Los tres tiempos de Maelo: Segundo tempo (allegro con motto)
Fuente: Claridad, Puerto Rico. Por: Irvin García
Alegre y con movimiento es la traducción del latín. Del saque se me antoja aclararlo, aunque, la verdad sea dicha, en este segundo tiempo con el allegro llegó también un poco de todo. Pero la historia que quiero compartir con usted es más grande que lo poco que llegó con el allegro. Imagínese usted estos tres tiempos vistos a distancia en una pantalla de un “drai-vin”, tres en el asiento del frente, cuatro en al asiento de atrás y tres más en el baúl por el mismo precio, ¡espléndido! No es lo mismo ni se escribe igual. Si vamos a recordar en estos días la vida de Maelo desde el recuerdo de su muerte un 13 de mayo, hay que verla en pantalla gigante para apreciarla en todo su esplendor.
En la antesala de este segundo tiempo, el hijo de Doña Margot, el albañil Ismael Rivera ya estaba “colao” en el mundo musical de la época como percusionista en el conjunto que acompañaba a la guarachera Myrta Silva en su guaracheo sonoro por el radio-teatro de “KQ” en Miramar. Justo donde se encuentra el Fine Arts Cinema, en Miramar, se encontraba este espacio fabuloso, con un escenario y una platea que acomodaba de 200 a 300 parroquianos, conocido como el Radio-teatro de WKAQ. Desde allí se transmitía la novela radial Los tres Villalobos en vivo, es decir, que usted podía asistir a la transmisión radial de la novela y ver a Mario Pabón, Mona Marti o Braulio Castillo padre, interpretar sus papeles alrededor de un único micrófono colgante ante ellos. El espectáculo incluía también las peripecias de un Iván Goderich haciendo los efectos de sonido, puertas que se abrían o se cerraban, el galope de caballos o los pasos del marchante por un camino de piedras, sin asistencia alguna de efectos grabados. Allí se encontraba Maelo “guisando” cuando se le dio la oportunidad de hacerse cantante, sin saberlo, un cantante de cartel.
Cuando Rafa Cortijo estrena su Combo, Moncho Muley se quedó sin percusionista para su Orquesta Monterrey. Rafa ya había cogido bastante “calle” con las orquestas de Frank Madera y Miguelito Miranda cuando se estrenó como director de su grupo. La idea de orquestar la bomba y la plena, el pan musical de cada día de las comunidades pobres, venía rondando en su cabezota desde que se juntaba con su pana Ismael a cantar en la playa del Último Trolley. La percusión la mudó a un primer plano, timbales,congas, bongó, güiro y campana vinieron al frente. Complementaba la sección de ritmo el bajo y el piano, las dos trompetas y el par de saxofones altos servían de telón de fondo. Una propuesta musical rítmica coronada por los malabares vocales que hacía con, de, entre, por, si, sobre, tras Ismael Rivera.
Este combo de negros irrumpió en el ambiente musical de la época como la locomotora que impulsaba el tren que se llevó a “Perico” en volandas. Para el momento histórico, tiene que haber sido una máquina de vapor que shh, shh, shsh, poco a poco fue tomando velocidad, sin parar, sin control, por ahí pa’ bajo hasta que se acabe el camino. Cortijo y su Combo con Ismael Rivera, nombre con que se dio a conocer formalmente, rompió con todos los esquemas musicales de su tiempo. La clase dominante construía su imaginario cultural guiada por la nostalgia de una hija abandonada por una madre patria española y blanca. Muñoz y su corillo ya le habían abierto los brazos, antes de que llegara con el rabo entre las piernas, al español Pablo Casals para que nos diera una “clase” musical. Mientras, por lo bajo de esas alturas, la presencia constante, día a día, del Combo de Cortijo con Ismael Rivera en el Show del Mediodía, musicalizaba la transformación social acelerada a un país industrial, retando el sofisticado prejuicio racial que nos ha caracterizado desde los años de las guácaras.
De pronto Maelo se dio cuenta de que ya no tenía que mezclar Cemento Ponce para ayudar a Doña Margot a mantener la casita de la calle Calma. Ahora el cascajo sobraba para comprarles dulces a los chamaquitos del barrio o regalar un par de zapatos para una graduación de sexto grado. De la noche a la mañana le rodeaban círculos concéntricos de amistades y conocidos que asustaron tanto al tipo que vivía dentro del albañil que el Incomprendido tuvo que echar mano del tipo bravo que se había enfrentado al Charlatán en defensa de Lola. Así, frente al televisor blanco y negro, iba creciendo la imagen de este guapo del soneo, quien además de marcar constantemente la clave con la mano derecha, entrar a sonear por encima y por debajo del coro, inventando trabalenguas que al decirlos se destrababan, además de subvertir el orden musical establecido, marcaba las paradas y los acentos de la música inclinando el torso unos grados hacia la derecha y lanzando el brazo diestro hacia adelante una, dos, tres, o las veces que la música marcara los acentos y paradas. En su mano derecha el dedo del corazón y el pulgar dejaban de marcar la clave. El dedo índice se estiraba señalando al horizonte y el pulgar, vertical, apuntando hacia el cenit, pam, pam, …pam, la imagen de una pistola y Alegría y bomba’e… la imagen de Maelo el jodedor buenagente.
Siete años ininterrumpidos en la televisión, cientos de bailes, viajes a Norte, Centro y Sur América, decenas de grabaciones, participaciones en películas, llevaron a este combo de negros cangrejeros liderados por Rafael Cortijo e Ismael Rivera y asistidos por el trompetista Quito Vélez en el aspecto musical, por una ruta de ascenso que parecía no tener final.
En este segundo tiempo Maelo tuvo sus aciertos y sus errores. Su fama como cantante mejoró la situación económica que compartió con sus seres queridos. La música lo acercó a Gladys con quien se casó y le ayudó a criar un hijo, producto de un matrimonio anterior de ella con Daniel Santos. Pero la fama de jodedor buena gente había que pararla junto al bonche de músicos negros que amenazaba la supremacía criolla. La Maquinolandera sólo pudo detenerla un poderoso brazo judicial en 1962. En ese año terminó el segundo tempo de Maelo, allegro con motto. ¿Qué me dice, me sigue hasta el tercero?
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