Ruben Blades cierra Festival de Tango en Buenos Aires
Fuente: Clarín, Argentina. Por: Patricio Gómez Sánchez
"Hay un terreno común entre la salsa y el tango"
Conquistó a todos cuando combinó el espíritu festivo de la música salsa con una poética cruda y urbana, en la que se reservó el papel de cronista de historias de una América latina sumergida en la desesperanza y deseosa de un cambio.
Pese al éxito de su propuesta original, Rubén Blades no abandonó la experimentación musical. Así, puso proa hacia ritmos y géneros de distintos rincones del mundo, como el bolero, los ritmos afrocubanos, el reggae y el rock, entre muchos otros. Esa ductilidad lo llevó a cantar con artistas tan disímiles como Paul Simon, Maná, Los Fabulosos Cadillacs, Juan Luis Guerra, Sting y, últimamente, Calle 13.
Ahora, el inquieto cantante panameño se zambullirá en el tango y decidió que el mejor escenario para hacerlo es el Luna Park. Allí, hoy a las 19 cantará algunos de sus viejos éxitos, ahora como tangos o milongas, durante el cierre de la competencia de Tango Salón del Festival que organiza el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Blades alcanzó fama mundial a mediados de la década del 70, cuando grabó junto al compositor y trombonista Willie Colón discos míticos de salsa, como Metiendo mano! , Siembra -el álbum más vendido en la historia del género- y Canciones del Solar de los aburridos . De esa unión nacieron verdaderos clásicos, como Pedro Navaja , Pablo Pueblo , Plástico y Buscando guayaba . Luego desarrolló una prolífica y premiada trayectoria en la que editó más de treinta discos.
Para muchos, Blades es una cara conocida, pero no por su música. Como actor, participó en muchas producciones televisivas y en casi treinta películas, en las que acompañó a figuras como Johnny Depp, Vanesa Redgrave, Joe Pesci y Susan Sarandon, y fue dirigido por talentosos como Tim Robbins, Robert Rodríguez y Robert Redford. Incluso, filmó en la Argentina Assassination Tango , bajo la dirección de Robert Duvall.
Rubén Blades durante su presentación en el Luna Park el año pasado
¿Qué tienen en común la salsa y el tango?
Existe un argumento urbano musical que trasciende las fronteras y las nacionalidades. Es un territorio emocional en el que todos comparten un sentir que gira alrededor de la vida, del éxito y el fracaso, de las esperanzas y las desesperanzas. Se expresa de distintas formas y el tango es una de ellas. Mis letras también caminan esas razones, que pueden encontrar en la instrumentación y en la emoción del tango una expresividad que les va a dar mucha más fuerza. Así se me ocurrió tomar temas que ya desarrollé en términos rítmicos de salsa y llevarlos al tango para probar que este argumento es universal.
Muchos de tus fans y buena parte de los tangueros van a ver el intento como una audacia.
Creo que el público va a tener claro que no estoy tratando de ser cantante de tango, porque no lo soy. Ni tampoco tratando de imitar a nadie, eso sería una tontería de mi parte. Quizás alguno cree que voy a salir a hacer una mala imitación de Gardel, pero no es en absoluto mi intención. Sólo estoy intentando demostrar que hay un terreno común entre ambos géneros. Un terreno donde las letras pueden tener el mismo tipo de impacto aún en audiencias distintas.
¿Estás tratando de encontrarle la dimensión tanguera a tu música?
Es así. Creo que la verdadera sorpresa vendrá cuando la gente escuche Pablo Pueblo , como me pasó a mí, que la primera vez que escuché el borrador de la canción sentí una emoción muy grande, a pesar de que la conozco y la he interpretado muchísimas veces. Espero que eso ocurra con la gente.
¿De dónde viene tu relación con el tango?
En Panamá se escuchaba todo tipo de música en mi infancia. Para mí, el tango nunca fue algo exótico, era algo que se oía todo el tiempo en las radios cuando era niño. Lo que siempre me llamó la atención del tango fue la letra.
¿Alguna vez grabaste un tango?
Sí, aunque muy pocos lo saben, grabé Cambalache , de Discépolo, aunque nunca la edité. La hice con Seis del Solar en 1982, como si fuera un danzón. Esa letra se puede cantar perfectamente hoy, a pesar de haber sido escrita en 1934. Estoy completamente seguro, y espero no faltarle el respeto a nadie, que si fuera posible encontrarme hoy con el señor Discépolo nos sentaríamos a hablar como viejos amigos.
