Fuente: El Herlado, Colombia
Por Fausto Pérez Villarreal
Pleno de optimismo y goce, todavía con el agradable sabor del éxito en su paladar producido por el creciente impacto de su más reciente canción Zúmbale, que tiene más de dos millones de visitas en Youtube, llegó el cantante Henry Fiol a Barranquilla para presentarse el pasado jueves 24 de enero en el teatro Amira de la Rosa, en la apertura de la séptima edición del Carnaval Internacional de las Artes.
Neoyorquino de nacimiento y convicción, hijo de padre puertorriqueño y madre ítalo-americana, Fiol es dueño de una rica trayectoria artística que lo sitúa como uno de los máximos exponentes de la salsa, con canciones de perdurable recordación entre las que sobresalen Yo no como camarón, Lejos del batey, La juma de ayer, Ahora tengo pena, Caridad y Mala suerte.
Su origen, su vocación por la pintura, su paso por las estrellas de Sar, su concepto sobre la Fania, el reguetón y el futuro de la salsa fueron algunos de los temas que tocamos con Henry Fiol en la siguiente entrevista.
Háblenos un poco de su origen, para las nuevas generaciones que poco o nada conocen del pasado de Henry Fiol.
Nací en el 16 de enero de 1947 en Soho, un barrio de Manhattan, condado de Nueva York. Soy hijo único y siempre viví en un apartamento y me crié en la calle, con muchos amigos latinos. La música la heredé de la línea materna.
¿Qué estudios musicales tiene?
Soy músico empírico. Yo estudié artes plásticas. Desde niño mi ambición era ser un gran pintor. Lamentablemente, después de haberme graduado en la universidad, al conocer el mundo elitista de las exposiciones, me sentí como un pez fuera de su agua, y poco a poco me viré para el camino de la música. En ese entonces, el formato de las grabaciones era el LP, un tamaño que servía como un pequeño lienzo y se prestaba para que un artista se expresara. Yo pintaba todas las carátulas de mis discos en ese entonces, y, aunque se perdía algo en la reproducción de las pinturas, me gustaba mucho la idea de enviar mi arte a mi gente. Seguí haciendo esto hasta que el formato se redujo a casete y CD, porque el tamaño reducido ya no tenía el mismo impacto.
¿De dónde nació el apodo ‘Saoco’?
Saoco no es un apodo; fue el nombre que yo le puse al conjunto que fundé junto con William Millán, el célebre bajista de los años setenta. La palabra Saoco literalmente se refiere a un trago de ron y coco que era muy popular en Cuba, pero, en la música latina, en el hablar de los músicos, se usa para denotar el sabor, la salsa, el swing, el corazón que uno le ponga a la música.
¿Lo de camarón es algo distintivo suyo como, por ejemplo, “Se soltaron los caballos, de Cheo”, o es que en verdad a usted no le gusta el camarón?
Yo sí como camarones. La idea de ese título y de esa composición vino de una canción cubana folclórica, una columbia, en la que el cantante, guapeando y expresando su virilidad y su ‘nanigüismo’, dice: “yo no como camarón, mamá, porque camina pa’ tras”. Hay un doble sentido, también, porque el uso de la palabra camarón, en el contexto de la canción, se refiere al órgano femenino, y el acto del sexo oral. No quiero entrar en más detalle, pero creo que el doble sentido es obvio.
¿Tiene un hijo invidente que toca piano en su orquesta?
Sí, mi primer hijo Orlando. Es invidente de nacimiento y es un excelente pianista y percusionista. Tocaba con mi grupo antes y me ayudaba mucho, especialmente en la preparación de los arreglos. Pero varios años atrás se mudó a la ciudad de Filadelfia, que queda como a dos horas de Nueva York, y a partir de ese entonces, debido a la distancia, dejó de ser integrante de mi conjunto. Él sigue tocando con varios grupos allá en Filadelfia, y ahora está terminando la tesis para su doctorado en la Universidad de Pennsylvania.
¿Qué opina del reguetón?
El reguetón no me interesa; es simplemente el equivalente del hip-hop americano, dirigido a los jóvenes de habla hispana. También creo que el reguetón representa una gran amenaza a la música latina y a nuestra cultura, sobre todo a la salsa, por su falta de clave y su uso de un ritmo que viene de otra cultura: el ritmo ‘dembo’ jamaiquino, un ritmo que a mi oído suena como algo del Oriente Medio o de la India. Lo que distingue la salsa entre los otros géneros de música es la clave y el concepto polirrítmico que viene la África occidental. El latino lleva el sentido rítmico de la clave en su sangre, pero si la juventud latina sigue escuchando únicamente reguetón -una música que no tiene nada de clave- es muy posible que ese sentido interno de la clave se puede perder. Y eso sería una lástima.
¿Cuál es su mayor éxito?
