Blades en Barranquilla
Fuente: El Heraldo, Colombia. Por Ernesto McCausland
Rubén Blades saluda afablemente a Ludwing Landazábal, el empresario que lo trajo a Barranquilla, y de su boca no salen quejas. Por el contrario, el cantautor panameño sorprende cuando le estrecha la mano por mucho más tiempo que lo normal y le dice con una calidez que sólo es posible en el Caribe.
—Gracias por traernos a Barranquilla. No sabes lo que esto significa para nosotros.
Trae ya 61 años a cuestas, pero no hay nada en él que revele un otoño. Por el contrario, y así se lo hago saber con absoluta sinceridad, parece más joven que la última vez que lo entrevisté, hace 16 años allí mismo, en el Hotel El Prado.
Puede que su cabeza esté un poco más descubierta y que haya algunos nuevos puntos blancos en el bigote y en la barba, pero su ímpetu corresponde más bien al de un joven, acaso aquel Rubén que en 1966 emprendió el proyecto de una banda de rock and roll, antes de que descubriera que lo suyo era decirle las verdades a un continente.
Desde aquella entrevista mucha agua ha pasado por el puente. “Papá Egoró”, su movimiento político, que en aquel momento era una ilusión, es ya parte de su leyenda, como lo son “Pedro Navaja”, “Maestra vida”, tantas páginas, tantas vivencias, tantas joyas. Rubén llega con cinco años de experiencia en el sector público, tras ejercer durante ese tiempo el cargo de Ministro de Turismo.
Ahora, 18 horas después de llegar a Barranquilla se encuentra con la muerte de un hombre al que conoció en una de sus visitas anteriores: Ralphy Cien.
"Personas como Ralphy son los verdaderos amigos que uno tiene en la vida, los que hablan por uno, los que difunden el nombre de uno, los que lo defienden a uno cuando lo atacan", expresa con evidente pesar.
"La muerte de Ralphy no es la muerte de la salsa, ni mucho menos. Por el contrario, gente así no muere sino que simplemente cambia de posición", apunta.
Al preguntarle sobre su paso por el servicio público, Blades se muestra vehemente.
"El balance fue muy positivo en todos los sentidos, pero aclaremos cosas, vayamos a la raíz de la decisión del servicio público: yo estoy completamente de acuerdo que requerimos de sangre nueva, de nuevas figuras, que puedan crear el tipo de apoyo y la credibilidad que se requiere, para poder crear una administración pública eficiente. Yo no creo que eso es imposible. El problema que yo veo es que hay mucha gente que se queja de la corrupción de la mediocridad de la incapacidad de los funcionarios públicos en cualquier país del mundo y resulta que no quieren asumir la responsabilidad de remplazar esa mediocridad que critican. Yo elegí participar y servir e hicimos una gestión eficiente".
Rubén Blades está orgulloso de su labor. En esos cinco años fueron muchas las transformaciones que se lograron contra lo que él denomina "burrocracia". Y el turismo en Panamá creció en un diez por ciento, bajo un lema que él creó: "Panamá se queda en tí".
Pasamos al tema político, en América Latina. Le preguntamos sobre la ola de gobiernos populares.
"Es el movimiento del cansancio, se descalifican los liderazgos tradicionales. Alguien tiene que manejar el bus. La gente va, en un proceso impensable hace 30 años, a escoger lo que en un momento era considerado imposible como opción política. También hay que destacar la madurez de los movimientos políticos. El Farabundo Marti, que era un movimiento subversivo, maduró al punto de crear un argumento político que se ha coronado ahora con el triunfo de Funes como presidente del Salvador, uno de los países que vivió la represión más horrorosa".
El cantautor dice que no quiere entrar a calificar a Chávez o a Uribe. "Que los califiquen los venezolanos y los colombianos, que son quienes los eligen".
Cuando hablamos sobre las Farc, se limita a responder con una frase contundente: "Observe usted lo del Farabundo Martí".
Rubén Blades ve sus canciones como piezas de un gran engranaje. Asegura que "Pedro Navaja" le dio la oportunidad de conocer a dos grandes escritores como Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, a quienes tuvo como invitados en un bar de arrabal en Panamá. "Ellos hacían notar lo del diente de oro que alumbraba toda la avenida como una figura literaria", dice. "Eso es lo grande de este oficio, genera este tipo de conexiones".
En la actualidad Blades se prepara para cursar su doctorado en sociología en Columbia University, Nueva York., grado que se suma al de abogado que ya tiene y a un master en leyes. Pronto lanzará una película con el reconocido director mexicano Víctor Núñez y recomienda a los colombianos que vean la cinta "Chance", inspirada en su obra "Plástico". Además está escribiendo un poema diariamente.
De sus amigos colombianos menciona a David Sánchez Juliao y se le iluminan los ojos cuando recuerda el cuento "Abraham Al Humor". No se limita a manifestar su admiración por el texto del escritor colombiano, sino que en un instante comienza a imitar la voz del viejo árabe y a citar textualmente apartes de la obra.
Al final le hago una pregunta basada en una preferencia personal: su canción "Desapariciones". Blades recuerda que la cantó en Uruguay, en plena represión. "Había tres mil personas y cuando terminé de cantarla todos quedaron en silencio. Pensé que era por miedo a que los consideraran subversivos. Pero luego supe la razón: respeto".
Llega la despedida. Salgo de allí confirmando lo que había escrito en estas páginas el psiquiatra Haroldo Martínez: ¡Blades es un bacán!