¿Qué te llama la atención de un tema como “Cambalache”?
Que me da risa y me da rabia. Es una letra completamente atinada. Al principio, tenía un problema porque había palabras que no entendía. Por ejemplo, calefón, pero después me explicaron que es el aparato a gas que se usa para calentar el agua en la casa.
¿Hay algún cantante que te haya impactado?
La figura de Gardel capturó de tal modo la imaginación de lo que es el tango que después podría haber salido cualquiera, pero la gente ha quedado con él. Es el punto de referencia como cantante, yo lo he oído una y otra vez. Otro que también siento como un referente fue el Polaco Goyeneche.
¿Bailás tango?
Noooo, yo bailo en mi casa cuando nadie me ve (risas). Menos el tango, que es complicadísimo. He visto bailarlo muy bien en las milongas en otras visitas a Buenos Aires, pero soy incapaz de intentarlo, haría el ridículo. Eso sí, me emocionó mucho ver a tantas parejas jóvenes bailando, porque me dio la impresión de que en la Argentina no se olvidan de sus cosas. En las milongas había un sentido de solidaridad y de comunidad en el aire, no era un lugar donde vas a levantar una mujer y nada más. Había un respeto muy grande por la tradición, un deseo de protegerla y unas ganas de disfrutarla sin alardes.
¿Cómo sigue esta experiencia con el tango después de tu presentación?
Voy a hacer un disco completo dedicado al tango y quiero aprovechar al máximo el tiempo que pase en el país. La mitad del álbum lo vamos a grabar ahora en Buenos Aires, en un par de días.
¿Tu carrera cómo sigue después hasta fin de año?
Acabo de hacer una película en México, con Andy García. Se llama Cristiada y cuenta la historía de la rebelión de los católicos en México. Después de este show, voy a poner la voz en varios discos pendientes. Voy a regrabar en Costa Rica el material de la casa editorial Fania, mis primeros álbumes, y tengo pensado ir a ver a Paco de Lucía, un gran amigo de hace muchas décadas, porque quiero hacer un álbum de boleros con él.
Abogado y hombre político, que mira al futuro
Entre 2004 y 2009, Rubén Blades estuvo sumergido en una vorágine muy diferente a la de los escenarios, las partituras y los estudios de grabación. Convocado por el presidente Martín Torrijos, el cantante asumió como ministro de Turismo panameño, espacio en el que volcó sus estudios y experiencia. En ese lapso, logró que se sancionara una ley nacional para el sector y puso en marcha un plan de desarrollo con previsiones hasta 2020.
Aunque poco lo sepan, Blades se recibió de abogado en Panamá y luego prosiguió su carrera académica en la Escuela de Leyes de Harvard. De su paso por la función pública, le quedó una honda preocupación: “Siento que la gente está olvidando sus deberes cívicos. Hay que defender las ideas y hacer sacrificios personales para que se produzcan los cambios necesarios y que todos tengan una vida más justa”.
Para el cantante, parte de la solución es “dar el ejemplo y ponerse a ver qué hay que hacer con la gente que no quiere hacer nada. Hay que evitar el Síndrome de Haití, que es superior como problema al del terremoto, es la expresión de una pobreza intelectual y espiritual. Existe un fracaso de la dirección política de décadas y hay un pueblo que ha sufrido una pobreza avasalladora, pero pareciera que está acostumbrado a ella. Como siga esta vaina en América Latina, nos puede pasar a nosotros también”.
Sin embargo, este hombre que con su canto enamoró a ese mismo continente, no pierde las esperanzas: “En el fondo soy optimista, porque aprendí en los cinco años de servicio público que desde la política se pueden producir cambios positivos. Tiene que trabajar todo el mundo en esa dirección, tanto el sector público como el privado”.
El rey de la salsa, que supo sacar el 20% de los votos en una elección presidencial en los ‘90, tiene pensado profundizar sus estudios. “Quizás comience en 2011 un doctorado en Sociología o en Derecho en la Universidad de Columbia, afirma Blades, que planea “escribir un argumento sobre administración pública, porque es el gran problema que sufrimos: las formas de administrar están basadas en paradigmas de hace más de cien años”. En verdad, tiene una gran motivación: “A los 62 años, sé que tengo más pasado que futuro, por eso estoy bregando para dejar algo que ayude a otras generaciones”.
