Roberto Sierra entre lo clásico, el jazz y la salsa

Con un acento y una amabilidad inconfundiblemente boricuas, se escucha la voz al otro lado de la línea telefónica diciendo “hola”.
En el curso de la conversación, esa impresión inicial de amabilidad no sólo queda confirmada, sino que además se le añaden considerables dosis de sencillez y buen humor, cosas que también distinguen a los puertorriqueños.
Pero no es cualquier boricua el que está en el teléfono.
Es Roberto Sierra, nuestro compositor de música clásica más aclamado mundialmente en estos momentos. Sus piezas forman parte del repertorio de algunas de las principales orquestas de Estados Unidos y Europa, tales como las Filarmónicas de Nueva York y Los Ángeles.
Así que cuando Sierra decidió unir sus talentos a los del saxofonista James Carter para grabar “Caribbean Rhapsody” (Emarcy) algo grande tenía que resultar.
James Carter es, sencillamente, uno de los saxofonistas más talentosos en la historia del jazz. Su dominio de la familia del saxofón -desde el “bass sax” hasta el sopranino- es absoluto, lo que le permite expresarse con total precisión técnica y naturalidad.
El resultado de este junte es un disco único en su clase, una feliz unión de la música clásica con el jazz y un toque de salsa. Consta de dos piezas compuestas específicamente por Sierra para el saxofonista, la que le da título al CD y “Concerto for Saxophone and Orchestra”, así como de dos solos de saxo cálidamente expresivos y de consumada ejecución.
Lo que diferencia este álbum de cualquier proyecto anterior de Third Stream -como se bautizó la fusión de música clásica y jazz- es que, al componer con Carter en mente, Sierra incorporó brillantemente a su partitura el estilo interpretativo del saxofonista de Detroit.
“Tiene un balance muy delicado, y a la vez muy fuerte, entre estructura e improvisación”, comenta el propio Carter.
“Te diría que mi idea al componer ‘Concerto for Saxophones’ fue hacer algo totalmente distinto”, dice el compositor nacido en Vega Baja y residente de Ithaca, Nueva York. “Hacer algo que estuviera en un nivel muy alto en ambos campos”.
“James Carter es un gigante de su instrumento”, dice Sierra. “Conocerlo personalmente -hace varios años ya-, trabajar con él hasta ver el resultado final, fue algo muy significativo para mí”.
Al preguntarle si tuvo que modificar de algún modo su estilo de componer para ajustarlo a la manera en que toca Carter, Sierra responde, “lo que hice, lo hice sin que me costara trabajo. Su manera de tocar me hace mucha simpatía como compositor. Y viceversa, porque creo que mi estilo fue de total simpatía para él”.
¿Qué motiva a un compositor de música clásica a incorporar ritmos y sonidos de la salsa en su trabajo?
“Esas son mis memorias, mi lenguaje, como el español”, responde Sierra.
“Yo nací en el 1953 y me crié cuando la salsa floreció, en los años 60 y principios de los 70. Fueron los años de la Fania, Héctor Lavoe, la Lupe. Así que eso es parte de mi vocabulario, de mi sentir. Aun cuando mi música es abstracta, siento que ese elemento está ahí”.
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