuba.
Hablan los amigos:
ADALBERTO ALVAREZ:
Hoy es un día triste para la música y los músicos cubanos, se nos fue un gigante que durante 45 años hizo bailar, reir y gozar a todo nuestro pueblo y a otros pueblos del mundo. Se nos fue nuestro Juan Formell, nuestro Juanito, en lo personal se me fue un amigo y hermano al que siempre respeté y admiré profundamente, dejando un gran dolor por su partida inesperada. Adiós mi hermano querido, te recordaremos cada día a través de tu obra que es y será inmortal.
CHUCHO VALDES:
Estamos de luto, la música cubana ha perdido a unos de sus más grandes creadores, es una pérdida irreparable, el más grande de los cronistas de la música cubana. Nos ha dicho adiós, pero nos ha dejado el legado de su obra que estará eternamente en el corazón de todos los cubanos
JUAN DE MARCO GONZALES:
Formell fue, probablemente, el creador mas importante de la historia de la música bailable cubana de los últimos 50 años. Este año han muerto muchas figuras importantes de la cultura latina. Mal año para las artes. Pero el universo continua su ciclo, inequívoco. El sábado voy al aire en una radio colombiana. Ya he solicitado al conductor que toque mi tema favorito del hombre: La Habana no aguanta mas!!!
UN PERFIL DE EL PAIS DE ESPAÑA
Por: DIego Manrique
Los Van Van: el as en la manga de la música cubana
Juan Formell, que ha muerto a los 71 años, puso banda sonora a la vida de la isla caribeña a partir de 1969. Desarrolló el songo, una sabrosa variante de la salsa
A finales del siglo pasado, con la implantación del Período Especial, una Cuba reticente abrió sus puertas al turismo. A los visitantes, les esperaban muchas sorpresas. Y entre las más agradables estaban Los Van Van. Una orquesta que había crecido paralela al esplendor de la salsa neoyorquina pero con un sonido genuinamente cubano: uno reconocía los trombones y el piano desenfrenado, aunque todo estaba personalizado por los violines y la flauta de la charanga.
Los Van Van daban conciertos masivos para el público cubano pero también trabajaban el circuito del dólar, ofreciendo siempre sesiones embriagadoras que desembocaban en verdaderas fiestas, caracterizadas por sus piezas elásticas, la multiplicidad de voces, los estribillos adhesivos. Aparte, sus canciones sonaban en todos los rincones de la Isla Grande. Eran el as en la manga: la demostración de que, fuera de los focos internacionales, la música cubana había seguido creciendo y representando el sentir del pueblo llano.
En el corazón de Los Van Van latían las inquietudes de Juan Formell. Se decía que su baza secreta era el conocimiento del catálogo de los Beatles; de hecho, durante buena parte de su carrera, Formell tocaba un bajo eléctrico con forma de violín, el Höfner popularizado por Paul McCartney. En realidad, sus referencias eran mucho más eclécticas: aprovechando la cercanía de Cuba a Florida —las famosas 90 millas— estaba al tanto de lo que triunfaba en Estados Unidos, del pop a la disco music, lo que le permitía rejuvenecer constantemente su oferta.
Generacionalmente, Formell era una criatura de la Revolución: había nacido en La Habana (2 de agosto de 1942) y vivió sus primeros ardores. Ya era profesional antes de alcanzar la mayoría de edad. En 1959, asumió el puesto de contrabajista de la Banda de la Policía Nacional Revolucionaria, una formación cuyas obligaciones protocolarias obligaban al dominio de las formas musicales autóctonas. Fue un conocimiento que le sirvió para integrarse sin problemas en las orquestas de Peruchín, Rubalcaba, Faxas y el cabaret Caribe.
Estaba en la banda de Elio Revé cuando tuvo la oportunidad para crear algo fresco. Revé, percusionista guantanamero, le había nombrado director musical, con la misión de renovar el ritmo changüí, variante oriental del son, y Formell se convirtió en favorito de los bailadores. En 1969, dio un golpe de mano y se llevó a buena parte de la orquesta (algo, dicho sea de paso, bastante habitual en el competitivo mundo de la música popular cubana).
Los Van Van nacieron en 1969, en tiempos de entusiasmo revolucionario: el propio nombre derivaba de un eslogan de la malhadada zafra de los diez millones (de toneladas de azúcar), con los que Fidel Castro esperaba resolver el déficit del comercio exterior. Fracasó pero quedaron Los Van Van.
Los Van Van no eran una banda doctrinaria, aunque Formell tenía suficiente mano izquierda para meter referencias a “La Habana socialista” o traducir preocupaciones gubernamentales en canciones irresistibles, como La Habana no aguanta más, en referencia a la migración interior que puso a la infraestructura de la capital al borde del colapso. En general, sus grandes éxitos tenían contenido apolítico: hablaban de sexo, comida o una combinación de ambas obsesiones. Podían entenderse en todo el Caribe hispanoparlante: El baile del buey cansao, Que le den candela, Por encima del nivel (alias Sandunguera), ¡Ay Dios, ampárame! o Anda ven y muévete, retomada hábilmente por Rubén Blades.
