Pachapo volvió con "Salsa de verdura"

EDGARDO JIMÉNEZ, PACHAPO, vuelve con todo. El sonero puertorriqueño regresa al disco con un nuevo trabajo titulado Alto piano, con su sabor montuno de siempre.
Como si tuviera que presentarse, Edgardo Jiménez cantó al saludarme: "no le digan que me han visto llorar;/ no le digan./ Si pregunta ella por dónde andará,/ no le digan..."
Y claro, con una firma tan imborrable como ésta, quién no iba a saber que ese borinqueño que tenía enfrente era el mismo Pachapo.
Sí, vino a Medellín a principios de abril a promocionar su nueva propuesta discográfica Alto piano, ese instrumento que le hace sudar como a él le gusta.
Es cierto que uno en su caso, después de tener en su cosecha ese tema, No le digan, de 1972, que suena en las emisoras de salsa gorda y en los bares soneros como recién prensado, bien podría quedarse el resto de la vida viendo cómo lo bailan los bailadores. Pero él no ha parado de hacer música. Ha permanecido todo este tiempo tocando salsa y jazz, aunque no haya vuelto a grabar, hasta ahora que viene con esta nueva descarga.
Sentados en el lobby del hotel Gaudí, el pianista me contó que, en medio de la alegría de la música, lleva una tristeza en su alma porque hace unos meses, unos bandidos mataron a su hijo en un apartamento de San Juan. Entraron y le dispararon por robarse los muebles de la vivienda.
Pachapo vino con su esposa, Diana Tirado. Este viaje, en el que él quiso contarle al mundo salsero que está más vivo que nunca y que puede contar con él para presentaciones, pudo serle útil a ella como distracción.
Pachapo nació en Puerto Rico. "Tengo sesenta añitos". Su madre, Eugenia Arends, era de Aruba, donde había cinco pianos por cada diez casas, y él aprendió a tocar piano sin que nadie le enseñara; de tanto insistir, durante horas y horas frente a las negras y las blancas.
Recordó sonriente que "cuando tenía siete años, los pupitres eran mi tambor".
Su padre, Ángel Luis Jiménez, le enseñó a tocar las congas, el bongó y los timbales.
Muy pronto integró grupos juveniles. Uno de ellos, cuando tenía 16 años, se llamaba El Nuevo Montuno. Y montuno sigue siendo su sabor.
En el decenio de 1970, con su Comparsa, grabó La Cumbia de Cúcuta, Marcela, No le digan y una sarta de temas que si bien no son muchos, tienen tal calidad que se muelen sin tregua.
"Lo mejor: no me parezco a nadie, caballero: Richie Ray es Richie Ray, El Gran Combo es el Gran Combo... Pachapo es Pachapo".
Después de esa década de gloria, Pachapo se quedó en la isla haciendo música. Ha sido pianista de jazz y salsa en restaurantes de San Juan.
En este tiempo, no son pocos los artistas que han tomado sus canciones sin pagarle un peso.
Le pregunté por qué no demanda a esos abusadores. Él, tras dar un sorbo a su café, muy negro y sin azúcar, saborearlo despacio como un catador y descargar el pocillo en la mesa, junto al mío, respondió con esa gracia antillana:
"A mí no me importa eso, caballero. Me interesa es que mi música se difunda. Y cuando me llaman a las presentaciones, ¡ahí es cuando la gallina vale cinco pesos!"
Pachapo sigue siendo el exigente de siempre. No está de acuerdo con que la tecnología cubra los defectos o la falta de virtuosismo de los músicos.
Por ejemplo, cuando en la grabación de un álbum participan dos o tres trombones, pero, por arte de magia, con un efecto de ecos, hacen parecer que son seis. A los suyos les sigue diciendo que soplen con fuerza como si fueran dejar el alma ahí, en el escenario o en el estudio de grabación. A los percusionistas, que sientan el ardor de los cueros, ese ardor cercano al sangrado.
Alto piano tiene temas religiosos y muy vinculados a Colombia. La voz es de Ray Albino, un cantante boricua que no había cantado antes con una orquesta famosa, pero que Pachapo, conocedor de sus dotes de gran vocalista, le sacó el cañón a esa voz de sonero legítimo.
"Caballero, lo que traigo es pura salsa de la verdura".
Contexto Alto piano, santería y religión
Un tema está dedicado a La Virgen de Chiquinquirá, advocación netamente colombiana porque fue en la sabana cundiboyacense y en durante la Colonia cuando se pintó esta virgen. "Mi hermano Fruko me contó que ese cuadro está en una pequeña parroquia del Valle de Aburrá".
Charangano y Yemayá, un tema de santería. "Estos son los santos que me guardan de todo mal". Entre otros, hay un tema a El doctor de los santos, el venezolano José Gregorio Hernández quien, por cierto, no necesitó canonización para que su fe se extendiera por el Caribe.
La ilustración de la carátula de Alto piano es creación del artista boricua Wichie Torres. Pachapo, está listo para hacer sus shows. Basta llamarlo a la Isla del Encanto. Es pianista permanente del restaurante Dorado del Mar y tiene dos teléfonos: 787-272-0702 y 487-2511.
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