Carlos Franzetti, el argentino detrás del proyecto
El gran inspirador de la experiencia tanguera de Rubén Blades es un músico argentino, el versátil compositor y arreglista Carlos Franzetti, que vive en los Estados Unidos y que acompaña al panameño desde el principio de su carrera.
Por ejemplo, fue el responsable de las cuerdas en el antológico Siembra y de orquestaciones en Maestra Vida . Franzetti ha compuesto sinfonías, piezas de jazz para grandes bandas, música de cámara y bandas de sonido para filmes como Los reyes del mambo y La película del rey . Además, cuenta con otros antecedentes de valía para los argentinos: en los ‘80 produjo El Polaco por dentro , de Roberto Goyeneche, y dirigió tramos de Vengo a ofrecer mi corazón , de Mercedes Sosa, y La la la , de Fito Páez y Luis Alberto Spinetta.
“Tenemos con Rubén una gran expectativa por esta presentación y estamos muy contentos por quiénes lo acompañarán sobre el escenario. La de Leopoldo Federico es la mejor orquesta de tango del mundo”, afirma quien arregló los temas que el panameño interpretará en el Luna Park: “Cantará adaptaciones al tango o la milonga de canciones emblemáticas en su carrera como Pedro Navaja , Pablo Pueblo , Ligia Elena y Paula C ”.
El inédito intento de fusionar la salsa con estos géneros “podría ser pensado como lo que técnicamente se llama crossover o fusión, es decir, la adaptación de temas a un género distinto, como ha sucedido con la bossa nova o el be bop”, explica Franzetti, que considera que “un aspecto clave son las letras de Rubén, de fuerte contenido social, que de algún modo tienen puntos de contacto con las de Agustín Magaldi”.
Esta exploración de Blades en el tango continuará con el registro de un álbum. “A mediados de esta semana grabaremos en Buenos Aires los cinco temas del show, también junto a la orquesta de Leopoldo Federico y en un par de meses continuaremos con otros cinco tangos que registraremos en Praga, junto a la Sinfónica de esa ciudad. Luego terminaremos algunas pistas en Nueva York y si todo acompaña podremos presentarlo al público el año que viene”, cuenta el músico.
"Hay un terreno común entre la salsa y el tango"
Conquistó a todos cuando combinó el espíritu festivo de la música salsa con una poética cruda y urbana, en la que se reservó el papel de cronista de historias de una América latina sumergida en la desesperanza y deseosa de un cambio.
Pese al éxito de su propuesta original, Rubén Blades no abandonó la experimentación musical. Así, puso proa hacia ritmos y géneros de distintos rincones del mundo, como el bolero, los ritmos afrocubanos, el reggae y el rock, entre muchos otros. Esa ductilidad lo llevó a cantar con artistas tan disímiles como Paul Simon, Maná, Los Fabulosos Cadillacs, Juan Luis Guerra, Sting y, últimamente, Calle 13.
Ahora, el inquieto cantante panameño se zambullirá en el tango y decidió que el mejor escenario para hacerlo es el Luna Park. Allí, hoy a las 19 cantará algunos de sus viejos éxitos, ahora como tangos o milongas, durante el cierre de la competencia de Tango Salón del Festival que organiza el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Blades alcanzó fama mundial a mediados de la década del 70, cuando grabó junto al compositor y trombonista Willie Colón discos míticos de salsa, como Metiendo mano! , Siembra -el álbum más vendido en la historia del género- y Canciones del Solar de los aburridos . De esa unión nacieron verdaderos clásicos, como Pedro Navaja , Pablo Pueblo , Plástico y Buscando guayaba . Luego desarrolló una prolífica y premiada trayectoria en la que editó más de treinta discos.
Para muchos, Blades es una cara conocida, pero no por su música. Como actor, participó en muchas producciones televisivas y en casi treinta películas, en las que acompañó a figuras como Johnny Depp, Vanesa Redgrave, Joe Pesci y Susan Sarandon, y fue dirigido por talentosos como Tim Robbins, Robert Rodríguez y Robert Redford. Incluso, filmó en la Argentina Assassination Tango , bajo la dirección de Robert Duvall.

¿Qué tienen en común la salsa y el tango?
