Omar Cordova: "Te invito a mi fiesta"
El sábado que pasó apareció la siguiente nota a mi amigo Omar Córdova en la sección de Economía y Negocios (la página "Mil Oficios: Crónica, Vida y Obras de un Trabajador Peruano").
La nota se refiere a la ya clásica "Descarga en el Barrio" que Omar y familia organizan
Omar Cordova, Descarga en el Barrio
CRÓNICA VIDA Y OBRAS DE UN TRABAJADOR PERUANO
Te invito a mi fiesta
Por: Julio Escalante
Era el sábado 9 de octubre, las puertas del local abrían a las 7 de la noche, y Omar Córdova se lamentaba de estar resfriado. Sobre todo porque esta era una fecha más de Descarga en el Barrio, la fiesta salsera que junto a sus tres hermanas organiza desde hace 13 años, cada dos meses, para convocar a la gente que quiere bailar y disfrutar con los ritmos latinos que no suenan en la radio.
Mientras las horas pasaban, y contagiado por el buen ambiente y la euforia de los más de 1.500 asistentes, Omar Córdova dejó de sentir malestares. Tan concentrado estaba sobre el escenario, haciendo lo suyo, animando a la gente, tocando sus discos de vinilo, canción tras canción, que el estornudo y la congestión nasal se habían marchado con cada sacudón de los parlantes, con cada melodía que poco a poco se apoderaba de los pies del público. “Estamos bailando una música que tiene 60 años”, le gritó emocionado al público cuando sonó una canción cubana, y todos se sentían contagiados de la misma emoción. Para Omar, cada Descarga es una invitación para que todos escuchen la música que a él le gusta. “Quiero que otro se sienta feliz con lo que a mí me hace feliz”, dice, y recuerda que, a las cinco de la mañana cuando la fiesta terminó, el resfrío regresó. Todo tiene su final, nada dura para siempre.
Una semana después de aquella fiesta, en la tienda de discos que tiene en el Centro Comercial Arenales, Omar dice que su madre Antonia es el motor de la Descarga, y que la Descarga ha sido un motivo para unir a su familia. Jessica, Ivonne, Milagros y él crecieron en un hogar donde Manuel, su padre, compraba discos de salsa y latin jazz, cada fin de semana. Cuando su padre falleció, los cuatro hermanos siguieron siendo fanáticos de estos géneros musicales y hoy comparten más de 1.500 vinilos y unos 2.000 CD. Este negocio familiar comenzó con Omar vendiendo grabaciones en una tienda del Centro de Lima. Así fue conociendo gente con el mismo gusto por la música, pero no era suficiente: había que juntarlos y ‘guarachar’ en compañía. Se preguntaba por qué no había un lugar donde escuchar la música que él tenía en casa. “Si quieres que haya uno, hazlo tú”, le dijo su madre.
La primera fiesta Descarga en el Barrio (llamada así porque en las canciones seleccionadas predominaban los solos instrumentales) se realizó el 1 de marzo de 1997 en Lince. La entrada costó 5 soles y asistieron casi 300 personas, cuando solo esperaban 100. En un momento se fue la luz en el local, pero nadie se fue, esperaron una hora en la calle a que volviera la energía y siguieron bailando.
“La salsa era sinónimo de bronca y nosotros queríamos organizar un evento de calidad”, dice Jessica, quien por esa fecha iba a cumplir 17 años. Omar ya tenía 24 y, por su facilidad para hacer amigos, fue el encargado de la convocatoria. Querían demostrar que el gusto por la salsa no está definido por la condición social de las personas. Esta iba a ser una fiesta con un fin cultural y de goce, un espacio para conocedores, en el que cada dos meses se reúnan los amigos y las familias. “Es el único lugar donde puedo llevar a mis padres, a mi esposa y a mis hijos”, le han dicho a los Córdova más de uno de los fieles seguidores de esta fiesta rumbera. “Un lugar así, ni en un Nueva York”, ha dicho un músico puertorriqueño de paso por Lima, al ver gente muy joven bailando con otros mayores.
COMIENZA LA RUMBA
Organizar cada Descarga –a la fecha van más de cincuenta– cuesta como mínimo S/.10.000, que se van en el alquiler de un local en Breña, de un equipo de música y pagos al personal desplegado durante el evento para atender el bar, el ingreso, la seguridad y los baños. En esta cantidad no se incluyen los pagos a la municipalidad y a Apdayc, y en ocasiones especiales a una orquesta que sube al escenario.
Omar pone la música en su tornamesa, Ivonne y Jessica supervisan el ingreso de la gente, que se mantenga la limpieza, y Milagros, quien nunca ha asistido a una de las fiestas, ve la contabilidad, la venta de cervezas, cuántos boletos de 15 y 20 soles se han comprado, cuánto se necesita para asegurar la rentabilidad del negocio. Pero aunque los números sean buenos, los Córdova nunca quisieron que la Descarga fuera una fiesta que sobrepasara lo que ellos pudieran controlar. Por eso nunca la han promocionado por un medio masivo, salvo recientemente por Facebook. “No queremos que se convierta en una reunión a la que hay que ir para estar de moda. A la Descarga uno va para compartir”. Por eso hace tres años, Pilsen los buscó para auspiciar el evento bajo los conceptos de amistad y tradición.
Jessica ha dado un paso más en el negocio, abriendo una escuela de salsa, pero donde ella no es la profesora sino más bien una alumna aplicada. Tampoco Omar es un bailarín deslumbrante, pero pregúntenle en qué año y con qué músicos se grabó tal canción y seguro responderá sin pensar.”¿Sabes qué me gustaría? Ir a mi Descarga, pero como público, comprar mi boleto, hacer la cola de ingreso, estar con mis amigos”,dice Omar, quizá con la misma inspiración que siente al ver a la gente bailar.