Antes, yo diría que era La juma de ayer, pero tengo un tema titulado Zúmbale que desde hace tres o cuatro años ha sobrepasado a La juma de ayer en popularidad. Zúmbale ya ha llegado a más de dos millones de visitas en Youtube, y todos los días sigue creciendo. Lo bonito de este tema es que ha gustado mucho a la juventud, y ahora, gracias a él, tengo fans de todas las edades, algo que es sumamente difícil lograr en este negocio de la música.
¿Qué futuro le ve a la salsa?
No veo mucho futuro para la salsa. La gran mayoría de los músicos jóvenes, los de las dos o tres generaciones atrás de mí, no invirtieron el tiempo para estudiar las raíces y la estructura de esta música. Ya llevamos alrededor de 25 años o más de salsa romántica, y eso ha diluido la salsa bastante. Es más, ahora, con la venta de discos en el piso debido a la tecnología, el internet, y la piratería, es muy dudable que las casas disqueras van a invertir el dinero necesario para apoyar y promocionar artistas nuevos para que la salsa perdure. Así es que cuando los verdaderos intérpretes de salsa se mueran, me refiero a los que tienen el conocimiento, creo que van a dejar un vacío que va a ser muy difícil llenar.
En lo que a usted concierne, ¿tiene algún método para sobrevivir a esa amenaza?
Debido a esta situación he decido regalar mi música completamente gratis a los fans (descarga gratuita) a través de mi pagina web www.henryfiol.com. Mis tres más recientes CD, en su entereza, están disponibles ahí, y quisiera invitar a todos los fans a visitar mi página, a descargar mi música sin costo ninguno. La idea es que la salsa siga pa’lante y que llegue a los oídos de la juventud, porque con ellos está el futuro.
Por:LILIANA MARTíNEZ
El amorío del salsero Henry Fiol (Nueva York, 1947) con Colombia continúa. Esta vez en el Carnaval Internacional de las Artes, de Barranquilla, donde el intérprete de La juma de ayer y Ahora me da pena tuvo un espacio el jueves, día de apertura, en el teatro Amira de la Rosa.
Fundador de los grupos Saoco (en los 70) y Corazón (1983), Fiol ha grabado discos en Colombia y pasado largas temporadas en este país, al que le reconoce una deuda, pues lo considera uno de los bastiones de su carrera. Aquí se le quiere como en ninguna parte. Pero le hacía falta conocer el ambiente del carnaval barranquillero.
¿Cómo nace una canción de Henry Fiol?
El proceso cambia, dependiendo de las circunstancias. Casi siempre comienzo con el coro, porque en la salsa la mayor parte de la canción consta del montuno o estribillo, la parte de la canción donde hay coro y soneo; las repeticiones del coro, con la voz líder cantando los pregones o inspiraciones, entre los coros.
Siempre trato de buscar alguna frase, dicho, refrán o piropo que sea pegajoso, que tenga ritmo y caiga bien en la clave. Después lo dejo cocinando a fuego bajito en mi mente -a veces por mucho tiempo-, cantando el coro y la melodía miles de veces en mi cabeza hasta que consiga las palabras y las rimas precisas para desarrollar el concepto. Es un proceso lento y largo. Requiere mucha disciplina, perseverancia y tenacidad, porque no me interesa la primera idea que me llegue a la mente, sino la mejor.
Así que no hay una canción suya que haya surgido de un proceso rápido...
Ninguna de mis canciones surgió rápidamente. Soy perfeccionista en buscar verdaderas rimas, rimas al 100 por ciento, y eso es un proceso largo. Por ejemplo, la palabra 'corazón' no rima con 'dolor', aunque los compositores la usen. El sonido de 'on' y 'or' se oye parecido (es una rima de 75 u 80 por ciento, pero no es una verdadera rima). 'Corazón' rima con 'pasión' o 'emoción', no con 'dolor'. 'Dolor' rima con 'calor' o 'sabor', no con 'corazón'. ¿Me explico?
Primero fue pintor, de hecho muchas carátulas de sus discos son pinturas suyas. ¿Qué puntos en común hay entre ambas disciplinas a la hora de crear?
Como en la música. Este proceso aprendido en el estudio de artes plásticas es una de las cosas que hacen que mi música suene diferente. No me interesa la espontaneidad. Creo que es muy fácil y es una ilusión.
¿Por qué se quedó con la música en vez de la pintura?
Siempre me gustó. Aprendí a tocar la flauta de oído, cuando era adolescente. Años después, aprendí a tocar la conga. Pero la decepción que me golpeó después de graduarme me llevó a la música. Estudié artes plásticas, y mi ambición era ser un gran pintor. Pero al conocer el ambiente del "negocio" (galerías, exposiciones, cocteles, gente rica que compra pinturas) me sentí como un pez fuera del agua. Me consideraba un tipo del vecindario, y no pude identificarme con la aristocracia. Me dije: '¿Vas a pasar el resto de tu vida besándole la mano a un rico para que te compre una obra?'.
También afectó el nacimiento de mi primer hijo, Orlando. Nació invidente, y la idea de dedicarme al arte y la pintura, algo que él nunca iba a poder conocer ni comprender, no tenía sentido para mí entonces.