Existe un argumento urbano musical que trasciende las fronteras y las nacionalidades. Es un territorio emocional en el que todos comparten un sentir que gira alrededor de la vida, del éxito y el fracaso, de las esperanzas y las desesperanzas. Se expresa de distintas formas y el tango es una de ellas. Mis letras también caminan esas razones, que pueden encontrar en la instrumentación y en la emoción del tango una expresividad que les va a dar mucha más fuerza. Así se me ocurrió tomar temas que ya desarrollé en términos rítmicos de salsa y llevarlos al tango para probar que este argumento es universal.
Muchos de tus fans y buena parte de los tangueros van a ver el intento como una audacia.
Creo que el público va a tener claro que no estoy tratando de ser cantante de tango, porque no lo soy. Ni tampoco tratando de imitar a nadie, eso sería una tontería de mi parte. Quizás alguno cree que voy a salir a hacer una mala imitación de Gardel, pero no es en absoluto mi intención. Sólo estoy intentando demostrar que hay un terreno común entre ambos géneros. Un terreno donde las letras pueden tener el mismo tipo de impacto aún en audiencias distintas.
¿Estás tratando de encontrarle la dimensión tanguera a tu música?
Es así. Creo que la verdadera sorpresa vendrá cuando la gente escuche Pablo Pueblo , como me pasó a mí, que la primera vez que escuché el borrador de la canción sentí una emoción muy grande, a pesar de que la conozco y la he interpretado muchísimas veces. Espero que eso ocurra con la gente.
¿De dónde viene tu relación con el tango?
En Panamá se escuchaba todo tipo de música en mi infancia. Para mí, el tango nunca fue algo exótico, era algo que se oía todo el tiempo en las radios cuando era niño. Lo que siempre me llamó la atención del tango fue la letra.
¿Alguna vez grabaste un tango?
Sí, aunque muy pocos lo saben, grabé Cambalache , de Discépolo, aunque nunca la edité. La hice con Seis del Solar en 1982, como si fuera un danzón. Esa letra se puede cantar perfectamente hoy, a pesar de haber sido escrita en 1934. Estoy completamente seguro, y espero no faltarle el respeto a nadie, que si fuera posible encontrarme hoy con el señor Discépolo nos sentaríamos a hablar como viejos amigos.
¿Qué te llama la atención de un tema como “Cambalache”?
Que me da risa y me da rabia. Es una letra completamente atinada. Al principio, tenía un problema porque había palabras que no entendía. Por ejemplo, calefón, pero después me explicaron que es el aparato a gas que se usa para calentar el agua en la casa.
¿Hay algún cantante que te haya impactado?
La figura de Gardel capturó de tal modo la imaginación de lo que es el tango que después podría haber salido cualquiera, pero la gente ha quedado con él. Es el punto de referencia como cantante, yo lo he oído una y otra vez. Otro que también siento como un referente fue el Polaco Goyeneche.
¿Bailás tango?
Noooo, yo bailo en mi casa cuando nadie me ve (risas). Menos el tango, que es complicadísimo. He visto bailarlo muy bien en las milongas en otras visitas a Buenos Aires, pero soy incapaz de intentarlo, haría el ridículo. Eso sí, me emocionó mucho ver a tantas parejas jóvenes bailando, porque me dio la impresión de que en la Argentina no se olvidan de sus cosas. En las milongas había un sentido de solidaridad y de comunidad en el aire, no era un lugar donde vas a levantar una mujer y nada más. Había un respeto muy grande por la tradición, un deseo de protegerla y unas ganas de disfrutarla sin alardes.
¿Cómo sigue esta experiencia con el tango después de tu presentación?
Voy a hacer un disco completo dedicado al tango y quiero aprovechar al máximo el tiempo que pase en el país. La mitad del álbum lo vamos a grabar ahora en Buenos Aires, en un par de días.
¿Tu carrera cómo sigue después hasta fin de año?
Acabo de hacer una película en México, con Andy García. Se llama Cristiada y cuenta la historía de la rebelión de los católicos en México. Después de este show, voy a poner la voz en varios discos pendientes. Voy a regrabar en Costa Rica el material de la casa editorial Fania, mis primeros álbumes, y tengo pensado ir a ver a Paco de Lucía, un gran amigo de hace muchas décadas, porque quiero hacer un álbum de boleros con él.