Rubén Blades saluda afablemente a Ludwing Landazábal, el empresario que lo trajo a Barranquilla, y de su boca no salen quejas. Por el contrario, el cantautor panameño sorprende cuando le estrecha la mano por mucho más tiempo que lo normal y le dice con una calidez que sólo es posible en el Caribe.
—Gracias por traernos a Barranquilla. No sabes lo que esto significa para nosotros.
Trae ya 61 años a cuestas, pero no hay nada en él que revele un otoño. Por el contrario, y así se lo hago saber con absoluta sinceridad, parece más joven que la última vez que lo entrevisté, hace 16 años allí mismo, en el Hotel El Prado.
Puede que su cabeza esté un poco más descubierta y que haya algunos nuevos puntos blancos en el bigote y en la barba, pero su ímpetu corresponde más bien al de un joven, acaso aquel Rubén que en 1966 emprendió el proyecto de una banda de rock and roll, antes de que descubriera que lo suyo era decirle las verdades a un continente.
Desde aquella entrevista mucha agua ha pasado por el puente. “Papá Egoró”, su movimiento político, que en aquel momento era una ilusión, es ya parte de su leyenda, como lo son “Pedro Navaja”, “Maestra vida”, tantas páginas, tantas vivencias, tantas joyas. Rubén llega con cinco años de experiencia en el sector público, tras ejercer durante ese tiempo el cargo de Ministro de Turismo.
Ahora, 18 horas después de llegar a Barranquilla se encuentra con la muerte de un hombre al que conoció en una de sus visitas anteriores: Ralphy Cien.
"Personas como Ralphy son los verdaderos amigos que uno tiene en la vida, los que hablan por uno, los que difunden el nombre de uno, los que lo defienden a uno cuando lo atacan", expresa con evidente pesar.
"La muerte de Ralphy no es la muerte de la salsa, ni mucho menos. Por el contrario, gente así no muere sino que simplemente cambia de posición", apunta.
Al preguntarle sobre su paso por el servicio público, Blades se muestra vehemente.
"El balance fue muy positivo en todos los sentidos, pero aclaremos cosas, vayamos a la raíz de la decisión del servicio público: yo estoy completamente de acuerdo que requerimos de sangre nueva, de nuevas figuras, que puedan crear el tipo de apoyo y la credibilidad que se requiere, para poder crear una administración pública eficiente. Yo no creo que eso es imposible. El problema que yo veo es que hay mucha gente que se queja de la corrupción de la mediocridad de la incapacidad de los funcionarios públicos en cualquier país del mundo y resulta que no quieren asumir la responsabilidad de remplazar esa mediocridad que critican. Yo elegí participar y servir e hicimos una gestión eficiente".
Rubén Blades está orgulloso de su labor. En esos cinco años fueron muchas las transformaciones que se lograron contra lo que él denomina "burrocracia". Y el turismo en Panamá creció en un diez por ciento, bajo un lema que él creó: "Panamá se queda en tí".
Pasamos al tema político, en América Latina. Le preguntamos sobre la ola de gobiernos populares.
"Es el movimiento del cansancio, se descalifican los liderazgos tradicionales. Alguien tiene que manejar el bus. La gente va, en un proceso impensable hace 30 años, a escoger lo que en un momento era considerado imposible como opción política. También hay que destacar la madurez de los movimientos políticos. El Farabundo Marti, que era un movimiento subversivo, maduró al punto de crear un argumento político que se ha coronado ahora con el triunfo de Funes como presidente del Salvador, uno de los países que vivió la represión más horrorosa".
El cantautor dice que no quiere entrar a calificar a Chávez o a Uribe. "Que los califiquen los venezolanos y los colombianos, que son quienes los eligen".
Cuando hablamos sobre las Farc, se limita a responder con una frase contundente: "Observe usted lo del Farabundo Martí".
Rubén Blades ve sus canciones como piezas de un gran engranaje. Asegura que "Pedro Navaja" le dio la oportunidad de conocer a dos grandes escritores como Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, a quienes tuvo como invitados en un bar de arrabal en Panamá. "Ellos hacían notar lo del diente de oro que alumbraba toda la avenida como una figura literaria", dice. "Eso es lo grande de este oficio, genera este tipo de conexiones".
En la actualidad Blades se prepara para cursar su doctorado en sociología en Columbia University, Nueva York., grado que se suma al de abogado que ya tiene y a un master en leyes. Pronto lanzará una película con el reconocido director mexicano Víctor Núñez y recomienda a los colombianos que vean la cinta "Chance", inspirada en su obra "Plástico". Además está escribiendo un poema diariamente.
De sus amigos colombianos menciona a David Sánchez Juliao y se le iluminan los ojos cuando recuerda el cuento "Abraham Al Humor". No se limita a manifestar su admiración por el texto del escritor colombiano, sino que en un instante comienza a imitar la voz del viejo árabe y a citar textualmente apartes de la obra.
Al final le hago una pregunta basada en una preferencia personal: su canción "Desapariciones". Blades recuerda que la cantó en Uruguay, en plena represión. "Había tres mil personas y cuando terminé de cantarla todos quedaron en silencio. Pensé que era por miedo a que los consideraran subversivos. Pero luego supe la razón: respeto".
Llega la despedida. Salgo de allí confirmando lo que había escrito en estas páginas el psiquiatra Haroldo Martínez: ¡Blades es un bacán!
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