Formell denominó songo a su música, que supo modernizar regularmente dando juego a la guitarra eléctrica, la batería, el sintetizador y, ocasionalmente, los ritmos programados. Permitió libertad creativa a músicos talentosos como el percusionista Changuito, el sonero Pedro Calvo, el pianista —y prolífico compositor— Pupy Pedroso o el flautista José Luis Cortés, luego fundador de la explosiva NG La Banda.
Con la apertura de Cuba al mundo, Los Van Van viajaron regularmente fuera de la isla; desafiando los anatemas del exilio, también tocaron incluso en Miami. El sello Atlantic intentó lanzarlos con Llegó…Van Van, que ganó un Grammy en 2000. Sin embargo, nunca llegaron a establecerse como atracción estelar en el circuito de la world music. Económicamente, costaba rentabilizar los desplazamientos de una tropa tan numerosa. Musicalmente, había que estar predispuesto a dejarse llevar por aquella máquina incandescente. Y las letras, importantes pero repletas de cubanismos, difícilmente eran entendidas por el público internacional.
Tampoco Formell daba el tipo de cubano dicharachero. En ocasiones, evitaba las entrevistas, escudándose en su mala salud: mejor no meterse en los líos que amargaron la existencia a algunos de sus alumnos. La Habana rebosaba de rumores sobre sus hábitos y los supuestos pactos secretos con el castrismo. La vida se le complicó por la vía familiar. Su hijo, el cantautor Juan Carlos Formell, se instaló en Estados Unidos en 1993, llegando a testimoniar en el Senado contra el régimen cubano. La dirección de Los Van Van fue heredada por otro descendiente problemático, Samuel, en una decisión muy discutida en los ambientes musicales. Pero siguieron pasmando a los oídos atentos: hasta Paco de Lucía habló, en su último viaje a Cuba, de una posible colaboración.
Juan Formell se retiró de los directos por una dolencia hepática. Ingresado de urgencia en un hospital habanero, falleció el jueves 1 de mayo. La Isla Grande le despide con todos los honores, organizando mañana [3 de mayo] una Cantata por Formell que presentará interpretaciones de sus temas en diferentes espacios.
NOTAS DESDE CUBA:
Autor: Pedro de la Hoz | pedro@granma.cu
¿Juan Formell Doctor en Arte? ¡Sí señor, cómo no! Más que honrar al músico, se honra la academia con esa decisión. El Instituto Superior de Arte, al enaltecer la jerarquía del titulado honorífico, consagró al gestor de uno de los aportes culturales más significativos del último medio siglo cubano, y saldó una deuda con quienes, desde un entrañable vínculo con la sensibilidad y la psicología social de nuestro pueblo, han proyectado universalmente su identidad.
La música para bailar tiene un antes y después de Formell. Con Los Van Van, en 1969, se inició un nuevo capítulo en una de las zonas de mayor tradición y riqueza de nuestra cultura musical. Es necesario enfatizar el dato, puesto que la memoria suele ser frágil. Habrá alguna vez que repasar ciertos hitos acontecidos ese año para valorar cómo la creación sonora de la isla cambió para siempre a partir de entonces.
Eran los días en que Chucho Valdés, ya establecido como pianista de la Orquesta Cubana de Música Moderna, está en su mejor época bajo la batuta del inolvidable Armando Romeu, comenzaba a darle vueltas en su cabeza a Misa negra, la obra con la que unos meses después en el Jazz Jamboree, de Polonia, sorprendería al mundo con los anticipos de la nueva ruta del jazz latino.
La vanguardia de la nueva trova, que había mostrado credenciales con Pablo, Silvio y Noel en los conciertos de Casa de las Américas, se nucleaba en el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, fundado por Alfredo Guevara y Leo Brouwer.
El propio Leo pone fin a la revisión de una partitura trascendental para orquesta sinfónica: La tradición se rompe pero cuesta trabajo. Roberto Valera compone una de las piezas más emblemáticas del repertorio coral en la isla, Iré a Santiago.
Formell había decidido emprender un camino propio con Los Van Van, nombre surgido al calor de la quijotesca hazaña en la que estaba envuelto todo el pueblo, la realización de una zafra azucarera descomunal. Se decía entonces: Los Diez Millones van. El bajista y compositor acababa de aportarle sangre fresca a la orquesta Revé.
Quizás para algunos lo innovador pasaba por el ropaje externo de la agrupación: la guitarra y el bajo eléctricos, los violines alternados con los metales, la flauta de sistema en primer plano, como después se haría notar la introducción de los trombones y la primacía de la batería sobre los timbales.
Pero el cambio era mucho más radical. Apuntaba a la mismísima esencia del son, enriqueciendo su ritmática, sus acentos, su timbre y su contenido. Asimilaba los hallazgos más cuajados del rock y el pop en un proceso de acriollamiento sin concesiones. Satisfacía las nuevas demandas del bailador con estímulos coreográficos a su vez novedosos. Ese fue el punto de partida de Los Van Van y ha sido el eje constante de su ulterior desarrollo.