Abogado y hombre político, que mira al futuro
Entre 2004 y 2009, Rubén Blades estuvo sumergido en una vorágine muy diferente a la de los escenarios, las partituras y los estudios de grabación. Convocado por el presidente Martín Torrijos, el cantante asumió como ministro de Turismo panameño, espacio en el que volcó sus estudios y experiencia. En ese lapso, logró que se sancionara una ley nacional para el sector y puso en marcha un plan de desarrollo con previsiones hasta 2020.
Aunque poco lo sepan, Blades se recibió de abogado en Panamá y luego prosiguió su carrera académica en la Escuela de Leyes de Harvard. De su paso por la función pública, le quedó una honda preocupación: “Siento que la gente está olvidando sus deberes cívicos. Hay que defender las ideas y hacer sacrificios personales para que se produzcan los cambios necesarios y que todos tengan una vida más justa”.
Para el cantante, parte de la solución es “dar el ejemplo y ponerse a ver qué hay que hacer con la gente que no quiere hacer nada. Hay que evitar el Síndrome de Haití, que es superior como problema al del terremoto, es la expresión de una pobreza intelectual y espiritual. Existe un fracaso de la dirección política de décadas y hay un pueblo que ha sufrido una pobreza avasalladora, pero pareciera que está acostumbrado a ella. Como siga esta vaina en América Latina, nos puede pasar a nosotros también”.
Sin embargo, este hombre que con su canto enamoró a ese mismo continente, no pierde las esperanzas: “En el fondo soy optimista, porque aprendí en los cinco años de servicio público que desde la política se pueden producir cambios positivos. Tiene que trabajar todo el mundo en esa dirección, tanto el sector público como el privado”.
El rey de la salsa, que supo sacar el 20% de los votos en una elección presidencial en los ‘90, tiene pensado profundizar sus estudios. “Quizás comience en 2011 un doctorado en Sociología o en Derecho en la Universidad de Columbia, afirma Blades, que planea “escribir un argumento sobre administración pública, porque es el gran problema que sufrimos: las formas de administrar están basadas en paradigmas de hace más de cien años”. En verdad, tiene una gran motivación: “A los 62 años, sé que tengo más pasado que futuro, por eso estoy bregando para dejar algo que ayude a otras generaciones”.

El gran inspirador de la experiencia tanguera de Rubén Blades es un músico argentino, el versátil compositor y arreglista Carlos Franzetti, que vive en los Estados Unidos y que acompaña al panameño desde el principio de su carrera.
Por ejemplo, fue el responsable de las cuerdas en el antológico Siembra y de orquestaciones en Maestra Vida . Franzetti ha compuesto sinfonías, piezas de jazz para grandes bandas, música de cámara y bandas de sonido para filmes como Los reyes del mambo y La película del rey . Además, cuenta con otros antecedentes de valía para los argentinos: en los ‘80 produjo El Polaco por dentro , de Roberto Goyeneche, y dirigió tramos de Vengo a ofrecer mi corazón , de Mercedes Sosa, y La la la , de Fito Páez y Luis Alberto Spinetta.
“Tenemos con Rubén una gran expectativa por esta presentación y estamos muy contentos por quiénes lo acompañarán sobre el escenario. La de Leopoldo Federico es la mejor orquesta de tango del mundo”, afirma quien arregló los temas que el panameño interpretará en el Luna Park: “Cantará adaptaciones al tango o la milonga de canciones emblemáticas en su carrera como Pedro Navaja , Pablo Pueblo , Ligia Elena y Paula C ”.
El inédito intento de fusionar la salsa con estos géneros “podría ser pensado como lo que técnicamente se llama crossover o fusión, es decir, la adaptación de temas a un género distinto, como ha sucedido con la bossa nova o el be bop”, explica Franzetti, que considera que “un aspecto clave son las letras de Rubén, de fuerte contenido social, que de algún modo tienen puntos de contacto con las de Agustín Magaldi”.
Esta exploración de Blades en el tango continuará con el registro de un álbum. “A mediados de esta semana grabaremos en Buenos Aires los cinco temas del show, también junto a la orquesta de Leopoldo Federico y en un par de meses continuaremos con otros cinco tangos que registraremos en Praga, junto a la Sinfónica de esa ciudad. Luego terminaremos algunas pistas en Nueva York y si todo acompaña podremos presentarlo al público el año que viene”, cuenta el músico.
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