¿Recuerda su primera composición?
No me acuerdo de la primera canción que compuse, pero la primera que grabé como cantante fue una medio jocosa titulada Cundy Macundy. La grabé con una charanga que se llamaba Mike Pérez y su Típica New York, en el 73, más o menos.
¿Cuál fue el papel de la investigación a la hora de forjar su estilo?
La salsa tiene su raíz en los ritmos cubanos. Invertí mucho tiempo estudiando esta raíz. A través de las grabaciones estudié los sextetos y septetos, conjuntos de los años 40 y 50 (el comienzo de la salsa), la música campesina y, como conguero, la música folclórica afrocubana (la rumba y los toques santeros). Este estudio me dio conocimiento de la estructura y cuando se entiende la estructura, las vigas del edificio están en su sitio y es la hora de crear. Uno puede comenzar a construir, porque la base es sólida.
Al principio solo quería re-crear el sonido cubano que tanto me gustaba. Después traté de desarrollar un estilo propio, y creo que estoy acercándome.
¿Cómo ha sido ese proceso?
Mi estilo se ha quedado cerca de la raíz del son y los ritmos afrocubanos. Mi meta nunca ha sido crear nostalgia. Experimentando, he tratado de seguir la tradición del son, pero con la intención de crear un son moderno o contemporáneo. Uso el saxofón tenor, por ejemplo, en mi grupo para añadir un toquecito de jazz, música brasileña, y un poco del sabor de Nueva York.
¿Cómo compara los sonidos que diferentes comunidades latinas le aportan a la salsa?
Hoy en día, la música cubana contemporánea consiste mayormente en el sonido de la timba. Aunque se usan elementos de timba en la salsa de Nueva York, Puerto Rico y Colombia, diría que las salsas en estos países es más típica: el ritmo es más sencillo. Pero, por encima de todo, son la continuación del estilo de la salsa romántica -especialmente en Puerto Rico, Nueva York y Colombia-. Últimamente tratan de ponerle un poquito más de sabor a la salsa romántica, añadiendo más cierres en la percusión o tratando de acelerar los tiempos para echarle un poco más de swing, pero ese estilo me sigue sonando como un huevo sin sal.
¿Cuándo le dijeron por primera vez el 'Blanco que canta como negro'?
En los 80. Un disquero de Bogotá unió dos LP en uno y lanzó el producto bajo el título de 'El blanco con voz de negro' o 'El blanco que canta como negro', o algo así. El apodo quedó, y todavía me dicen así en Colombia. Puede ser por el estilo y el fraseo o de pronto por la mala pronunciación mía -siempre me trago las 's' y las 'r', al estilo neoyorican".
¿En qué se distancia su trabajo inicial, con el grupo Saoco, del del resto de su carrera de solista?
Con Saoco me di a conocer como cantante y como compositor. Fui fundador del grupo, le di el nombre, y, junto con mi socio William Millán, era su codirector. Hubo un pleito legal con la casa disquera, sobre el dominio y el uso del nombre Saoco, y aunque tenía el nombre registrado, perdí el uso por una cláusula en el contrato. Después decidí usar mi propio nombre -que nadie me podía quitar- y seguí pa' lante. Tuve mucha suerte con el sello SAR y mis primeras grabaciones como solista, y comencé a buscar un sonido propio (con el saxofón y el toque más moderno en los arreglos), y he desarrollado un estilo y un sonido diferentes a los que tuve con Saoco.
¿Qué canción lo sorprendió más cuándo salió a la luz?
La juma de ayer. A mí no me gustó el tema mucho, y ni siquiera lo quise grabar. Pero el productor del sello SAR, Roberto Torres, me convenció, y, hasta que reventó Zúmbale, La juma de ayer fue el tema más conocido y popular de mi repertorio.
¿Y la canción incomprendida de su carrera?
Hay un montón. Las canciones que más me gustan como artista y compositor fueron ignoradas. Algunas que me vienen a la mente son: El secreto, Palo santo, Desilusión, Bonito amanecer, El corazón del jugador, Días mejores vendrán, Lágrimas, Profeta en su tierra... muchas.
¿Y la canción que más tiempo duró guardada?
Sin duda, Zúmbale. La grabé en el 91 o 92, más de 20 años atrás, y nadie le puso atención. Voló por debajo del radar hasta que un DJ, en una discoteca de Madrid, la comenzó a sonar hace cuatro años. El tema se regó por España y ciertas partes de Europa, después brincó a Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá. Fue algo "viral", ahora tiene más de dos millones de visitas en YouTube. Lo bonito fue que a través de Zúmbale he podido brincar por varias generaciones de seguidores. Tengo fans que son ancianos, personas de edad media, adultos de 30 y 20 años, pero hay adolescentes y niños. Ahora la esperanza mía es que estos jóvenes empiecen a investigar quién es este servidor, y que lleguen a mis grabaciones anteriores, y que visiten mi página web, www.henryfiol.com, para descargar y conocer mi música más reciente.