A estas alturas, en que Arrasando, el más reciente fruto de la cosecha discográfica de Juan Formell y Los Van Van se nos presenta como una nueva vuelta en la espiral ascendente de sus trayectorias, aquel episodio que originó el tema No soy de la gran escena ha quedado como el patético ejemplo de una descalificación irresponsable. A propósito del Doctorado en Arte para Juan, sirva para alertar cómo todavía por ahí asoman pretensiones de confundir lo kitsch con lo popular, lo almibarado con lo culto, lo transitorio con lo medular.
Una visión abarcadora, desprejuiciada e integral de nuestros procesos culturales se abre paso. El caso de Juan Formell y Los Van Van es un símbolo.
GRANMA DE CUBA:
Ha llegado la triste noticia de la muerte del Premio Nacional de Música Juan Formell, una de las figuras más importantes de la cultura musical cubana del siglo XX y XXI. Lleva consigo el más amplio arcoíris de nuestros géneros en un estilo fundacional que creció desde la Orquesta Revé hasta su “casa”, la afamada Orquesta Los Van Van, agrupación que creó y desde donde nacieron los grandes éxitos que recorriera por todo el mundo, y que este año celebran sus 45 años. Lleva consigo también, una nación, un continente, un mundo que amó y enseñó a amar con su especial manera de hacernos pensar y bailar.
Formell nació en La Habana el 2 de agosto de 1942. Bajista, arreglista, compositor, cantante y productor discográfico, comenzó su actividad profesional en 1957, a los 15 años de edad, como músico de orquestas de cabaret, radio y televisión. En 1959, tras el triunfo de la Revolución Cubana, trabajó como bajista de la banda de música de la Policía Nacional Revolucionaria.
En 1968 se integra a la orquesta de Elio Revé, y a fines de 1969, formó su propia orquesta, Los Van Van, que dirigió desde entonces y que se reconoce como “El tren de la música cubana”. La orquesta les ha regalado a los bailadores de la Isla más de 25 discos multipremiados en certámenes nacionales e internacionales. Gracias a su destreza como compositor, en la memoria musical de los cubanos quedan temas emblemáticos, pues nadie como él supo plasmar la sabiduría popular en nuestra música bailable contemporánea.
Por su larga y exitosa carrera artística y por sus reconocidos aportes a nuestra cultura, recibió innumerables condecoraciones, entre las que se encuentra el Premio Nacional de Música y la Orden Félix Varela que otorgan el Instituto Cubano de la Música y el Ministerio de Cultura respectivamente.
Sus cenizas estarán expuestas en el lobby del Teatro Nacional de Cuba este viernes 2 de Mayo entre la 1.00 y las 7.00 pm, donde todo nuestro pueblo puede pasar a rendirle merecido homenaje.
El próximo sábado 3 una Cantata por Formell será protagonizada por músicos de todos los géneros, en los espacios más emblemáticos de todo el país. En La Habana nos encontraremos en la Tribuna Antimperialista José Martí para honrar al gran hombre y artista que fue Juan Formell.
PÉRDIDA DE LA CULTURA NACIONAL
La cultura nacional se enlutece con la muerte del inigualable artista, querido y apreciado por el pueblo, Premio Nacional de Música 2003 y autor de una gran cantidad de canciones que recrean de manera única la vida del pueblo cubano.
Formell, de 71 años de edad, ha sido uno de las figuras más reconocidas de la música popular cubana en el mundo en los últimos años y sus creaciones han marcado a distintas generaciones de cubanos.
Los Van Van, orquesta que fundó y dirigió hasta el momento de su deceso, se convirtió en escuela para los músicos del país y por la calidad de sus temas ha gozado, desde sus inicios, de gran popularidad y prestigio.
Gloria y orgullo de la cultura cubana, Formell recientemente recibió el Grammy Latino a la Excelencia, premio en reconocimiento a sus contribuciones al panorama musical del continente.
El maestro, bajista, arreglista, compositor, cantante y productor discográfico, creó Los Van Van en 1969, orquesta con la que popularizó temas como Te traigo, Chirrín chirrán, Llegué, llegué, Que no, que no, El baile del buey cansao, Por encima del nivel, La Habana no aguanta más, Anda ven y muévete, Artesanos del espacio, La titimanía, El negro no tiene ná, entre muchas otras. Sus creaciones y resultados artísticos han devenido modelos para otras agrupaciones musicales en Cuba y el extranjero. Grabó numerosos discos con la EGREM y otras discográficas, así como obtuvo en 1999 el Premio Grammy con su CD Llegó… Van Van.
Fue embajador de la música cubana y maestro de varias generaciones de artistas. Con su muerte Cuba pierde a uno de sus más grandes y prolíficos hijos.
La pérdida de Formell es sin duda un duro golpe para la cultura cubana. Llegue hasta sus amigos y familiares las más sentidas condolencias y el agradecimiento de un pueblo para el cual trabajó con dedicación, y que ha colocado su nombre entre lo más preciado de las raíces de la cubanía misma.
Ante tan triste noticia, comenzaron a llegar a Granma los primeros mensajes de condolencias del pueblo ante la irreparable pérdida.
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