Mario Vargas Llosa y la música
Un Nobel a ritmo de música
LOS GÉNEROS MUSICALES HAN SIDO UNA FUENTE DE INSPIRACIÓN PARA EL NOVELISTA PERUANO. VALSES, SALSA, RITMOS CRIOLLOS Y HASTA MAMBO PUEDEN SER RASTREADOS EN SUS OBRAS
Fuente: El Comercio, Perú. Por: Agustín Pérez Aldave
La música ha ejercido desde siempre una especial fascinación en los escritores de América Latina. Sea para reflexionar en torno a ella o analizarla, como para convertirla en recreaciones acerca de ídolos populares o en eje de sus ficciones. Son los casos de Alejo Carpentier, García Márquez, Guillermo Cabrera Infante, Nicolás Guillén, Luis Rafael Sánchez, Edgardo Rodríguez Juliá y Umberto Valverde. ¿Decir que sus libros tienen música es una redundancia? Lo mismo ocurre con otros, como José María Arguedas y Alfredo Bryce. Ni Borges queda al margen, basta recordar la polémica con Sábato en torno al tango y la milonga.
Mario Vargas Llosa tampoco escapa a los hechizos de la música. Al respecto, nuestro Nobel ha ido dejando huellas en sus novelas, artículos y programas de televisión.
Un repaso al vuelo nos lleva a empezar por la obra “Los cachorros”, en la que hay referencias a la llegada de Dámaso Pérez Prado al antiguo aeropuerto de Limatambo (marzo de 1951) y a los efectos devastadores que causaba el mambo en la capital peruana. En “La tía Julia y el escribidor” se respira aire de bolero y se narra la visita de Lucho Gatica, cuando nuestro escritor tuvo que hacer de guardaespaldas para proteger al cantante chileno del arrebato de las féminas.
Las páginas de “Pantaleón y las visitadoras” tienen el eco arrullador de Tania Libertad en “La contamanina”. Mientras que en “Conversación en La Catedral” tenemos “La apoteosis de medianoche”, que quiere decir harta bohemia y locales como El Negro Negro (“boite existencialista”, a decir de don Aurelio Collantes, conocido como ‘La Voz de la Tradición’), además de mambo, rumba, guaracha, bailarinas de las Bim Bam Bum y a un Zavalita fastidiado con los valses.
La música tampoco fue ajena a Vargas Llosa cuando hizo el programa “La torre de Babel” en Panamericana Televisión. Recordamos, en especial, la edición que dedicó a la marinera y a la salsa en agosto de 1981. Pero antes de empezar hizo un largo preámbulo para confesar su devoción por el mambo y sentenció: “La música popular ha sido sin proponérselo, junto a sus compositores y ejecutantes sin que ellos lo sospecharan, una fuente poderosa de comunicación y entendimiento y amistad entre los hombres y mujeres de América Latina…”. En ese especial dedicado a la salsa tuvo como invitado al doctor Luis Delgado Aparicio, a quien luego devolvió la visita en su programa televisivo “Maestra vida” para opinar sobre Rubén Blades.
LAS LETRAS DE LOS VALSES
En algunos artículos periodísticos también ha dejado impresiones acerca de la música. En el célebre texto que dedicó a la huachafería (con el título de “Un champancito hermanito”) expone consideraciones curiosas acerca del vals peruano: “En las letras de sus canciones, a menudo esotéricas desde el punto de vista intelectual, derrocharon imágenes de inflamado color, sentimentalismo iridiscente, malicia erótica, risueña necrofilia y otros formidables excesos retóricos […]. Una mínima dosis de huachafería es indispensable para entender un vals criollo y disfrutar de él…”.
En “Travesuras de la niña mala”, el protagonista dice que su cantante criolla preferida es Cecilia Barraza. Poniendo un pie en la realidad, Vargas Llosa es, en efecto, fanático de la carismática intérprete. Incluso ha escrito un texto para el próximo disco que ella hará con canciones del gran Andrés Soto. Hay más huellas, claro, como en la misma prosa, hechizante y rítmica, de nuestro novelista total. Un champancito, don Mario.
SEPA MÁS
Elogio a Manuel Miranda
Nuestro Nobel escribió en la presentación del CD “Los brujos voladores” de Manuel Miranda: “Es una historia contada con sonidos, ritmos y melodías que nos conmueven y nos hechizan como solo saben hacerlo las grandes creaciones artísticas”.
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