Don Quique Lucca sigue en actividad
Fuente: El Vocero, Puerto Rico. Por: Zenaida Ramos

“En tres días hicimos cinco bailes. Pensé que no los podía hacer. A todos fui, ¡imagínate! Eso me pone a gozar. Cuando subo a la tarima se me olvidan todos los dolores y echo pa’ante. Para dificultades de la vida hay que hacerle frente”, expresó don Kike vía línea telefónica desde su hogar en Ponce.
Su buen ánimo, humildad y sinceridad son admirables. No oculta su sentir ni sus alegrías.
“Si te digo que me siento bien, te miento. ¡Tengo tantos doctores! Precisamente, tuve cita (ayer) con el cardiólogo y me encontró bien. Llevó 14 años con el doctor Carlos Carro; ese es mi doctor del corazón. Me pusieron una mallita (‘stent’) en el corazón como en diciembre de 2010 porque me dio un infarto. Estamos en espera de lo que pueda pasar”, confesó.
Aunque tiene deseos de vivir y seguir en las tarimas con La Sonora Ponceña, como ha hecho desde su fundación en 1954, don Kike reconoce que la enfermedad cardíaca podría conducirlo hacia un viaje sin regreso a su tierra.
El director de La Sonora Ponceña, cuyo nombre de pila es Enrique Lucca Caraballo, aseguró que se cuida y visita a sus médicos con regularidad porque también padece de artritis y de diabetes. Pero no se achanta por las dolencias y siempre acompaña a sus músicos y cantantes en las presentaciones locales.
Vino al mundo el 12 de diciembre de 1912 en Yauco donde vivió hasta los 16 años. Desde esa edad, “Ponce me abrió los brazos”, expresó agradecido a la gente de La Perla del Sur.
Su mamá Rosa Caraballo trabajó fuertemente para buscar el sustento para él y sus dos hermanos, cuando don Pedro Lucca dejó el hogar.
“Mi papá fue albañil, de Guayanilla. Era bohemio. Tocaba guitarra, Yo no me considero bohemio; nunca he bebido ni he fumado”, dijo el guitarrista, quien tiene 20 nietos, 21 bisnietos y tres tataranietos.
Antes de organizar La Sonora Ponceña era chofer de carros públicos y daba serenatas con su hermano Pedro con quien fundó la orquesta.
Ha vivido muchas anécdotas y experiencias gratas con La Sonora Ponceña, pero el recuerdo más hermoso será que su hijo, el pianista Papo Lucca, “ha dedicado su vida conmigo. Cumplió 65 años en abril pasado y desde los 11 años está conmigo siempre. Estamos los dos bregando con lo mismo. El coge una parte y yo otra”.
Don Kike, padre de Zulma y de Wanda, quien falleció de asma hace dos años, confía en que su hijo continuará el legado musical como ha hecho hasta el presente. Tiene fe en que le quedan años rodeado de su familia y de la música, las dos motivaciones de su vida, porque viene de una familia longeva. Su abuela Regina Ortiz murió a los 105 años y su hermano mayor José Oliveras, a los 98.
“Voy a seguir ahí hasta que Dios disponga otra cosa. Cuando no pueda salir, pues, me quedaré en casa. Mientras más tiempo Dios me tenga acá abajo, mejor pa’ mí”, expresó el viudo de la ponceña Angélica Quiñones, madre de Enrique Arsenio (Papo).
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