Recordando a Ignacio Piñeiro
Fuente: Radio Angulo, Cuba. Por Lydia Esther Ochoa
Sin la salsita de Ignacio Piñeiro la música popular cubana no habría sido la misma que se escucha en el mundo entero de un siglo a otro, y es que el denominado “Poeta del Son” compuso más de 320 obras, muchas de las cuales dieron realce al género, y como si eso fuera poco fundó el 13 de diciembre de 1927 el Septeto Nacional.
Además de "Échale Salsita", Ignacio Piñeiro compuso otros grandes éxitos: “Cuatro Palomas”, “La cachimba de San Juan”, “Buey viejo”, “Esas no son cubanas”, “No juegues con los santos”, “Ninfa del Valle", "Bardo", "Entre tinieblas" y “Suavecito”, piezas musicales que le dieron la vuelta al mundo.
Antes de que se convirtiera en una de las figuras más emblemática de la música popular cubana, Ignacio Piñeiro, que de niños cantó en coros infantiles, tuvo que ejercer los oficios de tonelero, fundidor, estibador portuario, tabaquero y albañil, que no le impidieron aprender los cantos y toques de tambor de cabildos africanos de La Habana, donde nació el 25 de mayo de 1888.
Sin saber que algún día sería el fundador y el alma de un famoso septeto, Piñeiro formó parte en 1906 la agrupación de clave y Guaguancó “Timbre de oro”, donde se dio a conocer como decimista improvisador, después dirigió “Los Roncos” y más tarde pasó a la agrupación denominada “Renacimiento”.
Integró también, pero como ejecutante del contrabajo, el Septeto Occidental de la cantante y compositora cubana María Teresa Vera, y con esa agrupación dirigida por la autora de “Veinte años” viajó a Estados Unidos en 1926. Un año después fundó el Septeto Nacional, que tanta gloria daría a la música cubana, y tras su fallecimiento el 12 de marzo de 1969, a los 81 años de edad, la agrupación llevaría su nombre.
Un homenaje especial y permanente al artífice del son, que supo como nadie echarle la dosis exacta de su salsita a la música popular cubana y animar a varias generaciones, que bailaron y cantaron al ritmo de sus composiciones, creadas con un estilo original que ha sabido mantener el Septeto Nacional Ignacio Piñeiro.

Además de "Échale Salsita", Ignacio Piñeiro compuso otros grandes éxitos: “Cuatro Palomas”, “La cachimba de San Juan”, “Buey viejo”, “Esas no son cubanas”, “No juegues con los santos”, “Ninfa del Valle", "Bardo", "Entre tinieblas" y “Suavecito”, piezas musicales que le dieron la vuelta al mundo.
Antes de que se convirtiera en una de las figuras más emblemática de la música popular cubana, Ignacio Piñeiro, que de niños cantó en coros infantiles, tuvo que ejercer los oficios de tonelero, fundidor, estibador portuario, tabaquero y albañil, que no le impidieron aprender los cantos y toques de tambor de cabildos africanos de La Habana, donde nació el 25 de mayo de 1888.
Sin saber que algún día sería el fundador y el alma de un famoso septeto, Piñeiro formó parte en 1906 la agrupación de clave y Guaguancó “Timbre de oro”, donde se dio a conocer como decimista improvisador, después dirigió “Los Roncos” y más tarde pasó a la agrupación denominada “Renacimiento”.
Integró también, pero como ejecutante del contrabajo, el Septeto Occidental de la cantante y compositora cubana María Teresa Vera, y con esa agrupación dirigida por la autora de “Veinte años” viajó a Estados Unidos en 1926. Un año después fundó el Septeto Nacional, que tanta gloria daría a la música cubana, y tras su fallecimiento el 12 de marzo de 1969, a los 81 años de edad, la agrupación llevaría su nombre.
Un homenaje especial y permanente al artífice del son, que supo como nadie echarle la dosis exacta de su salsita a la música popular cubana y animar a varias generaciones, que bailaron y cantaron al ritmo de sus composiciones, creadas con un estilo original que ha sabido mantener el Septeto Nacional Ignacio Piñeiro.
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