La nota se refiere a la ya clásica "Descarga en el Barrio" que Omar y familia organizan
Omar Cordova, Descarga en el Barrio
CRÓNICA VIDA Y OBRAS DE UN TRABAJADOR PERUANO
Te invito a mi fiesta
Por: Julio Escalante
Era el sábado 9 de octubre, las puertas del local abrían a las 7 de la noche, y Omar Córdova se lamentaba de estar resfriado. Sobre todo porque esta era una fecha más de Descarga en el Barrio, la fiesta salsera que junto a sus tres hermanas organiza desde hace 13 años, cada dos meses, para convocar a la gente que quiere bailar y disfrutar con los ritmos latinos que no suenan en la radio.
Mientras las horas pasaban, y contagiado por el buen ambiente y la euforia de los más de 1.500 asistentes, Omar Córdova dejó de sentir malestares. Tan concentrado estaba sobre el escenario, haciendo lo suyo, animando a la gente, tocando sus discos de vinilo, canción tras canción, que el estornudo y la congestión nasal se habían marchado con cada sacudón de los parlantes, con cada melodía que poco a poco se apoderaba de los pies del público. “Estamos bailando una música que tiene 60 años”, le gritó emocionado al público cuando sonó una canción cubana, y todos se sentían contagiados de la misma emoción. Para Omar, cada Descarga es una invitación para que todos escuchen la música que a él le gusta. “Quiero que otro se sienta feliz con lo que a mí me hace feliz”, dice, y recuerda que, a las cinco de la mañana cuando la fiesta terminó, el resfrío regresó. Todo tiene su final, nada dura para siempre.
Una semana después de aquella fiesta, en la tienda de discos que tiene en el Centro Comercial Arenales, Omar dice que su madre Antonia es el motor de la Descarga, y que la Descarga ha sido un motivo para unir a su familia. Jessica, Ivonne, Milagros y él crecieron en un hogar donde Manuel, su padre, compraba discos de salsa y latin jazz, cada fin de semana. Cuando su padre falleció, los cuatro hermanos siguieron siendo fanáticos de estos géneros musicales y hoy comparten más de 1.500 vinilos y unos 2.000 CD. Este negocio familiar comenzó con Omar vendiendo grabaciones en una tienda del Centro de Lima. Así fue conociendo gente con el mismo gusto por la música, pero no era suficiente: había que juntarlos y ‘guarachar’ en compañía. Se preguntaba por qué no había un lugar donde escuchar la música que él tenía en casa. “Si quieres que haya uno, hazlo tú”, le dijo su madre.
La primera fiesta Descarga en el Barrio (llamada así porque en las canciones seleccionadas predominaban los solos instrumentales) se realizó el 1 de marzo de 1997 en Lince. La entrada costó 5 soles y asistieron casi 300 personas, cuando solo esperaban 100. En un momento se fue la luz en el local, pero nadie se fue, esperaron una hora en la calle a que volviera la energía y siguieron bailando.
“La salsa era sinónimo de bronca y nosotros queríamos organizar un evento de calidad”, dice Jessica, quien por esa fecha iba a cumplir 17 años. Omar ya tenía 24 y, por su facilidad para hacer amigos, fue el encargado de la convocatoria. Querían demostrar que el gusto por la salsa no está definido por la condición social de las personas. Esta iba a ser una fiesta con un fin cultural y de goce, un espacio para conocedores, en el que cada dos meses se reúnan los amigos y las familias. “Es el único lugar donde puedo llevar a mis padres, a mi esposa y a mis hijos”, le han dicho a los Córdova más de uno de los fieles seguidores de esta fiesta rumbera. “Un lugar así, ni en un Nueva York”, ha dicho un músico puertorriqueño de paso por Lima, al ver gente muy joven bailando con otros mayores.
COMIENZA LA RUMBA
Organizar cada Descarga –a la fecha van más de cincuenta– cuesta como mínimo S/.10.000, que se van en el alquiler de un local en Breña, de un equipo de música y pagos al personal desplegado durante el evento para atender el bar, el ingreso, la seguridad y los baños. En esta cantidad no se incluyen los pagos a la municipalidad y a Apdayc, y en ocasiones especiales a una orquesta que sube al escenario.
Omar pone la música en su tornamesa, Ivonne y Jessica supervisan el ingreso de la gente, que se mantenga la limpieza, y Milagros, quien nunca ha asistido a una de las fiestas, ve la contabilidad, la venta de cervezas, cuántos boletos de 15 y 20 soles se han comprado, cuánto se necesita para asegurar la rentabilidad del negocio. Pero aunque los números sean buenos, los Córdova nunca quisieron que la Descarga fuera una fiesta que sobrepasara lo que ellos pudieran controlar. Por eso nunca la han promocionado por un medio masivo, salvo recientemente por Facebook. “No queremos que se convierta en una reunión a la que hay que ir para estar de moda. A la Descarga uno va para compartir”. Por eso hace tres años, Pilsen los buscó para auspiciar el evento bajo los conceptos de amistad y tradición.
Jessica ha dado un paso más en el negocio, abriendo una escuela de salsa, pero donde ella no es la profesora sino más bien una alumna aplicada. Tampoco Omar es un bailarín deslumbrante, pero pregúntenle en qué año y con qué músicos se grabó tal canción y seguro responderá sin pensar.”¿Sabes qué me gustaría? Ir a mi Descarga, pero como público, comprar mi boleto, hacer la cola de ingreso, estar con mis amigos”,dice Omar, quizá con la misma inspiración que siente al ver a la gente bailar.
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